La
vieja dama de la oposición
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, noviembre - Ella tiene 79 años -por favor, que nadie le
diga que yo revelé ese secreto- es bella, y antes lo fue mucho más.
Las fotografías que cuelgan en las paredes de la sala de su casa dan buen
testimonio de ello. Es sensible, muy sensible. Las flores, aunque parecen
eternas, también lo son.
Ya en 1959, Celia Jorge Ruiz, que es su nombre, fue a parar a la cárcel
de mujeres de Guanabacoa, porque había trabajado en una oficina de la
Policía. Allí estuvo varios meses. Salió rápido
porque, evidentemente, no pudieron encontrar elementos para prolongar el
cautiverio.
Con el resurgimiento de la oposición pacífica esta dama, que
es muy cristiana (católica) encontró un camino bastante escabroso
y lleno de peligros, pero camino al fin, para expresar su amor al prójimo.
Su casa ha servido de santuario. Santuario que no tiene ningún tipo
de inmunidad ante la fuerza del inmisericorde gobierno de La Habana, pero que ha
acogido a más de un peregrino que anda en busca del camino de la
libertad.
Allí muchos han podido pasar la noche. Muchos se han reunido, en
incontables ocasiones, para hablar de democracia y de cómo obtenerla.
Innumerables son los que allí se han dado cita para entretejer la
urdimbre, a veces de forma pueril, de una organización opositora al régimen
de Fidel Castro. En su casa se gestó, en alguna medida, Concilio Cubano,
lo que sin lugar a dudas ha sido, a pesar de los pesares, una de las cosas más
importantes que ha hecho la oposición pacífica cubana de los últimos
tiempos.
En ese hogar, su hogar, también han tenido la sede más de una
de las pequeñas agencias de prensa independiente, entre ellas
Cuba-Verdad. La propia Celia también ha hecho periodismo, claro, sin
separarlo de sus actividades políticas -ella es la presidenta de la
Corriente Liberal Cubana- porque piensa que los políticos tienen derecho
a ejercer el periodismo, y los periodistas a ser políticos.
Celia acude a cuanta reunión o actividad, no importa su característica,
se entera que va a realizar algún grupo de la oposición, sea cual
sea su tendencia. Ella coge cuantos "camellos" sean necesarios, pero
llega. También visita a presos políticos o ayuda a preparar la "jaba",
para que otros se la lleven a algún encarcelado por oponerse al régimen
del partido comunista.
La vida de esta dama no es nada fácil. En más de una ocasión
llora y se siente sola. Siente que no es comprendida por muchos que debieran
comprenderla, incluso sus familiares. Ha estado detenida en dependencias de la
policía política y sometida a muchos interrogatorios. Es acosada,
perseguida y, aunque por momentos siente que puede desfallecer, sigue adelante.
Aquéllos que debemos quererla, quizás porque nuestros
problemas también son muchos, a veces la censuramos, decimos que es
demasiado majadera, que tergiversa las cosas, que las complica. Evidentemente
que nos dedicamos a ver las sombras; las luces, como pensamos que nos
pertenecen, no nos detenemos a contemplarlas.
Pero es bueno, muy bueno que exista este tipo de flor, que a pesar de 79 años
sigue bella, aunque el riego que ha tenido ha sido deficiente, que la tierra no
ha estado a su alrededor llena de la fertilidad necesaria -aunque la fe en
Cristo siempre haya estado presente- y que aún brinde amor.
Yo creo que llegar a su casa y que ella nos dé atención, que
nos haga café, que nos lea sus escritos, que nos comente algún
asunto -aunque sus comentarios sean muy largos- que nos pida nuestra opinión
sobre un tema determinado, que nos cuente sus penas -que son muchas- es, por muy
importantes que nos podamos creer, un honor.
A veces es necesario hacer un alto en el bregar diario, tomar un minuto de
nuestro tiempo tan lleno de vicisitudes en esta época tan poco envidiable
de Cuba, y mirar a los que están a nuestro alrededor. Cuando lo hacemos
nos damos cuenta, de inmediato, que es una gran suerte tener cerca a una bella y
vieja dama. Aunque las damas nunca son viejas, y siempre son bellas.
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