Para engordar el becerro
Mario J. Viera González, Cuba Voz
LA HABANA, febrero - Recientemente el ministro cubano de la Agricultura, Alfredo Jordán Morales, declaró a un cronista gubernamental que todas las ramas de la agricultura habían tenido avances en 1999, "exceptuando a la ganadería, donde no se cumple el plan de
leche". La razón, según el alto funcionario, fue el no haber trabajado con más previsión. Si la zafra ha sido en los últimos años un gran problema para el gobierno comunista, la ganadería ha sido su más colosal fracaso.
Cuando el gobierno confiscó los hatos ganaderos de los mayores hacendados del país prometió un futuro muy semejante al de la Tierra Prometida de Moisés, donde manaba la miel y la leche. Se emprendió un intenso programa de inseminación artificial para
sustituir la masa de ganado Cebú, poco productora de leche, por una mejorada a partir de caros ejemplares de Holstein importados del Canadá. Sin embargo, la leche y la carne vacuna tuvieron que ser racionalizadas, pues los ambiciosos planes no se cumplieron y, luego del descalabro del
sistema mundial del socialismo real, la carne se convirtió en un producto exótico en las mesas de los cubanos.
Contra todo lo previsto, y a pesar del gran número de técnicos y especialistas pecuarios que el gobierno formara, los índices de natalidad eran bajos en tanto que la mortalidad del ganado crecía. En todo momento los análisis reflejaban la misma observación
hecha ahora por Jordán: "falta de previsión".
Con la llegada del "período especial" el acto delictivo del hurto de ganado mayor creció hasta niveles que resultaban ruinosos para el sector, lo que obligó al gobierno a dictar rigurosas medidas penales para reprimirle y establecer estrictos mecanismos de
vigilancia. Después de la aprobación de la Ley 87, que agrava las normas del Código del Penal, el cuatrerismo descendió en cierta medida con respecto a años anteriores.
En su edición del día 24 de enero el semanario Trabajadores informó que en Santiago de Cuba la policía detuvo a siete individuos como presuntos autores de los delitos de hurto y sacrificio ilegal de ganado, a los cuales les imputa la realización de 23 hechos de
este tipo. La policía de Santiago dio a conocer también la detención de otras dos personas a las que señalan como los principales distribuidores de la carne, y a otros dos de quienes dicen eran los custodios de la finca donde se sacrificaban y descuartizaban las reses.
Ampliando la información, el rotativo señala que Santiago de Cuba lleva cuatro años consecutivos reduciendo este tipo de delito, llegándose en el pasado año a una reducción del 44 por ciento, que representa unas 700 cabezas de ganado menos con respecto a
las ilegalmente sacrificadas en 1998.
Aún sin unas estadísticas precisas a mano, y basándonos en las vivencias de los años anteriores a 1959, el robo de ganado para su sacrificio y venta clandestina era prácticamente inexistente en Cuba. De tal modo que la figura delictiva del sacrificio ilegal de
ganado mayor y venta de sus carnes que recoge la Ley 62, Código Penal vigente, no estaba prevista en el Código de Defensa Social que rigió antes de la actual ley.
Una cosa trae la otra. El sector pecuario de la economía no garantiza un adecuado suministro de carne, entonces, esta necesidad del mercado viene a ser cubierta por la actividad delincuencial.
Hay un refrán que expresa la eficiencia de un propietario real sobre cualquier otro ocupado en una determinada actividad productiva: "El ojo del amo engorda al caballo". A quien le duele le duele. Nadie suda la fiebre de otro. La propiedad diluida en lo colectivo carece del
incentivo motriz para garantizar su eficiencia. En toda actividad económica el propietario que no sabe ser eficiente sufre directamente las consecuencias. Quien no goce directamente los beneficios, y no sufra en carne propia las pérdidas, no se sentirá comprometido con su
actividad y, lo que es peor, hará todo lo posible por ahorrarse esfuerzos y sacrificios que no le reportarán ni ventajas ni trastornos. Y esto es evidente en la producción agropecuaria.
Como un ejemplo de lo anterior sirva la crítica que el periódico Trabajadores le hace a los pecuarios de la UBPC ganadera de Breñas, en la localidad cienfueguera de Cumanayagua. Esta UBPC (Unidad Básica de Producción Cooperativa), tan ineficiente como las
otras que mantiene el Ministerio de la Agricultura (MINAGRI), desde su creación sólo ha reportado pérdidas, y en 1999 incumplió sus planes de producción de leche, nacimiento de terneros y gestación de vacas.
Según el periódico que oficialmente representa a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) esta UBPC de la Empresa Ganadera El Tablón "no ha sido capaz de dar solución a muchos de los graves problemas que ensombrecen su labor con acentuada insuficiencia en el
aseguramiento de la alimentación de la masa bovina de que dispone", y entre los graves problemas que se le señalan se enumera la elevada mortalidad de terneros, el pobre autoabastecimiento y la lentitud para solucionar el abastecimiento de agua al ganado.
Estas deficiencias serían inimaginables en un guajiro propietario de una determinada masa vacuna. Las vacas que murieran por esos descuidos serían las suyas, pero los 167 trabajadores de la UBPC de Breñas a los que se les denomina "cooperativistas" no son dueños
del ganado que atienden, no son dueños de nada ni han unido sus propiedades para trabajar en cooperación. La tierra y el ganado pertenecen a la empresa estatal El Tablón, y ésta es propiedad del Estado. Es decir de nadie. No hay amo ninguno en Breñas para hacer
que engorde el becerro.
"La asamblea de los ganaderos de Breñas -concluye Trabajadores- deja claro que la ausencia de espíritu crítico y de alerta permanente ante la indiferencia y la inercia en el trabajo están en el origen mismo de la insuficiencia". Sin embargo, el periódico
gubernamental se equivoca de plano: la indiferencia está motivada por el régimen de tenencia de la tierra, no por falta de espíritu crítico, sino por falta de interés práctico. Cuando esos 167 pecuarios, y otros muchos, sean propietarios en efectivo y
dispongan libremente de sus producciones sin exigencias gubernamentales, entonces, habrá leche y habrá carne, y no existirá la necesidad de una cartilla de racionamiento casi tan vieja como la vieja revolución cubana.
Definitivamente: "El ojo del amo engorda al caballo" y, por qué no, engorda también a las vacas.
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