Política migratoria cubana justifica Ley de Ajuste Cubano
Mario J. Viera González, Cuba Voz
LA HABANA, abril - Durante décadas en Cuba se ha producido una original modalidad de emigración furtiva. Mientras los haitianos trataban de llegar a tierras norteamericanas en embarcaciones veleras y los mexicanos vadean un río y cruzan un desierto con el mismo propósito,
los cubanos inventaron el náufrago fugitivo: utilizando las más disímiles y rústicas embarcaciones. Muchas de ellas construidas con un par de cámaras de neumáticos y cuatro tablas.
Mexicanos y haitianos tratan de llegar a Estados Unidos huyendo de la pobreza, impulsados únicamente por razones económicas. Los cubanos emprenden la migración furtiva por muchas razones, y no exclusivamente por motivaciones económicas. Sin embargo, ni en Haití
ni en México abandonar el país constituye un delito como ocurre en Cuba. Ni mexicanos ni haitianos están obligados a pedirle permiso a sus respectivos países para emigrar. En Cuba esto es obligatorio y oneroso.
El gobierno que se ha impuesto en Cuba se cree dueño de las personas. Es como el "papa'ito severo" que no deja salir a su hijo a la calle, y si éste lo hace sin su consentimiento le da una buena azotaina. Y como se creen dueños de la vida de cada cubano, el
gobierno decide quién puede y quién no puede salir del país. Esa es su política migratoria.
Como se creen los salvadores de la patria, se enfurecen cuando hay un desagradecido que quiere abandonar el "paraíso de la proletarización" que han construido. La culpa de que haya emigración furtiva ahora al gobierno de Cuba le ha dado por arrojarla sobre la
Ley de Ajuste Cubano, y grita porque esa ley sea condenada internacionalmente y luego derogada por el Congreso de Estado Unidos.
Pero es el propio gobierno de Cuba el que con su prepotencia de señor de vidas y haciendas el que más justifica la existencia de la Ley de Ajuste Cubano. Los gobernantes de Cuba dicen que firmaron acuerdos migratorios con Estados Unidos porque quieren garantizar una migración
ordenada y legal; sin embargo, esto no es tan así y muchas veces su política migratoria constituye un útil instrumento de chantaje político.
Sólo como chantaje se puede considerar la negativa dada recientemente a la periodista independiente Ohalis Víctore Ilibarren de emigrar legalmente a los Estados Unidos. De acuerdo con un funcionario de Inmigración a Víctore se le retenía la tarjeta blanca
(autorización oficial de emigración) por intereses del Estado. No se trata en este caso de una conspiradora, de una terrible terrorista, de un peligroso rival del poderoso Estado cubano que puede poner en peligro su existencia. Ohalis es una mujer joven, de 22 años de edad,
que se ha dedicado al ejercicio del periodismo libre: ése que no admite censuras, ése que quiere mostrar una verdad que por intereses políticos y de poder se le oculta a la opinión pública. Ya antes este procedimiento ha sido aplicado por el gobierno. Han
conocido esta experiencia numerosos periodistas independientes, opositores políticos e incluso determinadas personas sin vinculaciones políticas como la familia judeo-cubana de los Cohen; el periodista independiente de la agencia Cuba Voz José Luis Rodríguez, a quien
trataron de impedirle que mantuviera colaboración con su agencia; así hicieron contra el ex preso político y de conciencia Reinaldo Alfaro.
Ohalis Víctore el 14 de febrero había recibido el status de refugiada política concedido por el Departamento de Refugiados de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana. Ahora el gobierno le niega su derecho a emigrar y todo por el ejercicio de la
opinión libre. La Ley de Ajuste Cubano tiene razón de existir mientras el régimen de Castro se siga creyendo dueño del destino de los cubanos.
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