Por primera vez en décadas un acto masónico en el Parque Central
LA HABANA, 2 de febrero (Jaime Leygonier, APIC) - Antes de las cinco de la tarde del 28 de enero ocurrió algo desusado en la esquina del cine Payret, en Prado y San José. Se congregaban hombres, que tras ser anotados en una lista y a veces susurrar una palabra al oído
recibían un trocito de papel verde que prendían de su ropa como identificación.
Conversadores, afectuosos, engrosaba el grupo. Unos pocos de traje y corbata; los más, vestidos con sencillez, y algunos en ropa de trabajo.
Cerca de las cinco, dos abanderados elevaron en sus astas la enseña cubana del triángulo y la estrella, y otra desconocida, verde, con una colmena y siete abejas doradas en el centro: la bandera masónica que desde hacia cuarenta años no se desplegaba al sol.
Unos ciento veinte masones formaron de cuatro en fondo y siguieron a las banderas que ondeaban y al Venerable Maestro de la Logia Unión Latina, quien los encabezó portando las flores, cruzaron al Parque Central y circundaron la estatua de José Martí atrayendo la
curiosidad de los eternos discutidores de béisbol de ese parque y de algunos turistas con cámaras fotográficas.
El Venerable Maestro, Asdrubal Adonis Pagés, colgó del pedestal el cojín de flores cuya cinta rezaba: "Al Apóstol Martí. Sus hermanos masones". Y abrió y cerró el acto agradeciendo a los presentes su apoyo, subrayando que ese acto
rescataba una tradición, y que no era privativo de su Logia sino de todos los masones.
Me hizo el honor, como pasado Maestro, de otorgarme la palabra, y me referí a la trayectoria y cualidades masónicas de José Martí negadas o soslayadas en la enseñanza de la Historia en las últimas décadas, y a la tradición rescatada de
acudir allí el 28 de enero las diversas organizaciones que hoy llamaríamos no gubernamentales.
El acto no fue convocado y tramitado con las autoridades por la Gran Logia, sino por la Logia Unión Latina que, pequeña en membresía pero activa, despertó tal entusiasmo que estuvieron representadas allí más de 37 Logias.
El acto tuvo protección policial, y no fue de lamentar provocación alguna que desvirtuara su carácter apolítico.
Cuando concluyó los participantes se congratulaban unos a otros, expresando algunos "se rompió el hielo" aunque opinando que no se trata de "apertura" sino de "coyuntura".
Aún sobran prejuicios y temores para normalizar el actuar social de la masonería. Como lo demostró la prohibición de vestir los mandiles masónicos.
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