¿Qué
pasaría?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, diciembre - Líderes políticos, analistas
sociales, economistas y hasta el más simple comerciante determina sus
futuras acciones luego de considerar los eventos previos. La Cuba de hoy marcha
inexorablemente hacia el cambio. Todos reconocen, ya sea abiertamente o a
hurtadillas, que el actual status quo no tiene ni la voluntad política ni
la capacidad real para llevar al país por el camino que le urge, y el
tiempo de tomarlo se le agota.
La avalancha ideológica del 2000 demostró cuán frágil
es el régimen y cuán diversas y críticas son sus
dificultades en el plano social, tema en el que muestra su mayor preocupación.
El engañoso eslogan de la cercanía de la luz al final del
camino ha sido transformado en un revitalizado enfrentamiento respecto al
diferendo con el vecino del Norte. Y los presuntos logros económicos que,
en teoría, nos sitúan por sobre más de las tres cuartas
partes de los países del mundo, en la práctica sólo
generan, hasta en los más fieles seguidores del caudillo, un mohín
indescifrable.
Lo ocurrido en la década pasada, al abandonar casi todo el bloque
comunista estrepitosamente la línea más ortodoxa de la izquierda y
su acercamiento en menor o mayor grado a las ideas democráticas, y que
hasta la fecha no se haya producido un retorno, es un signo significativo.
El régimen de Cuba le teme a lo que se gesta en el interior de cada
ciudadano. Ahí no hay agentes de inteligencia que logren infiltrarse y
conocer secretos. La frustración y el desencanto llevaron a otros hacia
el camino de la emancipación, y la Isla, sus residentes y realidad tienen
un gran parecido con aquellos días de la pasada década.
Los recientes acontecimientos de Yugoslavia, donde el voto popular dio al
traste con el poder absoluto, tienen a más de uno con pensamientos nada
halagüeños. ¿Qué pasaría si se realizara un
plebiscito en este final de año, teniendo en cuenta los antecedentes que
en nada favorecen a los actuales gobernantes: el crecimiento de la oposición
y la represión; el mejoramiento, en teoría, de ciertos indicadores
económicos y en la práctica mayor pobreza; la apatía
generalizada que ya es aceptada incluso por miembros de la alta nomenclatura y
que se demuestra en los reiterados incumplimientos en la esfera productiva,
decadencia de los servicios e incuestionable indisciplina social?
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