San
Lázaro y la piedad del pueblo
Rev. Pedro Crespo, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre - Valores espirituales se encuentran presentes en la
piedad del pueblo. En esa piedad en la que se manifiesta la sed de Dios, que lo
hace capaz de generosidad y sacrificios, cuando se trata de manifestar la fe.
Tiene un hondo sentido de los atributos de Dios: la paternidad, la providencia,
la presencia amorosa y constante. Todo esto engendra actitudes interiores de
paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación
de los demás, devoción.
Nos encontramos frente a valores de auténtica profundidad espiritual
cristiana que, sin embargo, no aparecen jamás separados de otros aspectos
que ensombrecen esta realidad.
Un número importante de fiestas religiosas populares tienen de hecho
un carácter penitencial. El caminar hacia los santuarios, lejos de
ignorar el aspecto negativo de la vida, el pueblo lo reconoce y lo afirma. Los
gestos y los comportamientos de los participantes, revelan situaciones
familiarizadas con el dolor, de ahí el caminar descalzos, llevar pesos a
los santuarios, gritar, llorar, flagelarse. No siempre estos gestos de
peregrinar se comprenden en su justa interpretación, ni están
exentos de ambigüedades, búsqueda del elemento consolador, de lo
milagroso, de evasión de la realidad, para buscar lo que hay de
gratificante en la fe; individualismo que elude los compromisos,
sentimentalismos y cosas semejantes.
En estas fiestas el pueblo encuentra fuerzas para vivir y la capacidad de
volver, con renovada esperanza, a la lucha cotidiana: es explosión de una
solidaridad profunda, de la recuperación de la conciencia de no estar
solos y de trabajar por una convivencia humana distinta.
Estas peregrinaciones son una preciosa experiencia que permite el desarrollo
de auténticos valores de espiritualidad, creatividad, participación.
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