La propaganda
Claudia Márquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, febrero - No hay nada más común en la vida de las sociedades modernas que la propaganda. Esta palabra proviene originalmente del latín propagare. Fue en 1622 cuando por primera vez comenzó a usarse. Ese año, el Papa Gregorio XV creó la
Congregación de Propaganda Fide, una organización de la Iglesia Católica establecida para difundir el catolicismo entre las poblaciones no cristianas. Con el tiempo, este término asumió otros significados. Dejó de referirse sólo a organizaciones y
designó el mensaje difundido por la organización.
En la actualidad, las técnicas más eficaces para dar a conocer, transmitir y publicitar todo el engranaje de ideas implícito en la propaganda son los anuncios de televisión, las caricaturas, los periódicos, entre otros.
En Cuba, la propaganda adquiere características que la diferencia del resto de los países del orbe. Su objetivo es puramente ideológico, por lo que todos y cada uno de los medios o técnicas utilizadas al servicio de la propaganda se centran en el propósito de
conducir, manipular, adiestrar a los cubanos "en la construcción del socialismo". Las frases o ideas divulgadas giran en torno a la incondicionalidad al sistema político y a quienes lo dirigen.
Por ejemplo, cuando pretenden llenar las plazas incitando a la población a marchar, lo importante es que todos participen y vitoreen las frases y consignas que se repiten hasta el cansancio. La intención quizás no vaya dirigida a la formación de una verdadera
conciencia comunista, sino a que muestren con sólo su presencia la incondicionalidad aún sin ser honesta. Es usual ver los rostros de quienes "tienen" que asistir obligatoriamente para mantener su status social. Abundan los comentarios detrás de la fachada, como "por
el trabajo van a hacer la lista de los participantes", o "yo soy la presidenta del Comité, este cargo no me conviene perderlo".
Cuando el cúmulo de mensajes se recibe sin alternativas, la propaganda llega a ser esclavizante. Ojalá que los cubanos, esclavos de la propaganda, logren abrir el camino para alcanzar su propio criterio personal que no necesariamente debe coincidir con el de los demás, como
falsamente se nos ha inculcado.
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