Más
ruido que nueces
Oscar Espinosa Chepe, economista independiente
LA HABANA, diciembre - El presidente de la Federación Rusa, Vladimir
Putin, visitó Cuba entre el 13 y el 17 de diciembre. Su estancia tenía
una singular importancia para el gobierno de La Habana, tanto desde el punto de
vista político como económico. El aislamiento de Cuba se ha
agudizado en los últimos tiempos debido al deterioro de las relaciones
con España y México, países de gran peso para la Isla, por
lo que un acercamiento a la inmensa nación euroasiática podría
verse como una alternativa positiva.
En lo económico, con la considerable alza de los precios del petróleo
y la posibilidad de proseguir los acuerdos de azúcar por combustible
ruso, la perspectiva de poder reiniciar los proyectos de la era soviética
paralizados y garantizar suministros de piezas de repuesto e insumos para el
considerable volumen de maquinaria y equipos de procedencia rusa, comprendidos
también los de índole militar, el Sr. Putin era esperado con ilusión.
La prensa del patio antes de la visita desplegó optimistas
comentarios los cuales, aunque reflejaban cierto realismo al reconocer la
imposibilidad del regreso a los "buenos viejos tiempos soviéticos",
auguraban un mejoramiento sustancial de las relaciones cubano-rusas.
Sin embargo, al marcharse el Sr. Putin puede constatarse que los resultados
no parecen ser muy alentadores. Las conversaciones transcurrieron con una
velocidad inusitada, en el marco de una retórica llena de generalidades y
con planteamientos formulados por ambas partes en múltiples ocasiones
anteriores, lo que pudiera ser muestra del poco entendimiento entre los
presidentes. A ello se añade la ausencia de intercambio de
condecoraciones al más alto nivel, algo tan usual en estas oportunidades.
Esta situación era previsible. Antes de su arribo, el mandatario ruso
definió su posición política en una entrevista ofrecida a
la televisión y la prensa cubanas en Moscú, al expresar su opción
por "transformaciones de mercado y una amplia democracia en el sentido
directo de la palabra". Para describir el ambiente prevaleciente en Rusia
indicó: "En estos momentos los políticos de orientación
de izquierda están de acuerdo, y en realidad se pronuncian a favor de las
reformas de mercado", de lo cual puede deducirse que en Rusia nadie está
interesado en volver al pasado.
En cuanto a las relaciones internacionales, el Sr. Putin repitió
durante su periplo antillano las conocidas posiciones de su país,
incluidas ciertas diferencias con Estados Unidos, pero en una conferencia de
prensa dejó bien aclarada la inexistencia de una alianza con Cuba "contra
ningún tercer país ni tampoco contra los Estados Unidos".
Los documentos suscritos en esta ocasión se distinguen por su falta
de relevancia, reduciéndose a temas jurídicos, fiscales, de salud
e historia de los vínculos diplomáticos. Se firmó un
documento crediticio que, según parece, se refiere a la prórroga
de un préstamo anteriormente otorgado por Rusia y aún no utilizado
por las empresas cubanas; así como un protocolo comercial para los años
2001-2005, sin darse detalles al respecto.
En ningún momento se comunicó acerca de algún convenio
para la continuación de proyectos inconclusos de la época soviética
(incluida la famosa atomoeléctrica de Juraguá), y llamó la
atención el silencio respecto a los tradicionales intercambios de azúcar
por petróleo y sobre la colosal deuda cubana.
En resumen, lo publicado parece indicar que tanto en lo político como
en lo económico los resultados de la visita del presidente Putin no
respondieron a las expectativas creadas por la prensa cubana. No podría
ser de otra forma. En el contexto de sus dificultades y obstáculos que le
ha legado el pasado, Rusia ha decidido avanzar por el camino del libre mercado y
la democracia mientras las autoridades cubanas, estancadas en el pasado,
enrumban los destinos nacionales en sentido contrario.
Por otra parte, en el plano económico resulta dudosa la canalización
de los aún reducidos recursos rusos hacia una economía en ruinas y
de alto riesgo, de cuya administración Moscú tiene las peores
experiencias. En tales circunstancias es lógico el resultado de este
encuentro, que se ha realizado con mucho ruido y pocas nueces.
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