Papeles, papeles son
Ernestina Rosell, Cuba Press
LA HABANA, 9 de febrero - No podía creer lo que veía. Dos viejos, una mujer y un hombre, tiraban por cada extremo del periódico. Se disputaban el último ejemplar a la venta en el estanquillo.
El forcejeo iba acompañado de una fuerte discusión verbal. Mientras, el vendedor -a quien ambos viejos habían arrebatado el periódico de las manos- los instaba a concluir la reyerta, y a que uno de los dos le pagara los veinte centavos pendientes.
Al fin, el viejo abandonó su asidero e hizo, con ambos brazos, el gesto habitual y despectivo de la dejación.
El suceso sólo incrementó mi asombro. Sí, pues siempre me resultaron inexplicables esas largas colas que se hacen para adquirir la prensa nacional. Incluso, la gente se aglomera muchas horas antes de la llegada de los periódicos a los estanquillos.
Pero una riña por un periódico rompía los límites de lo absurdo.
¿Para qué?, me preguntaba, si con escuchar Radio Reloj o ver el Noticiero de Televisión es suficiente. Todos publican y omiten lo mismo.
Para colmo, la inmensa mayoría de quienes hacen las colas son personas mayores. ¿Cómo un jubilado podía gastar seis pesos al mes si las pensiones no alcanzan para vivir?
Un día, caminando por las calles de mi Habana, se disiparon mis dudas. Durante mi recorrido varios ancianos me ofertaron periódicos al costo de un peso cada uno.
Descubrí así que la adquisición de los periódicos en los estanquillos, y la venta posterior a un precio quintuplicado, se ha convertido en otro medio de vida.
La ganancia neta por la venta diaria de un periódico asciende a no menos de 24 pesos al mes. Realmente poca para aliviar la creciente carestía de la vida en Cuba.
Pero quienes se valen de este recurso para agregar unos quilos más a sus descalabrados ingresos, "marcan", es decir, piden el último en la cola varias veces, para obtener un buen número de ejemplares.
De esa forma sus ganancias mensuales pueden ser mejores, aunque siempre insuficientes para los tiempos que se viven. Sin embargo, ellos me hacen recordar a un antiguo y exitoso comerciante que siempre me decía: "La economía es cuestión de centavos".
En ocasiones, la suerte acompaña a estos "buscavidas". Cierta vez, presencié cómo un extranjero pagaba un dólar por un periódico, al decirle la anciana vendedora que costaba un peso.
Y, en otra oportunidad, un turista más avispado ripostó al vendedor que sólo le pagaría veinte centavos, según se advierte en el machón del periódico. El vendedor, satisfecho, aceptó los veinte centavos de dólar. Había
recibido cuatro pesos por un ejemplar.
Después de estas experiencias callejeras, aún quedaba una duda. ¿Y los cubanos que pagan un peso por el periódico? ¿Cómo explicármelo?
Confieso que no me resultó difícil encontrar las razones, pues el periódico cubano tiene múltiples usos, dada la escasez de papel y de muchos otros objetos necesarios.
Así, los desventurados tabloides se utilizan como capas de agua, envolturas de paquetes, fondo de cestos de basura, limpia parabrisas y otros menesteres.
Sin agravios, pues papeles son papeles.
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