Como si nada pasara
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, febrero - Del norte revuelto y brutal llegó un grupo de locuaces (¡y demócratas!) escritores yanquis. También vino en la última semana de enero un equipo de béisbol gringo.
Nos visita un barco repletico de estudiantes universitarios americanos. Uno de ellos se sienta al lado de un colega cubano y ambos coinciden en que es posible la convivencia a pesar de las diferencias ideológicas. Y así sucede casi a diario con todo tipo de personajes provenientes
de Europa, Norteamérica o la América Latina, como si en el interior de Cuba, fuera de las manifestaciones pro regreso de Elián, nada pasara.
Para los cubanos que pública o privadamente disienten del gobierno de la Isla, esas escenas en que ciudadanos extranjeros confraternizan con voceros de la oficialidad criolla son incomprensibles y grotescamente hirientes. Y esto sobre todo para los familiares de aquellos cubanos
reprimidos por el color de su pensamiento.
Veinticuatro horas después que su hijo fuera puesto tras las rejas, todavía la anciana Marta Carmona se niega a aceptar la realidad que la abruma.
- Todo parece un sueño -confiesa.
En realidad, más que un sueño trataríase de una pesadilla en la cual la señora Carmona ha visto partir nuevamente a su hijo para la cárcel injusta. Doña Marta es la madre del activista independiente de la libre expresión Víctor Rolando
Arroyo, condenado el pasado 24 de enero a cumplir seis meses de cárcel por haber adquirido legalmente e intentado repartir unos 200 juguetes (todos de menos de un dólar) en la provincia de Pinar del Río, Cuba, 2000 de nuestra era, de la era de la tolerancia.
Víctor Rolando Arroyo, ciudadano cubano, vecino de Adela Azcuy #10 entre Primero de Mayo y Gerardo Medina, Pinar del Río, es, fuera de toda duda, un hombre integérrimo. Fue hasta hace unos años un devoto creyente del marxismo, condición que le valió, amén
de un buen número de condecoraciones, un carné de miembro del Partido Comunista, habiendo llegado incluso a cumplir una prolongada misión internacionalista. De regreso a la patria fue progresivamente alejándose del oficialismo hasta que, fiel a su honestidad, hizo pública
entrega de su carné de comunista. Posteriormente integró las filas de la disidencia pacífica hasta llegar a convertirse en el más popular activista pinareño en la esfera de la libre expresión.
Si con extranjeros trata, cuán fácil resulta a la oficialidad sentarse a conversar sobre los temas que elijan ellos. Para Arroyo bien guarda sus meses en la prisión.
Así como en Cárdenas, también en Adela Azcuy esperan una pronta liberación.
A Cuba vienen y al Canadá vuelven (los turistas)... como si aquí... nada pasara.
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