Convivencia
de un barrio en tiempo de apagón
Rev. Pedro crespo, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre - En el principio era la energía necesaria para
disfrutar de la vida.
Pero he aquí, la Compañía Eléctrica dijo: "Arreglemos
el poste de la esquina". Y el apagón existió. Pasó una
mañana, pasó una tarde y al llegar la noche se oyó una voz
celestial:
"¡Que se llenen las aceras de sillones y vecinos con abanicos!"
Y todos vieron que era bueno. Y durmieron fuera. Así fue el día
primero.
A la mañana siguiente fue la casa de Héctor, el de la planta
eléctrica, el lugar para ver televisión. A los que llegaron
primero les dieron sillones, a los otros cajones. Y hubo muñequitos,
aventuras, novelas y películas. Y todos, menos él, vieron que era
bueno.
Así fue el día segundo.
Y dijo Carlos: "¡Hagamos una gran caldosa!" Y le echaron
papas, plátanos y malanga. Se desayunó, se almorzó y se
comió. Y vio Juan que su idea había sido buena. Así fue el
día cuarto.
Entonces apareció Susi, de la otra calle, acompañada de varias
vecinas. Querían aprender a convivir a nuestra imagen, según
nuestra semejanza. Les enseñamos y les bendijimos diciéndoles: "¡Crezcan
y multiplíquense!" Así fue el día quinto.
El entusiasmo llenaba cada casa, cada calle, cada manzana. Amenazaba incluso
con desbordar el municipio. Luis pelaba papas. Amador colaba café.
Ninguno quería estar ocioso. Así fue el día sexto.
Cuando de pronto se hizo la luz, al final del día séptimo,
vimos que cuanto habíamos hecho era muy bueno. Y nos fuimos a descansar.
Esta es la breve historia de la creación de una convivencia de barrio
en tiempo de apagón.
Toda semejanza con la vida real es pura coincidencia.
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