CUBANET ...INDEPENDIENTE

11 de febrero, 2000



Cuba, ¿un crecimiento convincente?

Lic. Oscar Espinosa Chepe, Cuba Press

LA HABANA, febrero - En 1999, el Producto Interno Bruto (PIB) se incrementó en un 6,2 por ciento frente a un 2,5 por ciento programado, según el Informe sobre los Resultados Económicos del Año y el Plan para el 2000, presentado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el IV Período Ordinario de Sesiones.

Un porcentaje de tal dimensión, casi tres veces superior a lo proyectado, haría de Cuba una de las naciones con mayor crecimiento económico en el mundo el pasado año. Sin embargo, cuando se analizan los datos brindados en el Informe, las dudas afloran. En primer lugar a consecuencia de los incumplimientos en decisivas actividades y en segundo lugar porque un aumento de tal magnitud debió verse reflejado en cierta elevación del nivel de vida de la ciudadanía, lo que no pudo apreciarse.

El turismo, la principal actividad económica del país, aunque creció, lo hizo por debajo de las cifras planificadas, tanto en visitantes como en ingreso bruto en divisas. Con un incremento esperado del 18,0 por ciento, se alcanzó un 11,0 por ciento.

El níquel, un rubro determinante para la economía nacional, si bien no se cita, parece que tampoco cumplió el plan de producir 73,5 miles de toneladas, pues por informaciones dadas con anterioridad, la cifra alcanzada debe estar alrededor de 70,0 miles de toneladas.

Acerca de las construcciones, el informe no arroja mucha luz. Unicamente se señala la conclusión de 4,300 habitaciones para el turismo, reflejándose como un logro. No obstante, sólo se terminaron 41,500 viviendas para la población, menos de lo planificado e incluso significativamente inferior a las edificaciones en los cuatro años anteriores.

Las inversiones en su conjunto crecieron un 9,4 por ciento frente a un 11,5 por ciento programado, lo cual no puede haber contribuido al impactante crecimiento del PIB anunciado.

El transporte, catalogado oficialmente como uno de los sectores más deprimidos de la economía, prácticamente no se menciona, de lo cual puede inferirse que posiblemente no cumplió el plan.

A lo anterior se agrega una situación catastrófica en el intercambio comercial de bienes, pues se estima que el déficit se elevó en un 4,0 por ciento con respecto a 1998, según datos aparecidos en la prensa. Ese año, el saldo negativo alcanzó 2785,3 millones de dólares, para una cobertura de las importaciones por las exportaciones del 34,0 por ciento, es decir, por cada dólar exportado, el país importó 3 dólares.

Si se tiene en cuenta el incumplimiento ya señalado en los ingresos brutos por concepto de turismo, más la dinámica negativa del déficit de la balanza comercial, son comprensibles las preocupaciones oficiales acerca de la situación financiera externa, más cuando a principios de 1999 la deuda externa en moneda libremente convertible era ya de 11,2 miles de millones de dólares, sin considerar los préstamos impagados a países del ex bloque soviético.

Al incremento del déficit comercial debió contribuir el deterioro de los términos de intercambio, con una notable alza en las cotizaciones de los combustibles y una sensible disminución de los precios del azúcar en los mercados internacionales, lo que no privilegia el crecimiento económico, al tratarse de los principales rubros de importación y exportación de Cuba, respectivamente.

Ahora bien ¿en qué se apoyaron las autoridades cubanas para calcular el crecimiento del PIB del 6,2 por ciento? Quizás en el aumento de la producción azucarera y agrícola en general, debido ante todo a un clima excelente para esas actividades, y a que los niveles con los que se compara fueron sumamente bajos.

La zafra azucarera de 1998 no rebasó los 3,2 millones de toneladas, la peor de los últimos 55 años. Para 1999 se planificaron 3,6 millones de toneladas y se logró producir 3,78 millones; es decir 180,0 miles de toneladas por encima del plan, un sobrecumplimiento de un 5,1 por ciento, lo que es inferior al engrosamiento informado del PIB.

