Departamento
de Seguridad del Estado de Cuba: sinónimo de cobardía
Rafael Pérez, AFPCP
LA HABANA, diciembre - La cobardía de los agentes policiacos
defensores del supuesto Estado de obreros y campesinos cubanos usan las más
disímiles formas de enmascaramiento en sus actividades represivas contra
los disidentes de la doctrina comunista.
Estos valentones se enmascaran tras muchos disfraces, cual si fueran
camaleones que cambian de color, no por "estrategia policiaca", sino
por miedo a que alguna víctima de sus abusos los identifique en un futuro
democrático y les pida cuenta de sus actos.
Los miembros de la Seguridad del Estado (DSE o G-2) no se enfrentan a
hombres armados, sino a mujeres y hombres pacíficos que esgrimiendo los
derechos y libertades consignados en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos no representan un peligro para la vida de los gendarmes del
DSE.
Los operativos de ese cuerpo represivo contra los pacíficos
opositores al régimen del Partido Comunista son más aparatosos que
si se tratara de descabezar una red de espionaje o un grupo organizado de
narcotraficantes. Despliegues de fuerzas combinadas que incluyen la participación
de las paramilitares Brigadas de Respuesta Rápida, autos, patrullas,
chirriar de neumáticos. Estas operaciones parecen escenas policiacas de
un filme de quinta categoría, con actores de pésima calidad.
Los agentes del DSE siempre tratan de ocultar su rostro lo más
posible. Usan gafas oscuras, gorras de colores o espejuelos que no necesitan.
Vigilan las viviendas de los disidentes, rodean o sitian la manzana donde se reúne
el presunto "enemigo", penetran en el inmueble y
entonces,
encuentran algunos pacíficos y atemorizados ciudadanos que rezan por la
libertad de los presos políticos o que discuten temas relativos a la
democracia o los derechos inalienables del ser humano.
En ocasiones, registran las casas de los opositores en busca de "material
subversivo o contrarrevolucionario", como le ocurrió a Galman Rodríguez
en diciembre del año pasado. En aquel entonces, ocho miembros de la policía
política allanaron la vivienda del disidente y ocuparon los terribles
materiales: escritos personales, revistas y algunos poemas. No había
armas ni explosivos, sino papeles escritos.
Otro ejemplo es el de José Ignacio. El 16 de noviembre penetraron en
su domicilio, porque allí se había planificado impartir una
conferencia sobre el pensamiento de José Martí.
Una de las acciones más frecuentes de los agentes del DSE es amenazar
a los periodistas independientes que publican sus trabajos en medios radicados
en el extranjero, pues en Cuba toda la prensa escrita, radial o televisada es
controlada por el Partido Comunista; el mismo que ordena a la policía política
que hostigue a los disidentes.
También se enmascaran los del DSE usando las oficinas del carné
de identidad o las de emigración para citar a los opositores y una vez en
el lugar arrestarlos o someterlos a interrogatorios. Para esto expiden
citaciones falsas a nombre de esas oficinas. Cuando el disidente llega al lugar
y pregunta por fulano de tal de la oficina del carné de identidad, para
supuestamente tratar un asunto relacionado con ese documento, los del DSE
apresan a su víctima. Posteriormente, el opositor no podrá probar
que fue objeto de un trato cruel ya que en su poder sólo queda un papel
que dice, por ejemplo: "presentarse en tal lugar para actualizar datos de
su carné de identidad".
Otras veces los disidentes son citados para "entrevista" con el
capitán mengano. Cuando concurren al encuentro, mengano le habla
amablemente, en tono conciliatorio, pero si el citado no hace o dice lo que
quiere el citador -como casi siempre ocurre-, el capitán de la policía
política grita, maltrata, amenaza y hasta encarcela al disidente.
Un considerable número de cubanos opina que los miembros de la
Seguridad del Estado son cobardes, abusadores del poder que les confiere el
cargo y que defienden a un pequeño grupo político en vez de los
intereses de la nación.
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