Tin Marín de dos pingüé
Manuel Vázquez Portal, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, abril - Democracia, lo que se llama democracia, Cuba no la conoce. De 1902 hasta esta fecha mi abuelo padeció a Gerardo Machado, mi padre sufrió a Fulgencio Batista, yo y mis hijos soportamos -no se sabe hasta cuándo- a Fidel Castro.
La educación democrática del pueblo cubano ha sido tan deficitaria que apenas si se sabe qué significa elegir, qué significa competencia política y qué significa participación.
No es democracia aquel sistema político en el cual se sabe de antemano quién gobernará en el próximo período. Unas elecciones en las cuales un solo partido participa no pueden llamarse elecciones. Para elegir se hace necesario que existan las opciones. La
incertidumbre entre las partes contendientes es lo que verifica la existencia de una voluntad de la mayoría. Cómo se podría probar que la mayoría ha elegido si siempre el candidato es el mismo. El monopartidismo no da lugar a elección y por tanto no debe hablarse
de democracia.
Democracia no significa, de ningún modo, homogeneidad absoluta de ideas. Todo lo contrario. Significa existencia de todas las ideas con iguales posibilidades de expresarse, optar por el poder y ser elegidas por la mayoría. Un poder que no permite "oposición"
elimina la competencia política e impone una elección preestablecida. Con ello se desenmascara y hace público el carácter dictatorial de su presencia.
Fidel Castro ha permanecido durante cuarenta y un años en el poder. Y no puede asegurarse que haya sido por voluntad de la mayoría. Durante ese larguísimo tiempo la mayoría no ha tenido necesidad de seleccionar quién gobernaría debido a que el candidato
siempre ha sido el mismo. Quién pudiera afirmar que de existir un candidato distinto, un programa distinto y un sistema eleccionario distinto, Fidel Castro hubiera permanecido en el poder. Sólo el unipartidismo -amparado por una sólida estructura militar- ha sostenido a Castro
al frente del país.
Siendo así no puede, ni por asomo, hablarse de democracia. Estas elecciones en las cuales, ahora mismo, se supone está inmerso el pueblo cubano no son siquiera ese juego infantil de Tin Marín de dos pingüé. Aquí hay un solo pingüé y sabemos más
que de sobra seguirá gobernando.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.
|