La producción agropecuaria se indicó que creció en un 15,1 por ciento, muy superior al plan. Sin embargo, aún teniendo en cuenta este resultado, es improbable que influyera tan significativamente en la economía para que compensara los incumplimientos de otros sectores. De todas formas llama la atención que con tal alza productiva los niveles de precios a la población se mantuvieran inalterados. Cabe señalar el decrecimiento de la producción lechera en un 7,0 por ciento, indicativo de que continúa el deterioro de la ganadería vacuna, tiempo atrás una de las grandes riquezas del país.

En cuanto a la producción industrial no azucarera se señaló un aumento de 5,5 por ciento, ejecución superior al plan, aunque de sus 21 ramas, 5 no crecieron.

Resulta positivo el aumento de un 25,0 por ciento de la extracción de petróleo, similar a lo programado, llegándose a más de 2,0 millones de toneladas; junto a un mayor aprovechamiento del gas acompañante, a pesar de que no se cumplió el plan. Estos avances tienen implicaciones estratégicas beneficiosas para el país.

Debe subrayarse que estos resultados encierran lecciones muy importantes, pues responden a mecanismos de gestión absolutamente distintos a los aplicados durante decenios, al utilizarse la inversión extranjera y sus esquemas tecnológicos y organizativos en la prospección petrolera y la utilización del gas desperdiciado por muchos años.

Similar situación sucede con la agricultura urbana, especialmente en la ciudad de La Habana, donde se toma en consideración el mercado y están empleándose métodos efectivos para incentivar laboralmente a los trabajadores. Ambos éxitos muestran la imperiosa necesidad de reformas que permitan el desarrollo del potencial productivo existente.

En cuanto a la educación y la salud pública, que en la actualidad también conforman el PIB según la metodología vigente, no hay indicios de una recuperación que denote crecimientos espectaculares. Por el contrario, a pesar de ciertas medidas tomadas, como la elevación de los salarios en ambos sectores en 1999, persisten las tendencias negativas de años anteriores.

En la educación faltan profesores y para evitar cerrar aulas hubo que improvisar personal docente. Las condiciones materiales continúan siendo muy precarias. En la salud pública escasean los medicamentos y, aunque el personal médico y paramédico en general efectúa sus mejores esfuerzos, no se aprecian mejoras que pudieran haber contribuido al saldo tan espectacular del PIB en 1999.

Por otra parte, altas figuras gubernamentales informaron en septiembre que el PIB se había elevado en un 6,1 por ciento en el primer semestre. En esa parte del año es cuando se lleva a cabo el grueso de la producción azucarera y agrícola en general (cosecha de papas, vegetales y hortalizas, tabaco, etc.), precisamente las actividades productivas que más positivamente pudieron haber incidido en los resultados económicos de 1999. Una evidente contradicción con el 6,2 por ciento de crecimiento del PIB indicado para todo el año.

El Informe es muy limitado en datos y deja muchas interrogantes, impidiendo un examen más profundo de los hechos económicos de 1999. Incluso si se compara con el documento correspondiente a 1998, pueden encontrarse incompatibilidades en las cifras. Tales son los casos de la liquidez en manos de la población o del salario promedio mensual, para citar dos ejemplos donde ahora se plantean cifras diferentes.

Además, la información hay que tomarla con mucha reserva. En el propio documento se reconoce que de 891 entidades inmersas en el Proceso de Perfeccionamiento Empresarial, únicamente 195 poseen una contabilidad confiable, o sea el 21,8 por ciento. Si ellas, las principales del país, presentan este lamentable panorama en sus controles, es fácil imaginar la falta de solidez y exactitud de las cifras globales.

El futuro depara grandes desafíos al desarrollo de Cuba. El crecimiento de 4,0 - 4,5 por ciento del PIB fijado para el año 2000, parece improbable, teniendo en consideración el estado de la economía, bloqueada por un sistema probadamente ineficaz con presiones crecientes en las finanzas internas y vínculos económicos y comerciales externos inciertos.



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