CUBANET .INDEPENDIENTE

29 de diciembre, 2000


Habaneros al borde de la desesperación

Moraima Pires, Grupo Decoro

LA HABANA, diciembre - Concluyeron las intensas y recientes lluvias que azotaron la ciudad de La Habana y provocaron 200 derrumbes, dos víctimas fatales, varios lesionados y millones de pesos en pérdidas materiales. Sin embargo la verdadera tragedia comienza ahora: 392 nuevos damnificados perdieron sus pocas propiedades y hasta seres queridos, en un país cuyo gobierno puede hacer muy poco por ellos.

Las familias afectadas fueron trasladados hacia locales improvisados, eufemísticamente bautizados como "centros de tránsito" por los funcionarios de la Vivienda. En general, estos lugares son amplios espacios carentes de lo indispensable para la vida humana. Algunos apenas tienen iluminación, presentan poca ventilación, insuficientes instalaciones sanitarias y adolecen de la menor privacidad familiar, como sucede en el de San Miguel entre Galiano y Animas, en Centro Habana.

En otros, como el ubicado en el Centro Deportivo "Ponce Carrasco" -sito en Lucena y Concordia, Centro Habana- los necesitados deben dormir en el piso o sobre una colchoneta de espuma de goma, los retretes no funcionan, las heces fecales son vertidas en sus áreas aledañas y provocan un hedor insoportable. El robo, las discusiones entre los núcleos familiares y entre éstos y los funcionarios municipales de la Vivienda constituyen hechos cotidianos a pesar de que existe reglamento interno y guardia las 24 horas del día.

Cocinar en esos lugares está prohibido. El alimento, mal elaborado y de la peor calidad, es traído desde comedores vecinos. Los mayores de 7 años no tienen derecho al desayuno. La higiene es insuficiente en los locales y en los mismos coexisten por igual personas honradas y antisociales.

Una vez que las familias afectadas son trasladadas a los llamados albergues las condiciones mejoran un poco. Estas dependencias existen en todos los municipios de la capital cubana. Por regla general su funcionamiento y características son comunes. Los más conocidos, por la cantidad de gente que reciben, pertenecen a los municipios Guanabacoa, Centro Habana, Marianao y La Lisa. En estos sitios las familias pueden pasarse el resto de sus vidas sino tienen la suerte de recibir un apartamento o local que requiera reparaciones ligeras o que le concedan a un familiar el derecho a construirlo en una microbrigada con su propio esfuerzo, luego de 4 ó 5 años de trabajo.

Tomemos como ejemplo el albergue El Chico, ubicado en La Lisa, que ocupa las instalaciones del otrora tecnológico "Juan Pedro Carbó Serviá". Allí viven familias de varios municipios habaneros. Algunas de ellas provienen de otros albergues y llevan 10 o más años en estas condiciones.

El régimen disciplinario existente permite la elaboración de alimentos en los cubículos familiares, así como gozar de cierta privacidad. No se les permite a los conviventes la ingestión de bebidas alcohólicas ni que reciban visitas ajenas a la instalación, motivo por el cual se les entrega credenciales a los albergados allí a fin de que sean identificados por sus celadores.

Algunos albergados que prefieren el anonimato califican de desesperante su actual situación: la enorme distancia entre la instalación y sus centros laborales, el deficiente transporte y los pocos medios de comunicación, los frecuentes robos y asaltos sexuales, las agresiones físicas que sufren los vecinos, las complicaciones para trasladar a los enfermos de urgencia hacia el hospital más cercano, la falta diaria de fluido eléctrico, la imposibilidad de salir o entrar a el área cuando llueve, los mosquitos, ratas y otras alimañas que pululan por todas partes y que constituyen vectores transmisores del dengue, la leptospirosis y otras enfermedades; son razones más que suficientes para hacer insoportable la estancia en esos lugares.

Pero lo peor es que la historia se repite todos los años, con mayor o menor intensidad. Son decenas de viviendas que se desploman y cientos los damnificados. El 70 por ciento de los edificios múltiples de vivienda en los municipios Centro Habana y Habana Vieja se encuentran en mal estado estructural o declarados inhabitables, como resultado del abandono en que se encuentran desde hace décadas.

Si las autoridades cubanas no adoptan medidas tendentes a solucionar definitivamente tan grave situación social no sólo habrá un mayor por ciento de habaneros sin casas en los próximos 15 ó 20 años, sino que los dos municipios más antiguos de la ciudad serán barridos por las inclemencias del tiempo y los desastres naturales por un lado, y la incomprensión de falta de atención de los gobernantes, por el otro.


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