Teatro del absurdo
Lic. Oscar Espinosa Chepe, Cuba Press
LA HABANA, febrero - El II Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo se celebró en La Habana, en enero, con la participación de especialistas cubanos e invitados extranjeros. Igual que su primera versión efectuada el pasado
año, salvo excepciones, el evento sirvió de tribuna para atacar duramente el estado de la economía mundial y, en particular, la situación prevaleciente en América Latina.
Como de costumbre, los pronunciamientos dejaron al margen el angustioso panorama del país anfitrión, envuelto desde hace 10 años en una terrible crisis, con consecuencias nefastas para toda la sociedad y sin avizorarse la fecha de su término.
Es innegable la existencia en el mundo de desigualdades e injusticias indefendibles. Hoy más golpeantes, cuando la Humanidad ha alcanzado un grado tan alto en el dominio de la ciencia y la técnica, y está en marcha un proceso de interacción global que podría
hacer realidad el viejo sueño de desterrar definitivamente del orbe el hambre, la miseria y la ignorancia.
No obstante, por la politización extrema introducida en la reunión, las conclusiones de la mayoría de los ponentes se redujeron a repetir, con algún maquillaje, los manidos argumentos expuestos durante decenios por los ideólogos del finado bloque soviético
y sus acólitos, que cansonamente vaticinaron el pronto advenimiento de la crisis general del capitalismo, con su total desaparición, sin advertir que la verdadera crisis se desarrollaba en el seno de su antinatural sistema estatista, la cual acabó en el desenlace por todos
conocido.
En este cónclave también se vio el desmedido afán de culpar a los países desarrollados por las desdichas de las naciones del Tercer Mundo. Realmente, existen graves problemas y contradicciones a resolver entre el Norte rico y el Sur pobre. Asimismo, resulta evidente
que el primero tiene una significativa responsabilidad en las dificultades de amplias áreas del planeta.
Sin embargo, una evaluación que focalice las contradicciones Norte-Sur como la única cuestión a solucionar está irremisiblemente destinada al fracaso, pues ¿cómo explicar el éxito de varios países del este asiático que lograron salir
del subdesarrollo y se han convertido en naciones progresistas y avanzadas?
Ignorar, como se realizó en muchas intervenciones, serios problemas internos en países del Sur, que les impiden acceder a sociedades prósperas, no ayuda en medida alguna. Debe denunciarse la corrupción, la violación de los derechos humanos, la persistencia de
regímenes antidemocráticos, la falta de equidad, el militarismo y otros flagelos que frenan el desarrollo del Tercer Mundo; fenómenos endógenos a resolver por las propias naciones que los sufren.
Sólo admitir y magnificar las contradicciones Norte-Sur constituye una concepción reduccionista, no conducente a soluciones efectivas. Nunca como ahora ha tenido tanta validez universal la célebre frase de Manuel Márquez Sterling sobre la necesidad de oponer a "la
injerencia extranjera, la virtud doméstica".
Paradójicos resultaron algunos temas tratados prioritariamente en este Encuentro de Economistas, como la globalización, la deuda externa y la dolarización, al ser examinados en Cuba, donde las únicas experiencias obtenibles al respecto sólo sirven para conocer
en la práctica lo que no puede ni debe hacerse.
Cuba está absolutamente aislada de los procesos integracionistas que avanzan en la región. Su potencial productivo se encuentra paralizado por un mecanismo económico probadamente irracional y está vigente un virtual bloqueo informativo que niega al ciudadano el acceso
al multifacético quehacer internacional.
Respecto a la deuda externa, tan resaltada en el evento como un freno al desarrollo de América Latina y el Tercer Mundo en general, poco puede contribuir la realidad cubana como modelo a imitar. Si la deuda del subcontinente a fines de 1998 representaba un 37,2% de su Producto Interno
Bruto (PIB) a precios corrientes, la de Cuba era de un 47,0% del PIB en moneda convertible -sin considerar la contraída con el desaparecido bloque soviético- en la misma fecha y condiciones. A ello puede añadirse que los países latinoamericanos en su conjunto honran sus
pasivos, a diferencia de la Mayor de las Antillas, imposibilitada de hacerlo por carecer de capacidad de pago.
Igualmente sorprendentes fueron los ataques a la dolarización intentada en países del área, cuando en la Isla cada día con mayor vigor se impone el billete verde y la moneda nacional es marginada con gran fuerza.
En esta reunión, nuevamente se repite la historia de otros eventos sobre economía efectuados. Se critica a todos menos al país anfitrión, donde los males denunciados se desarrollan ampliamente a plena luz, sólo a unos pasos de los locales de los debates, sin
ser advertidos por los conferencistas. Situación incomprensible y absurda.
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