MIAMI, Estados Unidos. – Muchos personajes célebres y singulares han frecuentado La Habana desde la fundación de la villa hace más de 500 años. En cada época, ha habido sus propias visitas memorables, sus propias historias, distintos personajes.
El 21 de julio de 1949, por ejemplo, arribó a la capital cubana el faquir Urbano, un hombre famoso por ser el ayunador más grande del planeta. Algunos lo definían como “el astro del hambre”. Sus largos períodos de abstinencia eran muy conocidos.
El término “faquir” es un vocablo que proviene del árabe y significa “pobre” o “pobreza”. La palabra islámica se usa tradicionalmente para describir a aquellos musulmanes que practican el ascetismo, una doctrina que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales y la frugalidad.
Cuando el faquir Urbano llegó a La Habana tenía un objetivo en mente: permanecer dentro de una urna de cristal sin comer ni beber durante 25 días. El ayunador había intentado la hazaña en Santiago de Chile, Buenos Aires, Lima, Caracas y Bogotá, pero había resistido solo 24 días.
Urbano viajó a la Isla acompañado por la faquiresa Elvira. Juntos se tomaron un prolongado descanso en el país. El insólito performance ocurriría el 4 de agosto a las 7:00 p.m. en el vestíbulo del Teatro Martí.
Como antesala del evento se planeó que se ofrecieron cocteles a cargo del restaurante Miami, de Prado y Neptuno. Por su parte, la emisora Unión Radio transmitiría los pormenores del evento.
Además, los preparativos contemplaban la presencia de la prensa escrita y que una representación del público asistente sellara la urna donde se encerraría Urbano. El receptáculo contaría con un acondicionador de aire marca Frigidaire, uno de los mecenas extraoficiales del show.
Llegado el momento, el llamado médico de los artistas, Francisco Alonso, asumió la asistencia del faquir. Tras comprobar que estaba en buen estado de salud, declaró a los presentes el inicio del acto.
El acceso al espacio donde se hallaba situada la urna se mantuvo durante las 24 horas del día; la entrada costaba 30 centavos. El faquir Urbano cumplió su cometido: 25 días sin comer.