CUBANET .INDEPENDIENTE

18 de diciembre, 2000


¡Otra triste Navidad!

Amarilis Cortina, Cuba-Verdad

LA HABANA, diciembre - La Navidad es esa época del año, que puede encerrar tristeza y nostalgia para algunos o festividad y alegría para otros, sin que en esto importe el lugar del mundo donde se viva.

Desgraciadamente para los cubanos este tiempo, en el que de forma general las familias se reúnen al calor de las celebraciones de Pascua y Fin de Año, hace mucho que es triste y desesperanzador, a pesar de la actual propaganda del gobierno cubano, de cierta apertura religiosa, la que debía favorecer estas celebraciones, y por el repetido entusiasmo del pueblo -según afirma el propio gobierno- por coincidir el aniversario de un nuevo año con el triunfo del sistema comunista.

Cada año es más triste, más atiborrado de las mismas miserias y las mismas consignas, para enfrentar entonces en el próximo problemas más graves o en el mejor de los casos iguales a los del anterior.

Qué familia cubana por esta época, no recuerda con nostalgia la ausencia del ser querido que se marchó del país, y hace tiempo no ve, o del que murió en una misión internacionalista en sabe Dios qué lugar del mundo o que desapareció en el Estrecho de la Florida, tratando de buscar la libertad no encontrada en su tierra.

Y como si le faltaran penurias a este pueblo, ahora le agregan otra y cortan las llamadas telefónicas entre Estados Unidos y Cuba, debido a discrepancias entre ambos gobiernos.

Muchos son los afectados por esta medida, sobre todo en estos días de fin de año cuando más que nunca el único consuelo es oír al familiar o al amigo a través del hilo telefónico, en un país donde casi la totalidad de las familias se han visto afectadas por la emigración.

Y aunque esta situación alarme y preocupe a las personas en estos días navideños, en nada merma los deseos de emigrar de la mayoría de los cubanos que de nuevo este fin de año, entre otras cosas, les desearán a sus familiares o amigos, como algo supremo, que puedan salir de Cuba, no importa para qué parte del mundo sea.

Con este propósito, se está haciendo popular entre los jóvenes -y los que no lo son tanto- una costumbre que tiene su origen en la superstición de los abuelos. Cuentan que si el día 31 de diciembre a las 12 de la noche la persona que desea viajar, se pasea por la casa con una maleta, y de ser posible entra y sale con la misma varias veces, ese año que comienza, se le concederá un viaje.

Así es como a la media noche del último día del año, muchos parecen que han enloquecido cuando realizan ese tipo de gestión en pos de un futuro que les ofrezca libertad, aunque sea lejos de la tierra que los vio nacer.

Las raíces del pueblo cubano son eminentemente religiosas, aunque el sistema que gobierna en Cuba las haya combatido y aún no quiera aceptar esa realidad. Por eso fue que la suspensión de la Navidad en el año 1970 dejó un resquemor entre los ciudadanos de este país; nadie lo entiende todavía y tampoco nadie protestó.

En ese entonces, ante la realización de la famosa "zafra de los 10 millones", el gobierno dijo que ésa era la época del año de más trabajo en la producción del azúcar, por lo cual todo el tiempo, los recursos y la fuerza humana, tendrían que estar destinados a esa labor.

Con la suspensión de las fiestas navideñas también concluyó la venta de turrones, bebidas y comestibles en general, que por aquellos años eran vendidos por la canasta familiar y que nunca más se han retribuido.

Como es lógico, muchas familias mantuvieron la tradición de festejar la fecha con sus propios medios, pero el ambiente de celebración en general en el país era deslucido por la negativa del régimen a solidarizarse con aquellas fiestas.

Muchos años después, alguien en las altas esferas del gobierno, no se sabe quién, pensó que estas celebraciones podían retomarse, por lo cual se le permitió cierto margen a las mismas, sobre todo al calor de la llamada "apertura religiosa" que antecedió a la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba.

Entonces se conoció nuevamente como día feriado el 25 de diciembre y comenzaron a lucir nuevamente en establecimientos públicos los casi extintos y "subversivos" arbolitos de Navidad. Algunos de esos lugares tuvieron la osadía de colocar la imagen de Santa Claus, pero éstas duraron poco, ya que fueron mandadas a retirar por el gobierno.

Este año un gran porcentaje de los hogares cubanos lucen este símbolo religioso, con representaciones del nacimiento del Niño Jesús. Sin embargo en las tiendas que venden estos adornos, -todas propiedad del Estado-, hay una común orientación: "Vender, sí, pero sin mucha propaganda"

Debido a esa medida, se pueden apreciar en las distintas vidrieras arbolitos de Navidad adornados con algunas bolas, pero sin luces, con las guirnaldas apagadas, con una gran tristeza.

Quizás estos arbolitos representen una mejoría para la próxima Navidad del pueblo, una celebración apagada en Cuba por el cansancio de estos 42 años de comunismo y otro comienzo de siglo sin libertad.


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