¿El gran salto?
Magali Cruz, Cuba Press
LA HABANA, febrero - La irrupción masiva de los orientales en la capital cubana, que se produjo fundamentalmente una década atrás, hizo que la presencia de éstos se sienta hoy allí en todas las esferas de la vida. Pero, para desgracia de los "palestinos",
como también se les nombra en la jerga callejera, se le llenó la copa al gobierno con los problemas de alimentación, vivienda, transporte, entre otros, agravados con la desaparición del subsidio soviético.
De ahí que en el año 97 se estableciera un Decreto-Ley para "regular" la migración interna. Desde entonces, La Habana se ha convertido en un bastión prácticamente inexpugnable para los ciudadanos del interior del país que buscan mudarse. La
gente del "campo" es así discriminada, al ver limitadas sus aspiraciones de una vida mejor, tras huir de la inercia y de la falta de oportunidades en los ámbitos provincianos, aunque cuando lo logran, todo lo que consiguen no pasa muchas veces de ser un cuarto en una
ciudadela o "solar". Y es que las ventajas de vivir en La Habana de cualquier modo son apreciables desde el mismo momento en que se consuma la migración.
Por ejemplo, un paisano de Villa Clara, provincia central, me refirió que había logrado cambiar su residencia para una céntrica barriada de Centro Habana. Allí percibe diariamente un dólar con la venta de hielo casero, y agrega que cada vez que arregla un
ventilador gana diez dólares. En ocasiones, trae mercancías de su ciudad de origen y las comercializa en el mercado negro, como otra actividad lucrativa.
Sin embargo, se conoce de casos de emigrantes que han tenido que regresar al terruño. La solvencia económica no es una pelea fácil de ganar en La Habana. La carestía general de la vida golpea por igual a profesionales, obreros, cuentapropistas, funcionarios y
negociantes ocultos. Las penurias suelen agravarse en las personas que acaban de mudarse.
No obstante, el abismo entre la capital y las provincias, debido a la máxima depauperación de estas últimas, hace que esta migración se mantenga a pesar de todo. Aunque, dicho sea de paso, para una gran parte de los nacionales la solución no es mudarse para La
Habana, sino para el extranjero. Pero este último movimiento, a pesar de su masividad, también se ha llenado de trabas y complejidades de todo tipo en los últimos tiempos. Por tanto, para muchos es una gran interrogante dónde y cuándo podrán dar el gran
salto.
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