Operación Video
Iván García, Cuba Press
LA HABANA, febrero - Luis Menéndez, de 51 años, dueño de uno de los mejores bancos de películas de La Habana no había salido aún del letargo, cuando a las siete de una fría mañana del mes de enero lo despertó un oficial del
Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), el FBI cubano.
Después de un registro en su hogar, le ocuparon más de 400 cassettes, tres "videocaseteras" y le pusieron una multa de 1,500 pesos (75 dólares), equivalente al salario de siete meses de cualquier obrero en la Isla.
De nada valieron las súplicas de la esposa de Menéndez. Ahora, Luis piensa apelar a los tribunales, para ver si, al menos, puede recuperar los cassettes y las tres reproductoras. Pero no está muy seguro de lograrlo. No se considera un delincuente. "Lo que hago es ilegal
porque así el gobierno lo estima, pero alquilar filmes no es ningún delito".
Luis Menéndez hasta ese momento pensaba que entre tanta corrupción, robo, prostitución y drogas, los propietarios de los bancos de películas serían las últimas personas en los que la policía se fijaría. Se equivocó.
El y otras personas creen que la causa para la relampagueante operación policial fue la circulación de videos donde se mostraba al niño de seis años Elián González regodeado y feliz entre juguetes y regalos lujosos. Algo que, según se comenta, el
gobierno no podía permitir: desde el 5 de diciembre Cuba libra una batalla mundial por su repatriación y para ello emplea una gran cantidad de tiempo y recursos.
"El gobierno no puede permitir que cintas clandestinas muestren una versión distinta de la oficial, donde se ve a un Elián triste, cabizbajo, deseoso de regresar a su pueblo natal", dice la esposa de Menéndez. Se especula que éste fue el detonante para
pasarle factura a los bancos de video. Un oficial del ministerio del Interior aseguró que no es por los videos con Elián o los del Show de Cristina, programa miamense marcadamente anticastrista, que se dio la orden de detener el negocio de alquiler de películas.
"Es porque los dueños se estaban enriqueciendo. Ganaban entre 500 y mil pesos diarios (de 25 a 50 dólares) sin sudar la camisa", dijo el oficial.
Por las leyes cubanas, sólo el Estado es el autorizado para distribuir y alquilar filmes. Mientras que un particular cobra cinco pesos por día, las casas oficiales de alquiler cobran cuatro veces ese valor: un dólar diariamente por cinta.
En las dos ofertas, los contenidos regularmente son pésimos. Salvo excepciones, los bancos estatales, como los privados, están llenos de bodrios cinematográficos, con mucha sangre y sexo y escasa calidad artística. Pero a muchos cubanos le resolvían el
entretenimiento.
"Imagínese, con sólo dos canales de TV y con la excesiva y cansona propaganda por el regreso de Elián, alquilábamos películas o telenovelas y matábamos el tedio", confiesa Ana Pérez, de 63 años, ama de casa.
Otros afectados son los que poseen antenas-satélites, quienes para burlar la vigilancia policial las escondían en tanques de agua vacíos en las azoteas de sus casas.
En coordinación con el ministerio de Comunicaciones, la policía dispone de varias camionetas con equipos capaces de detectar las señales de dichas antenas caseras por muy ocultas que estén. Cuando descubren una, la incautan y a los dueños se les multa con no
menos de 1,500 pesos.
Todo este operativo policial cuenta con la estrecha colaboración del SUVP (Sistema Unico de Vigilancia y Protección), que al igual que los CDR existe en todas las cuadras de todas las provincias cubanas. La reacción de las personas ante la nueva medida gubernamental es de
descontento.
Ahora, para los cinéfilos domésticos, si quieren ver a Tom Hanks, Robert de Niro o Jennifer López, tendrán que pagar más caro y en dólares. Por decreto estatal, le quedan dos opciones: ver la generalmente aburrida y atosigante programación de la
TV cubana o irse a la cama más temprano.
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