CUBANET ...INDEPENDIENTE

7 de febrero, 2000



Lejos de la tierra prometida

Mario J. Viera González, Cuba Voz

LA HABANA, febrero - Parece que mi destino no será muy diferente al que le tocó a Moisés: ver de lejos la Tierra Prometida y no poder llegar a ella. Al menos Moisés, aunque no pudo llegar a la tierra de las promesas, tuvo la posibilidad de morir en libertad. A mí el destino me reserva otra suerte: estando tan cerca de la tierra de la libertad en cambio habré de morir en una cualquiera de esas sucias cárceles que el régimen de Cuba ha levantado en el país.

Decía Martí que la libertad cuesta muy cara y que había que decidirse a pagar su precio o resignarse a vivir sin ella. En Cuba, para un ex preso político, para un perseguido por sus ideas, el precio de la libertad es de 600 dólares de Estados Unidos. Una moneda y una cantidad que no siempre está al alcance de cualquier hijo de esta Isla. Es el precio que ha impuesto el gobierno de Cuba después de 1995, para acceder a abrir las puertas de la cárcel mayor.

Ganar la libertad vía el exilio en Estados Unidos es casi como un don del cielo. Primero hay que tener la suerte de que el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) estadounidense aprecie un temor fundado en el aspirante y acepte que las acciones del gobierno en contra de ese aspirante tengan carácter de persecución política, de acuerdo con las leyes de inmigración de Estados Unidos. Luego hay que recibir el permiso gubernamental de salida del país en forma de una "tarjeta blanca" por la que hay que pagar 150 dólares, y que siempre existe la posibilidad de que en cualquier momento le sea retirada al solicitante. Por último hay que contar con alguien que facilite el dinero norteamericano que se necesita para poder comprar la libertad. Y es ahí, muchas veces, como se dice a la cubana: donde se traba el paraguas.

Estando en la maloliente prisión avileña de Canaleta, recibí una citación del Departamento de Refugiados en 1995. Tuve que esperar un año para llegar ante la garita de J y Malecón, para recibir la respuesta de esperar nueva citación, que no vino a ser efectiva hasta pasado otro año, cuando una funcionaria del INS, mascando chiclet,

determinó que no podía otorgárseme el refugio.

Llegado 1999 el INS, en revisión de caso, me otorga el refugio casi a las puertas de otra prisión por una demanda de "injurias" y una amenaza de sanción por "desacato". ¡Ahhhh! Pero mi suerte no fue completa. Por uno de esos diabólicos ininteligibles crípticos códigos de interpretación de los funcionarios del INS, sólo éramos aprobados mi

esposa y yo, y denegados mis hijos.

Una pareja que frisa los sesenta años necesita un respaldo en el empeño de iniciar una vida nueva en otro país. Reclamé. Si en otros casos se habían aprobado hijos mayores, casados y con prole e incluso yernos y cuñados, ¿por qué no a mis hijos y a un hermano?

Una bonita carta, firmada por Delma Dinnel, funcionaria a cargo del INS en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, recibida varios meses después, el 12 de octubre, me comunica en dos simples párrafos redactados en un limpio estilo forense que se rechazaba mi solicitud a favor de mis familiares: "Lamento comunicarle -se lee en

el segundo párrafo de la carta fechada el 25 de agosto de 1999- que dicha solicitud (de reconsideración) no puede ser aprobada". Y concluye gélidamente: "El resultado de la entrevista que sostuvimos con usted, los documentos que presentó como apoyo a su solicitud, así como las evidencias enviadas y las circunstancias explicadas por usted, no justifican que la decisión original sea revocada".

La mentalidad burocrática es increíble. El caso es que yo había casi implorado una reconsideración atendiendo a consideraciones humanitarias, y no presenté documentos ni envié evidencias. Al día siguiente, 13 de octubre, envié una nueva carta, que no ha sido respondida, a la funcionaria a cargo Delma Dinnel, que concluí con estas palabras: "Con

toda la consideración hacia su persona, y no se trata de nada personal, puedo decirle en uso de mi libertad de opinión y de expresión que los burócratas gubernamentales sean de donde sean, en cualquier parte y circunstancias, no difieren en lo esencial ni en la Cuba totalitaria ni en el libre y democrático Estados Unidos".

La Seguridad del Estado, que me había retirado la tarjeta blanca (permiso de salida del país), finalmente me la devolvió. INS no me ha dado nueva respuesta. El Departamento de Refugiados me asignó relocalización en Arizona, donde no tengo ni parientes ni conocidos, ni me acompañan mis hijos. Y mis familiares en Miami no pueden cubrir los mil 200 dólares que a mi esposa y a mí nos permitan llegar a la tierra prometida.

El ciclo se ha cerrado, y allá, no muy distante, la puerta enrejada de una celda de prisión se está abriendo para recibirme en ella.



CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

SECCIONES

NOTICIAS
...Prensa Independiente
...Prensa Internacional
...Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
...Inglés
...Alemán
...Francés

SOCIEDAD CIVIL
...Introducción
...Cooperativas Agrícolas
...Movimiento Sindical
...Bibliotecas
...MLC
...Fraternidad de Ciegos
...Seguidores de Cristo
...Estudios Sociales
...Ayuno

DEL LECTOR
...Cartas
...Debate
...Opinión

BUSQUEDAS
...Archivos
...Búsquedas
...Documentos
...Enlaces

CULTURA
...Artes Plásticas
...Fotos de Cuba
...Anillas de Tabaco

CUBANET
...Semanario
...Quiénes Somos
...Informe 1998
...Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887