CUBANET ...INDEPENDIENTE

3 de febrero, 2000



Exige de nuevo Rodríguez Lobaina acceso para todos a la universidad

Carta al Ministro de Educación Superior, Dr. Fernando Vecino Alegret

Ciudad de La Habana, 28 de enero del 2000

Dr. Fernando Vecino Alegret
Ministro de Educación Superior

"La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de los vicios es, sobre todo, la propagación de la cultura" - José Martí.

Sr. Ministro:

Cuatro años han transcurrido desde que elevamos a este Ministerio, que Ud. preside, un proyecto de reajustes en planteles universitarios, análogamente a otras instancias del gobierno cubano. La respuesta oficial: La represión y el silencio.

Conozco de sus métodos y empeños en devolver a nuestras universidades el prestigio académico que antes fueron forjas del pensamiento redentor y orgullo de la nación. Pero esto no será posible de lograr si persisten las medidas discriminatorias y de exclusión contra quienes, ejerciendo el legítimo derecho de opinión, discrepan de la forma en que ha sido sustituida en estos centros la doctrina del saber por la política de la obediencia.

"Universidades para los revolucionarios". Esta manida y manipulada consigna contradice su propio enumerado, porque niega la oportunidad al más capaz en favor del más obediente; solapa el oportunismo y la doble moral. Este lema, además de ser excluyente, encubre innobles propósitos, al impedir que hijos de esta patria -con los mismos derechos de todos- en su condición de docentes o alumnos no tengan acceso al escenario de estudios más importante de la sociedad por causa de opinión contestataria al sistema.

La Universidad, señor Ministro, como todo lo que compone el bien público de la nación, no pertenece a gobierno de turno ni a partido político alguno; mucho menos a camarillas personales, quienes sustentadas por la fuerza y arropadas en discursos seudopatrióticos pretenden perpetuarse en el poder para privar a los ciudadanos de los más elementales derechos. Excluir de la educación o de cualquier espacio de la nación a quien exprese libre y democráticamente su opinión constituye, ante todo, una afrenta a la nación. Nadie tiene el derecho, invocando el sagrado nombre de la patria, para discriminar, oprimir, vejar y silenciar a cualquiera de sus hijos.

La libertad, Sr. Vecino, no es una prerrogativa que puede conceder una persona a otra. La libertad es una condición humana y como tal debe ser ejercida y respetada. Quien la posee la disfruta, quien la carece, la conquista. El hombre libre no debe más obediencia que a la nación que ha de asegurar libertad, igualdad y paz para todos sus hijos, al amparo de la justicia hecha ley. Ejercer estos derechos sin opresión ni manipulación debe ser la aspiración de todo gobierno democrático.

En un discurso ante delegados extranjeros, señalaba Ud. el afán del Ministerio que representa en lograr la excelencia universitaria en todos los centros de Educación Superior del país. Para esto elaboraron una estrategia que supuestamente coronaría esos propósitos. Este documento, por paradójico que sea, lo conocí por versión en la prisión donde me encontraba recibiendo el más terrible ostracismo y los más crueles maltratos físicos y psicológicos por el simple, pero impostergable deber de reclamar pacíficamente los derechos fundamentales que le asisten a cada cubano. Me pregunto: ¿Cómo alcanzar la excelencia universitaria cuando están cercenados los derechos a los cubanos de expresarse con entera libertad, tener un pensamiento en divergencia con el dictamen oficial y limitado el acceso a estos centros como nunca antes ocurrió?

La universidad es el centro donde concurren las más variadas tendencias del pensamiento, con absoluta libertad, para que la verdad brote fértil y abonada por el ejercicio de la razón, que es muy diferente al uso de la fuerza. La universidad como espacio de análisis polémico, tiene necesariamente que disponer de la libertad para que, del debate abierto y franco, surja la luz del conocimiento. La falta de libertad mutila la iniciativa personal y el pensar es cautivo de un dogma.

Simboliza la universidad el Alma Mater, que con sus brazos abiertos recibe a todos sus hijos sin exclusión ni diferencias. Como la madre que no aparta de su seno al hijo que viene a recibir el alimento indispensable para la vida. Resulta por tanto un crimen para la nación negarle el derecho de igualdad a cualquiera de sus hijos, si éste no carga con más culpa que la culpa de salvar a los que por temor callan o murmuran.

Es imposible concebir a la universidad ajena a los procesos políticos y sociales que vive la nación; pero resulta lesivo aceptar en estos centros una ideologización forzosa, parcializada y totalitaria en favor de una clase, partido político o dogma; como resulta una afrenta aceptar que se continúe hurgando en textos de nuestros pensadores, en busca de la frase que pueda servir de consigna, cuando se omite la cabal interpretación de su ideario. Hiera el rayo y fulmine a quienes, faltos de argumento propio, recurren al Apóstol y otros héroes patrios para solapar intereses personales y camarillas de poder.

Un ardid muy recurrido cuando se critica alguna estructura de poder oficialista, redunda en atacar y condenar a los opositores como "traidores" y "anexionistas". Con esto, allanan el camino de la represión, desvían la atención de los grandes males de la nación y establecen leyes violatorias de derechos que entronizan las dictaduras. Esto es una villanía. Al negar la libertad individual, que sumada constituye la libertad de la nación, se violan en consecuencia los preceptos y regulaciones que internacionalmente aseguran a todas las personas del mundo -sin que éstos sean considerados traidores o anexionistas- la paz, la justicia y la libertad a todos los miembros de la familia humana.

¿Por qué no acabar de aceptar que la UNIFORMIDAD es un supuesto idílico que deforma la voluntad de los hombres y sumerge a la nación en la más horrible pobreza espiritual y material?

Abramos, señor Ministro, nuestras universidades a todos los hijos de la patria, sin exclusión ni fronteras, sin discriminar a nadie por causa de opinión política, credos religiosos o color de la piel. Abramos las universidades a los más capaces. Abramos las universidades al libre pensamiento, para que emerjan, como el Sol que cada día nos alumbra, la verdad y la razón. Entonces, señor Vecino, será la excelencia de la nación que siempre estaremos dispuestos a defender, aún desde la oscuridad de un horrible calabozo. Porque antes de la luz fue la tiniebla.

Que Dios os alumbre por senderos de paz.

DIOS, PATRIA Y LIBERTAD

Respetuosamente, queda de Ud.,

Néstor Rodríguez Lobaina
Director Movimiento Cubano Jóvenes por la Democracia
Proyecto UNIVERSITARIOS SIN FRONTERAS

Cc: Dirección Nacional de la FEU



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