Necesidad y algo más
Marvin Hernández Monzón, Cuba Press
LA HABANA, abril - ¡No resucitarás! Parece ser la sentencia que el gobierno de la isla formuló tras matar al periodismo en los primeros años de su asunción al poder en 1959.
Para asegurarse, puso guardias ante la tumba, tal y como lo hicieron los romanos ante la tumba de Jesús. Pero el Señor Jesús se levantó del sepulcro; venció a la muerte. Con él, la verdad, el bien, salieron de nuevo a obrar.
También en Cuba a mediados de los 90 el periodismo dejó su lecho mortuorio. No con el poder manifiesto y el lustre del Hijo de Dios, pero ya se dice en el mundo que ¡vive!
Antes, se revolvió en el féretro durante más de tres décadas. Los ruidos y suspiros que acompañaron esos movimientos, ¡claro!, hubo que pagarlos a los
centinelas del pensamiento. Cárcel, exilio, ostracismo, fue el costo.
La existencia en nuestro país de varios grupos de comunicadores, nombrados agencias de prensa independientes, en un total ejercicio de abstracción respecto de lo que en la práctica mundial se entiende por esa denominación, no significa que los custodios hayan
permitido al muerto salir de la tumba, ni tampoco una vez fuera -en pleno intento por recobrar lo que fue- se hayan hecho a un lado para que se mueva y desarrolle.
Esto último, si es que alguien lo cree posible hoy en Cuba, es utópico en un régimen totalitario como el que gobierna esta isla, que al margen de su belleza y gracia naturales, e abandonada por los nativos. Sus dones ya no alcanzan para retenerlos. Esa es la gran obra de
la "revolución" de los tripulantes del Granma.
No obstante, seguimos en el empeño de dar vida al cuerpo, es decir, al ejercicio de la expresión sin mordaza ni guión.
Creo que el ansia de funcionar como seres normales, sin disimulos obligados ni consignas e ideas impuestas, hablar de acuerdo con el discernimiento propio e cualquier lugar sin temer consecuencias, provoca, luego de muchos años reprimiendo el curso natural del comportamiento humano,
una especie de fisión que no estalla, pero la energía que libera es incontenible, y se manifiesta de diferentes formas.
Una de ellas en nuestro caimán verde es el periodismo alternativo o independiente. Es tal, pues no pide permiso al gobierno, no le canta loas y dice lo que los medios "informativos" del país debieran decir.
En el contexto absolutista, de terror estatal y autocensura inducida durante tantos años, así como de estar sepulta la expresión "no autorizada", para muchos compatriotas es asunto de locura que ese cadáver resucite.
De ahí que me atrevo a declarar sin temor a equivocarme o a pecar de falta de objetividad, que LOS BUENOS PROPÓSITOS SON INMORTALES. El periodismo no sólo es bueno, sino UN PROPÓSITO MAGNIFICO para que impere la ley, la equidad de cualquier sociedad y el buen
gobierno.
La información sin control gubernamental que un centenar de cubanos ejercen desde hace más de un lustro viene a ser la fisioterapia al cuerpo inactivo (la libertad de expresión), que lo rehabilite para su desempeño a plena capacidad.
Este movimiento independiente de periodismo, al menos en principios, sienta las bases para el futuro democrático donde los medios informativos no sean instrumentos de propaganda política obligada, sino la vía para la exposición de cuanto sucede y para beneficio de
la sociedad.
A estas alturas, en Cuba expresarse sin restricciones es, más que un derecho, una necesidad.
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