LA HABANA, Cuba. – Como se sabe, el 1ro. de enero de este año asumió por tercera vez la presidencia del Brasil el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. En ese contexto, es natural que sean objeto de interés, por parte de la opinión pública nacional e internacional, las políticas que ha comenzado a implementar el recién llegado inquilino del Palacio de Planalto.
En el terreno de la salud pública, han trascendido las declaraciones de Nésio Fernandes, secretario de Atención Primaria del Ministerio de Salud del gigante sudamericano. Según declaró el funcionario al diario Folha de São Paulo, “la agenda para retomar Más Médicos es inmediata”; también expresó que “la prioridad la tendrán los profesionales brasileños”.
Aquí conviene hacer una pequeña digresión para recordar que la citada iniciativa, que alcanzó su cenit bajo el gobierno izquierdista de Dilma Roussef, se centró en la participación de facultativos cubanos suministrados por el régimen castrista. De las sumas desembolsadas por el Estado brasileño, las autoridades de La Habana se embolsillaban la parte del león, mientras que los galenos de la Isla recibían el 20-25%.
También actuó de intermediaria la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Para los burócratas continentales de la medicina, esa participación —muy criticada por la prensa al hacerse pública, ya bajo el gobierno de Jair Bolsonaro— se tradujo en ingresos millonarios, aunque muchísimo menores que los que obtenía el régimen castrista.
Volviendo a la información de las autoridades brasileñas, resalta otro pasaje de lo declarado por don Nésio: lo que no está previsto es “repetir la colaboración con Cuba en las formas anteriores, con la participación de la Organización Panamericana de la Salud”.
Llamo la atención sobre una obviedad: esta palabrería, que merece el calificativo de “sibilina”, no excluye que se repita lo esencial de lo que el funcionario brasileño denominó “colaboración con Cuba”. Lo único que haría falta, para que sus palabras no resulten falsas, es obviar la participación de la OPS (y la consiguiente entrega a los burócratas panamericanos de la salud de su “tajadita” en el negociazo).
Un titular de Diario de Cuba afirma: “Lula reiniciará el programa Más Médicos en Brasil, pero el régimen cubano no podría sacar mucho provecho”. Considero que estas palabras resultan algo aventuradas, por decir lo menos. Pienso, por el contrario, que hasta el momento las cosas marchan como resultaba previsible. En definitiva, la insistencia en dar a los brasileños la prioridad para ocupar las plazas de nueva creación, constituye sólo el medio idóneo para acallar posibles objeciones de adversarios políticos.
En los medios masivos del castrismo (llamarlos “prensa” parece inexacto y excesivo) han acogido la noticia con moderación. Juventud Rebelde, por ejemplo, hace hincapié en que “la prioridad será la contratación de brasileños” y guarda silencio sobre el tema OPS; tampoco se pronuncia sobre la posible reanudación de la intervención cubana. También justifica la salida castrista del programa en noviembre de 2018 por lo que llama “condicionamientos y declaraciones despectivas de Bolsonaro”.
Es de ese modo que el periódico “juvenil” alude a los planteamientos de don Jair: que se pagase a los galenos cubanos el 100% de lo devengado por ellos (con el consiguiente cese del despojo comunista de la mayor parte de ese dinero), que se les permitiese gozar de la compañía de sus familiares (poniendo fin a la prohibición establecida al respecto por los castristas), y que sus títulos fuesen homologados por las autoridades brasileñas competentes.
En definitiva, ¿en qué podrá parar esta segunda temporada del Programa Más Médicos? Para empezar, ya se ha librado la convocatoria a los galenos brasileños que deseen incorporarse. Es de suponer que este llamado resulte infructuoso; no serán numerosos los que se animen a marchar a localidades apartadas, muchas de ellas enclavadas en parajes selváticos.
Esto —repito— constituirá una especie de tapabocas preventivo a adversarios políticos ansiosos por criticar el programa. Como segundo paso, se abrirá la convocatoria a facultativos extranjeros. Cabe presumir que los voluntarios que se presenten tampoco serán muchos. En un país tan grande como Brasil, esos médicos de terceros países representarán la clásica gota en el océano.
Llegará entonces el turno de Cuba. A diferencia de los jóvenes recién graduados del mismo Brasil o de terceros países, que despreciarán la posibilidad de devengar el 100% de lo desembolsado por sus servicios, nuestros compatriotas (al menos, muchos de ellos) sí estarán dispuestos a realizar el trabajo por apenas el 20-25% de esa suma. ¡Un triste reflejo objetivo del grado de miseria y abyección en que el socialismo burocrático ha hundido a los cubanos, incluyendo a nuestros profesionales universitarios!
Es de presumir que en el negociazo no participe la OPS, algo comprensible, después del escándalo suscitado al conocerse la intervención de esa organización en el turbio negocio anterior, así como los beneficios económicos obtenidos por ella y sus burócratas. De ese modo se cumplirán las palabras del señor Nésio sobre la no repetición del anterior esquema.
Está por ver qué actitud asumirán ante esta jugarreta, que se vislumbra para un futuro inmediato, los políticos brasileños. ¿Predominarán los intereses locales de los habitantes de las zonas apartadas, que comenzarán a disfrutar de los servicios de profesionales de la Medicina? ¿O se prestará atención al respeto a los derechos humanos y a las denuncias por esclavitud moderna que se han formulado a escala mundial?
Entonces llegará el turno de los demócratas honestos del Brasil; y de los defensores de los derechos humanos en ese propio país y en todo el mundo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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