Y sin
embargo... existen
Esteban Salas, CPIC
CAMAGÜEY, diciembre - Como flores de cactus en medio del espinoso
panorama político cubano continúan milagrosamente abiertas las
bibliotecas independientes, alternativa para la supervivencia de la libertad de
expresión.
La disidencia en las provincias de Ciego de Avila y Camagüey se tomó
muy en serio la apertura de tales espacios y constituyó, meses atrás,
la primera en Camagüey y número 51 del país, cuya sede es la
casa de la vicepresidenta nacional del Partido Cubano Demócrata
Cristiano, Dulce María Suárez. En Morón, Ciego de Avila,
también se fundó uno de esos centros, y en ambas ocasiones el acto
de apertura sobrepasó el medio centenar de personas, que sin temores
entonaron el himno nacional y declamaron poemas patrióticos ante la
presencia de líderes de diversos grupos disidentes.
De más está decir que a cada momento se esperaba la intervención
de la policía política que, hasta la fecha, se ha hecho de la
vista gorda ante estas manifestaciones de sociedad civil.
Sin embargo, analistas independientes aseguran que la relativa calma
constituye una maniobra que juega con los intereses del sistema y que apenas lo
consideren necesario arremeterán en contra de las bibliotecas
independientes de esta zona del país, donde se encuentran libros de
diferentes tendencias políticas, temáticas técnicas y
literatura universal.
Estos centros culturales carecerían de trascendencia política
en cualquier parte del mundo democrático, donde cada cual lee lo que
desea sin que lo acusen de estar en posesión de "propaganda enemiga".
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