¡Otra
triste Navidad!
Amarilis Cortina, Cuba-Verdad
LA HABANA, diciembre - La Navidad es esa época del año, que
puede encerrar tristeza y nostalgia para algunos o festividad y alegría
para otros, sin que en esto importe el lugar del mundo donde se viva.
Desgraciadamente para los cubanos este tiempo, en el que de forma general
las familias se reúnen al calor de las celebraciones de Pascua y Fin de Año,
hace mucho que es triste y desesperanzador, a pesar de la actual propaganda del
gobierno cubano, de cierta apertura religiosa, la que debía favorecer
estas celebraciones, y por el repetido entusiasmo del pueblo -según
afirma el propio gobierno- por coincidir el aniversario de un nuevo año
con el triunfo del sistema comunista.
Cada año es más triste, más atiborrado de las mismas
miserias y las mismas consignas, para enfrentar entonces en el próximo
problemas más graves o en el mejor de los casos iguales a los del
anterior.
Qué familia cubana por esta época, no recuerda con nostalgia
la ausencia del ser querido que se marchó del país, y hace tiempo
no ve, o del que murió en una misión internacionalista en sabe
Dios qué lugar del mundo o que desapareció en el Estrecho de la
Florida, tratando de buscar la libertad no encontrada en su tierra.
Y como si le faltaran penurias a este pueblo, ahora le agregan otra y cortan
las llamadas telefónicas entre Estados Unidos y Cuba, debido a
discrepancias entre ambos gobiernos.
Muchos son los afectados por esta medida, sobre todo en estos días de
fin de año cuando más que nunca el único consuelo es oír
al familiar o al amigo a través del hilo telefónico, en un país
donde casi la totalidad de las familias se han visto afectadas por la emigración.
Y aunque esta situación alarme y preocupe a las personas en estos días
navideños, en nada merma los deseos de emigrar de la mayoría de
los cubanos que de nuevo este fin de año, entre otras cosas, les desearán
a sus familiares o amigos, como algo supremo, que puedan salir de Cuba, no
importa para qué parte del mundo sea.
Con este propósito, se está haciendo popular entre los jóvenes
-y los que no lo son tanto- una costumbre que tiene su origen en la superstición
de los abuelos. Cuentan que si el día 31 de diciembre a las 12 de la
noche la persona que desea viajar, se pasea por la casa con una maleta, y de ser
posible entra y sale con la misma varias veces, ese año que comienza, se
le concederá un viaje.
Así es como a la media noche del último día del año,
muchos parecen que han enloquecido cuando realizan ese tipo de gestión en
pos de un futuro que les ofrezca libertad, aunque sea lejos de la tierra que los
vio nacer.
Las raíces del pueblo cubano son eminentemente religiosas, aunque el
sistema que gobierna en Cuba las haya combatido y aún no quiera aceptar
esa realidad. Por eso fue que la suspensión de la Navidad en el año
1970 dejó un resquemor entre los ciudadanos de este país; nadie lo
entiende todavía y tampoco nadie protestó.
En ese entonces, ante la realización de la famosa "zafra de los
10 millones", el gobierno dijo que ésa era la época del año
de más trabajo en la producción del azúcar, por lo cual
todo el tiempo, los recursos y la fuerza humana, tendrían que estar
destinados a esa labor.
Con la suspensión de las fiestas navideñas también
concluyó la venta de turrones, bebidas y comestibles en general, que por
aquellos años eran vendidos por la canasta familiar y que nunca más
se han retribuido.
Como es lógico, muchas familias mantuvieron la tradición de
festejar la fecha con sus propios medios, pero el ambiente de celebración
en general en el país era deslucido por la negativa del régimen a
solidarizarse con aquellas fiestas.
Muchos años después, alguien en las altas esferas del
gobierno, no se sabe quién, pensó que estas celebraciones podían
retomarse, por lo cual se le permitió cierto margen a las mismas, sobre
todo al calor de la llamada "apertura religiosa" que antecedió
a la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba.
Entonces se conoció nuevamente como día feriado el 25 de
diciembre y comenzaron a lucir nuevamente en establecimientos públicos
los casi extintos y "subversivos" arbolitos de Navidad. Algunos de
esos lugares tuvieron la osadía de colocar la imagen de Santa Claus, pero
éstas duraron poco, ya que fueron mandadas a retirar por el gobierno.
Este año un gran porcentaje de los hogares cubanos lucen este símbolo
religioso, con representaciones del nacimiento del Niño Jesús. Sin
embargo en las tiendas que venden estos adornos, -todas propiedad del Estado-,
hay una común orientación: "Vender, sí, pero sin mucha
propaganda"
Debido a esa medida, se pueden apreciar en las distintas vidrieras arbolitos
de Navidad adornados con algunas bolas, pero sin luces, con las guirnaldas
apagadas, con una gran tristeza.
Quizás estos arbolitos representen una mejoría para la próxima
Navidad del pueblo, una celebración apagada en Cuba por el cansancio de
estos 42 años de comunismo y otro comienzo de siglo sin libertad.
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