Rumbos inciertos de la pesca en Cuba
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, abril - Son pocos los sectores productivos en Cuba que presentaron buenos resultados en 1999. La pesca no constituyó una excepción. Los recursos empleados en el sector se mostraron insuficientes. Los logros que se esperan para el año 2000 amenazan con convertirse
en una copia al carbón del período recién analizado. Mientras, el pescado fresco continúa ausente de la dieta popular.
El llamado período especial trajo graves afectaciones a esta industria a partir de 1990: La flota de pesca fue sometida casi en su totalidad a reparaciones generales, se vararon algunos de sus barcos de pesca especializada por diferentes razones, muchos superarrastreros, arrastreros y
barcos-fábricas fueron explotados por empresas foráneas durante buena parte del período analizado; pocos de estos medios de pesca se mantuvieron en la captura marítima. En realidad se asignaron pobreros recursos a esta esfera productiva a lo largo del decenio, bien por no
estar priorizada en los planes económicos nacionales o bien por falta de financiamiento externo.
Los resultados de 1999 en la camaronicultura no satisficieron el plan previsto. El maricultivo constituye una nueva experiencia en fase experimental y, por ende, no tiene aún el peso productivo esperado en el país. Las capturas en la plataforma insular cubana apenas alcanzó
las 22 mil toneladas métricas en el año. El Ministerio de la Industria Pesquera admite que sus actividades de captura no podrán crecer en los próximos años por el agotamiento del océano mundial, y anuncia que las zonas dentro de las 200 millas de nuestras
aguas con interés económico deben gozar de la máxima protección gubernamental. Por otro lado, la realidad nos dice que desde hace tres años no se le distribuye pescado fresco a la población, con la excepción de los casos de dietas médicas. En
su lugar, se recibe una cuota reducida de macarela en lata, importada desde Chile. Los almacenes frigoríficos del Puerto Pesquero de La Habana sufren de un vacío constante año tras año.
Sólo en los mercaditos especializados en productos del mar, y a precios proporcionalmente muy superiores a los salarios promedios en el país, puede observarse la presencia de mariscos y otras especies de escama de primera calidad.
Los planes oficiales para el 2000 proponen intensificar la camaronicultura, desarrollar el maricultivo, continuar elevando la acuicultura y aumentar el valor agregado de las producciones industriales. Viejas propuestas y nuevas promesas, añejos planes y renovadas decepciones, esperanzas
infladas y magros resultados. Esta ha sido la Regla de Oro aplicada hasta el presente. No hay razones para pensar que pueda ocurrir lo contrario.
Lo cierto es que el manoseado anuncio gubernamental de que "si queremos que nuestros nietos conozcan la langosta, el camarón y otras especies de escama, habituales en nuestras aguas, sus capturas no pueden elevarse más" nos parece una broma de muy mal gusto. ¿Cómo
podríamos hablarle a nuestros nietos acerca de algo que muchos de nosotros también desconocemos?
Al parecer, los rumbos de la pesca en Cuba son inciertos. Ya hace mucho tiempo que perdieron la rosa náutica que podría conducirlos a la pesca segura.
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