Canción
para Alina. Un ser añorado
Miguel A. Ponce de León, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, diciembre - Querida Alina: Llegando a casa, después que un
sol achicharrante brillara en un cielo muy azul sin nubes, la oscuridad, acompañada
de ráfagas de viento fuerte y lluvia, tomó esta parte de la
ciudad. Eran las 2:30.
El mercadillo de artesanía y pintura que hay en la calle Tacón,
frente a mi casa, fue cubierto, tenderete por tenderete, por miles de enormes plásticos
blancos. La loma de la Cabaña y su fortaleza desaparecieron de mi vista.
Entré en casa. ¡Qué cansancio, Alina, produce este país
para aquéllos que (casi) no duermen! ¡Hace falta soñar y eso
aquí está prohibido! De todas maneras necesité ir al
mercado a comprar vegetales. Pude ir aunque llegué arrastrándome.
Ahora son las diez y treinta de una fría noche de diciembre en esta
Habana Vieja. Hoy es el cumpleaños de una amiga que conoces y el mío
será mañana.
El regalo que me han hecho este año es que ese día, el 20 de
diciembre, se pondrá a la venta en Madrid un libro con una selección
de crónicas que he publicado en CubaNet. Su título: Crónicas
desde La Habana. La publicó la editorial Ars Milenium.
Tú me conoces, rara Alina. Sabes que soy más neurótico
y paranoico que muchos de nuestros amigos que están bajo tratamiento
siquiátrico aquí, allá y acullá. Hoy en una llamada
telefónica se me preguntó si ya tenía el pasaporte español
en mis manos. ¡Benditos seres que viven fuera de este archipiélago!
He tenido que hacerles entender que para lo que ellos desean, que vaya y esté
en España unos meses, necesito sacar el pasaporte cubano, o sea, 50 dólares
(creo que 75 ahora), un carta de invitación que costaría alrededor
de 140; 20 dólares por el tax del aeropuerto y lo que cueste el pasaje en
la línea más barata que toque Madrid desde La Habana. ¡Ah! Lo
más importante!: la tarjeta blanca o permiso de salida del país,
que cuesta 150 dólares. Y ahí reside mi problema: en la famosa
tarjeta blanca.
En el año 96 fui invitado a USA, y tuve la "suerte" de que
me pusieran un cuño en el pasaporte y me dieron una hoja doblada en la
sección de intereses. La hoja doblada me invita a optar por la visa
norteamericana el año próximo, pero del viajecito este año
(96) a Disneyland, nananina. No sufrí. Tenía cuatro bellos
billetes verdes estampados con el rostro de Benjamín Franklin en el
bolsillo, que me permitieron muchas cosas. Una de ellas, invitar a un paladar
elegante e ilegal a mi amante, para que probara por primera vez en la vida la
langosta Termidor. Le gustó.
Lo interesante del asunto es que en la oficina de inmigración cubana
me explicaron que yo, como director del ISPJAE, necesitaba la liberación
del ministro para poder salir de Cuba. No "entendían" que yo
nunca había sido en Cuba director de nada. Querían la dichosa
carta de liberación de un ministro que no existía, y que tenía
bajo su control un organismo que tampoco existía. ¡Oh, délfica
Alina! Ni aún siendo yo español tengo la seguridad de que los
escribas del faraón me permitan salir porque sigo poseyendo la
nacionalidad del paraíso del cual todos (o casi todos) quieren huir. "Debido
a la ley de ajuste cubano" que "obliga" a que los seres de estas
islas se lancen al mar, con tal de llegar a las costas floridanas, aún a
costa de sus vidas, según opina tu padre.
¿Mi edificio? Tú lo conoces. La pandilla, más
solapadamente ahora, sigue ejerciendo sus funciones múltiples: del robo a
la marihuana; de ésta a la coca; de la coca a la paladar ilegal y venta
de excelentes Cohibas falsos. Peligrosos, en fin, e instrumentos de un poder
corrompido. ¡Qué bien hiciste en huir y llevarte a tu hija! ¡Gracias
por dejar a Natalia Revuelta en Cuba!
Mi Habana Vieja, Alina, se embellece y prostituye, como la gran Babilonia,
bastante rápidamente, aunque el resto de la ciudad esté al borde
del derrumbe.
Llego a los cincuenta y seis años, reina de los efebos, algo
achacoso, pero no demasiado, harto de ver y escuchar por parte de la
nomenclatura el mismo discurso con elementales variantes para pueblos
descerebrados. Recuerdo unas palabras de Che a principios de los sesenta. Dentro
de diez años Cuba tendrá un nivel de vida superior al de USA.
Recuerdo también que tu progenitor nos habló de leche llegando en
tuberías a las casas en mismos sesenta.
Los promesas, menos altisonantes, retornan.
Ahora escucho por la radio del país que la empresa socialista es más
eficiente que las existentes en los países capitalistas. ¿Pero esto
es socialismo? ¿No es un capitalismo de estado?
Huyo, Alinita, de Sidharta, de Hesse, y me refugio en Stephen King. ¡Qué
salto al vacío! Pero la caída es excitante y esto en un país
donde en cuarenta y un años no ha cambiado casi nada, y en el que todo es
secreto estatal.
Galathiel que huiste de Saurón con muchos libros de más,
peluca rubia y pasaporte falso. Mueve tus caracoles, incítalos a que me
sean propicios. Necesito huir por un tiempito.
Que la bulimia y la anorexia permanezcan siempre alejadas de ti.
Tu Bilbo Bolsón
Ponce
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