La zafra azucarera en la provincia de Matanzas
Rodolfo Damian, Cuba Press
MATANZAS, abril - La molida de caña en la provincia de Matanzas se dilata aún más, por lo cual romperá récords establecidos.
Pese a los esfuerzos que se realizan, muy pocos centrales continúan o mantienen un alto rendimiento en la producción de azúcar. En el mismo periódico Girón de esta localidad, con fecha 23 de marzo del 2000, confiesan que "en líneas generales, esta
zafra no presenta los resultados que se esperaban".
Y como siempre, las culpas recaen en dificultades en el abasto de cañas, desperfectos mecánicos, problemas de operación y multitud de otras fallas (no explican cuáles) en el flujo productivo.
Sin embargo, esta zafra ha contado con un buen tiempo, seco, de poca lluvia. Salió a flote la verdad sobre lo que se tenía por cumplido (según la prensa oficial) y no ha sido así. El plan de siembras que se programó no satisface las necesidades correspondientes
para cada central, pese a que todos no están trabajando en la molida.
Como es lógico, surgen inquietantes preguntas: ¿Quién o quiénes programaron el plan de siembras? ¿Se ocultó la verdadera cantidad de caballerías sembradas? ¿A cuánto se llegó verdaderamente? Porque meses atrás, Matanzas tuvo
el ciento por ciento de las metas cumplidas. Eso es lo que se informó. Y no sólo ese aspecto preocupa. Hemos visto tanto a los lados de las carreteras como por las líneas de ferrocarril, que el crecimiento normal de la caña no alcanza su promedio y cuando lo hace, vemos
que continúan realizando quemas de cañaverales, cuando esa acción está casi prohibida, ya que reduce el contenido de azúcar de la caña. ¿Entonces?
En cuanto al sector de las piezas de repuesto, todos en la provincia sabemos que hay centros de trabajo dedicados a tiempo completo durante todo el año a satisfacer las posibles demandas de equipamientos mecánicos que podrían necesitar los centrales en un momento dado, por
roturas.
Según nuestro criterio, todo puede suceder, aún lo menos pensado. Pero recordemos también que esta provincia sólo cuenta con un central al que podríamos llamar nuevo: el "Mario Muñoz", del municipio Los Arabos.
Sin embargo, es uno de los que presenta más interrupciones. Y los llamados viejos son los que mejor responden a la producción.
No nos queda otro remedio, pues, que pensar que el meollo de la cuestión es el hombre. El hombre que trabaja sin estímulo alguno. El hombre ya convencido de que su hoy es igual a su mañana, como lo fue su ayer.
El famoso júbilo que años atrás veíamos cada vez que comenzaba una nueva zafra se ha perdido, a pesar de las banderitas, sellitos y reconocimientos que el Ministerio del Azúcar y la Central de Trabajadores de Cuba confieren a cada destacamento por lograr un
poco más en la producción de azúcar.
Este estímulo moral no satisface al obrero cubano, que vive agobiado frente al alto costo de la vida, y los bajos salarios no pueden satisfacer las mínimas condiciones de vida. Nadie, absolutamente nadie, puede vivir con lo que ofrece el Estado en productos normados para mantener
una familia, por pequeña que sea.
Por eso es que cada día los bateyes de los centrales se vacían. El éxodo continúa, pese a promesas y promesas, que al final quedan en eso: en promesas.
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