CUBANET ...INDEPENDIENTE

10 de abril, 2000



La incondicionalidad

Ramón Díaz-Marzo

LA HABANA VIEJA, abril - En días pasados una consigna recorrió, como fantasma imperceptible, los espacios donde se estuvo celebrando el Sexto Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria de Cuba. Esa consigna era una palabra disfrazada de Caperucita; y estoy conjeturando que nuestros jóvenes quizás no pudieron descubrir que se trataba de un lobo feroz.

La palabra en cuestión es INCONDICIONALIDAD. ¿Saben nuestros jóvenes la oscura trampa que se oculta detrás de esta palabra? Dudo que puedan juzgar la magnitud de su maleficio. En la Grecia antigua al ser humano no se le consideraba en plenitud de su experiencia personal hasta tanto no cumpliera los 50 años de edad.

Esto que les estoy diciendo no es el resultado de la especulación a ultranza de quien ejerce semanalmente un acto de libertad, sino el resultado de una experiencia personal que ahora no sería oportuno detallar, pero me otorga la experiencia necesaria para saber la importancia de cuanto quiero comunicarles.

Muchos jóvenes pensarán que pueden comprender a la Revolución Cubana; de acuerdo. Pero con tan pocos años de edad no podrán penetrarla. Esta Revolución, al parecer, continúa siendo un misterio hasta para los que ahora mismo peinamos canas.

Yo puedo escribir estas reflexiones sin haber estado presente en el congreso estudiantil, y saber también que ninguno de sus miembros habría alzado su voz para disentir, porque en Cuba estos congresos son guiones previamente preparados. En Cuba estas reuniones y congresos no gozan de un ambiente democrático; antes al contrario, lo que se siente y percibe es un ambiente de temor y sospecha por una razón conocida por casi todos: en estos congresos sus participantes no pueden presentar diversidad de criterios porque todos sus miembros han sido sometidos a un intenso trabajo de eliminación ocurrido en la Base. En la Base los estudiantes que presentan ideas no autorizadas por el Gobierno son sacados del juego, especialmente si no pertenecen al grupito de los ELEGIDOS. Mientras que los estudiantes aptos para participar en los congresos han aceptado, previamente, el acatamiento. Y el acatamiento, a diferencia del respeto que es obediencia, es sumisión. En este sentido, el respeto es un resultado moral; mientras que el acatamiento, un resultado político.

Les digo que la INCONDICIONALIDAD es una cuerda que ata las manos del pensamiento; tumba abismal que abren a tus pies para hacerte vivir al borde de un abismo sicológico. También es la velada amenaza que te declara "traidor" a ultranza. Y, para decirlo de modo vulgar: la INCONDICIONALIDAD es un chantaje para coartar tu libertad en todos los sentidos y legitimar arbitrariedades pasadas, presentes y futuras.

Aceptar la INCONDICIONALIDAD, pues, es renunciar a los pocos pasos positivos que la presente civilización occidental ha ganado en su lucha contra la barbarie, y regresar, neciamente, a los tiempos en que sobre la tierra reinaron las tinieblas. Es por ello que podremos pasar muchos años aplaudiendo a un mismo discurso, pero ello no desprenderá de nuestro pensamiento el elogio de la comunión hacia lo que aplaudimos.

En este Congreso, más importante que los discursos fue la palabra INCONDICIONALIDAD. Pues la INCONDICIONALIDAD, que esta vez reclamaron de la juventud estudiantil, tiene por base el "dogma revolucionario". Y dogma es, o son, HECHOS que se conceptúan por encima de la razón humana. Y, ¿es la Revolución Cubana un hecho SUPERIOR a la razón humana? Es evidente que no, pues donde quiera que exista un dogma apuntalado por el temor no puede existir la reflexión. Que es el gran milagro capaz de transformar al Hombre y su Medio. Lo contrario sería el envilecimiento. De manera que con todos los errores que ha cometido (en 40 años) el Gobierno Cubano, un Congreso convocado por el propio Gobierno, y donde está prohibida la reflexión por cuenta propia, sólo es un auto de fe; pues nadie aceptará que permanecer durante horas y horas escuchando la letanía de un discurso pueda ser un premio.

El hombre que somete a otro hombre impone la condición de la incondicionalidad. Y sometido quiere decir violentado. No obstante, si se pudiera saber TODA LA VERDAD DE LOS HECHOS CUBANOS tal vez resultaría que el número de los sumisos no es tan crecido como parece. La sumisión es un cuerpo lleno de llagas, y a casi nadie le faltará un harapo para ocultar su propia miseria.

De cualquier manera, la juventud es una prueba por la que todos debemos transitar. Y es bueno que las personas mayores nos ayuden a recorrer ese tramo del Camino, no que nos desvirtúen el Camino.

Por eso, el joven siempre será más cuerdo que sensato. Y es el viejo el que siempre será más sensato que cuerdo. Pues para la cordura sólo bastará la razón de la inteligencia, mientras que para la sensatez será necesaria la razón de los años. De manera que la cordura siempre ha sido una facultad del discurso, y la sensatez una virtud del entendimiento y la conciencia. Y un entendimiento y conciencia sanos jamás aceptarán la condición de la incondicionalidad.



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