Ciudad de México, México.-Si mencionamos Gregorio José Germán Piniella Vázquez, puede que no muchos identifiquen a quién nos referimos. En cambio si decimos su nombre comercial, German Pinelli, enseguida el lector puede recordar al célebre conductor, actor y locutor de la radio y la televisión cubanas.
Hijo de padres españoles, asentados en Cuba y de una cómoda posición económica, el artista inició sus estudios en el Sapetter de París, y después en el Conservatorio Real de Madrid, específicamente en el arte de la declamación. Con esta sólida formación y su inteligencia, Germán se lucía ante las cámaras. Pocos (si acaso había alguien) eran tan cultos y tenían su mordaz sentido del humor y carisma. De manera autodidacta aprendió varios idiomas (inglés, francés e italiano). Además estudió varios instrumentos, entre ellos el piano.
El joven Pinelli soñaba con ser cantante de lírico y su primera incursión en los medios se produjo el 28 de octubre de 1922. Con 15 años de edad se paró delante de los micrófonos de la PWX, de la Cuban Telephone Company. Su talento dejó sorprendido al público.
Después de comenzar en trabajos precarios en la radio, a base de talento Germán consolidó su nombre. El primero que lo hizo grande fue la Corte Suprema del Arte, en la CMQ. Ya en los años 40 le sobraban los proyectos y podía elegir cuáles le apetecían. Aunque Pinelli era insaciable en su trabajo. Llegó a tener todos los fines de semana hasta cinco programas de una hora para hablar de actualidad y política.
En los cincuenta llegó su momento de triunfar en la televisión, sobre todo conduciendo programas musicales
Jesús Dueñas Becerra en su crónica “Germán Pinelli: gloria de la cultura cubana e iberoamericana”, relató:
“El público disfrutaba mucho con las bromas picantes que Pinelli le dirigía, en vivo y en directo al recordado Rafael Lay, director de la Orquesta Aragón, la cual alternaba allí con Fajardo y sus Estrellas. Todo eso era un espectáculo muy bien montado, que tenía la complicidad del director de la charanga eterna. Este se hacía el bravo y los televidentes creían que había perdido la tabla ante las mordaces andanadas lingüísticas de quien fuera en vida un gran amigo. Pinelli daba carreritas, hacía muecas y le sacaba lascas a la mímica. ¡Era imposible de detener!”.
Después de 1959 continuó en la pequeña pantalla junto a su pareja de trabajo Consuelito Vidal. También inmortalizó un personaje “Éufrates del Valle” en San Nicolás del Peladero.
Germán Pinelli, Premio Nacional de Televisión, sin tener la voz impecable de locutor o el rostro más armónico, ha sido para muchos el mejor presentador que hemos visto en Cuba.