Las
dos caras de la dolarización
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre - Miembros del gobierno cubano y periodistas oficiales
de manera reiterada se han expresado en contra de la dolarización que hoy
se produce en varias partes del mundo, principalmente en América Latina.
También se refieren a cómo el peso se revalorizó de 150 por
un dólar a 20 por uno en la actualidad. Pero, como es costumbre en estas
personas, se dicen verdades a medias y habilidosamente se manipulan cifras para
tratar de ocultar la realidad que nos revelan las mismas.
Si bien es cierto que en Cuba oficialmente no se sustituyó el peso
por el dólar también es verdad que esta moneda es la que le
permite al cubano que puede acceder a ella tener un nivel de vida aceptable.
Pero el Estado paga en pesos los salarios de los trabajadores y las pensiones de
los jubilados, mientras vende en dólares los productos básicos.
Aunque la moneda cubana se ha revaluado eso no significa que se haya
recuperado el poder adquisitivo de los trabajadores. Cuando analizamos los
precios en pesos de los productos en relación con el salario medio, que
es de 223 pesos, resulta evidente la escasez que aqueja a los residentes de la
Isla. No por gusto se dice que los cubanos trabajan para comer. Por ejemplo, a
un profesional que sólo viva de su paga le es imposible pensar en ahorrar
para cambiar de vivienda, pintar su casa o ir un fin de semana a un centro turísitico.
Basta comparar algunos precios con el salario medio y se puede comprobar
esta afirmación.
Citemos algunos ejemplos: la libra de frijol cuesta 8 pesos, la de carne de
cerdo 23, la de leche en polvo 20, una caja de detergente 40, un litro de aceite
vegetal 40, un jabón de baño 10 y una libra de pan también
10 pesos.
A pesar de que por medio de la libreta de racionamiento se distribuye
mensualmente un reducido número de productos, estos sólo
satisfacen las necesidades mínimas de diez días. El resto del mes
debe ser cubierto por medio de compras adicionales, a los precios anteriormente
expuestos.
Paradójicamente, siendo Cuba -según la propaganda
gubernamental- el paraíso de los trabajadores, no son éstos los
que disfrutan de una vida mejor, sino aquéllos que pueden comprar con la
moneda más poderosa del capitalismo.
Sin duda se puede asegurar que, con independencia del grado de pobreza
generalizado, aquéllos que no acceden al dólar viven en la más
absoluta miseria. El sector de la tercera edad es el más afectado, pues
recibe una pensión que en la mayoría de los casos no llega a 100
pesos mensuales.
Hace días, por el cumpleaños de un sobrino mío nombrado
Miguelito, su padre, que reside en Miami, le envió 100 dólares
como regalo. Miguelito vive con mi tía de 60 años, que aún
trabaja porque no le alcanza la pensión. Ella recibe un salario mensual
de 171 pesos. Todos se alegraron por el dinero que recibió mi sobrino,
quien gracias a los dólares que le regaló su padre pudo disfrutar
mejor su cumpleaños. Mi tía no puede complacerlo, pues su sueldo
del año no le hubiera alcanzado para regalarle el equivalente de cien dólares.
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