LA HABANA, Cuba. — En estos tiempos, Cuba, una vez más, hace profesión de grandes simpatías hacia Rusia. Ya no la soviética de la “amistad eterna”, sino la del dictador Vladímir Putin y su genocida invasión a Ucrania. He recordado la lejana época en que era yo, en Moscú, un joven estudiante en la Universidad de la Amistad de los Pueblos (que por aquella época ostentaba —ya no— el nombre del congolés Patricio Lumumba).
En específico, recordé un refrán que resulta muy actual (después diré por qué): “Как с гуся вода”. Si lo traducimos de manera literal, sería “como de un ganso el agua”. El verbo (“se escurre”) está sobreentendido; pero claro que si lo consignamos se hará más claro el sentido del dicho popular. Él alude a la portentosa cualidad que tienen esas aves, gracias a la sustancia oleaginosa que recubre sus plumas, para quedar complemente secas cuando salen del agua.
Ya se sabe que, durante más de medio siglo, los comunistas cubanos se han consagrado a hacer y deshacer a su antojo en nuestra desdichada Patria. Han otorgado rango constitucional a una cláusula que declara al PCC (Partido Comunista de Cuba, el único legal) como “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Prevalidos de ese predominio, imponen, ratifican o cambian a su antojo las políticas oficialistas. El papel que se le reserva al pueblo es el de aplaudir y, en contadas ocasiones, emitir opiniones en asambleas convocadas y dirigidas por los mismos castristas. Pero sin importar cuáles sean esos criterios populares, se sabe de antemano que, en definitiva, se hará lo decidido en los altos círculos del Estado-Partido.
Esas decisiones de “lo alto” se aplican no sólo a los simples ciudadanos de a pie. También los cuadros intermedios y bajos de la propia organización política están obligados a acatar lo decidido por los encumbrados mayimbes del habanero “Palacio de la Revolución”. El pretexto para esas políticas de ordeno y mando es la aplicación de un principio enunciado en su momento por alias “Lenin”: el “centralismo democrático”.
Y aquí es donde viene al caso recurrir al descriptivo refrán ruso arriba citado. Porque los grandes jefes de barrigas inmensas, después de hacer y deshacer a su antojo durante decenios, se desentienden de modo olímpico de los resultados que tienen las decisiones tomadas y aplicadas en su momento por ellos mismos.
Como si se tratara de gansos de nuevo tipo, se presentan ante la opinión pública como si fueran ajenos a las decisiones erradas que terminaron en desastre. De modo análogo a las aves acuáticas que, tras salir del líquido elemento, pasean muy orondas perfectamente sequitas, esos mayimbes, en sus elevadas tribunas, formulan preguntas retóricas que parten de una premisa mentirosa: que ellos nada tienen que ver con el actual desastre de Cuba.
Es lo que sucedió hace unos días, en la llamada “Asamblea Nacional del Poder Popular”, cuando Esteban Lazo, su presidente, explotó ante los diputados: “¡Yo no he oído hablar todavía de los resultados! ¿Dónde están los resultados de todo eso? Estamos ya muy cansados de programas, medidas, estudios, diagnósticos… ¿Y la realidad dónde está! ¿La solución del problema dónde está!”. Sin dudas, es una gran verdad aquello de que “como de un ganso se escurre el agua”.
En esa misma alocución (en buen cubano la llamaríamos “descarga”), el rollizo mayimbe “exigió menos programas, medidas, estudios, diagnósticos y más resultados: un incremento en la producción y más comida para el pueblo”. Las cosas llegaron al extremo de que el flamante presidente parlamentario demandó “una revolución en la producción agrícola”.
En puridad, son cosas parecidas a las que dijo Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su reciente discurso con motivo de la reciente celebración del 26 de julio en Santiago de Cuba: “Mientras no alcancemos un grado de prosperidad digna para todos los cubanos, ¡tendremos un Moncada por asaltar!”. Y ya en el paroxismo de la exaltación: “¡Cada día, cada hora, cada minuto, tenemos un Moncada por asaltar!”. Como diría un criollo reyoyo: “¡Solavaya!”.
En el ínterin, la retórica vacía de los encumbrados jefes castrocomunistas levanta objeciones hasta entre los lectores de los órganos oficialistas. Lo vemos en los comentarios visibles en un órgano tan poco sospechoso de antigobiernista como Cubadebate. El lector René Parapal expresa: “Basta de promesas, justificaciones innecesarias y autocomplacencias”; “Si los que están dirigiendo los procesos no pueden, que den paso a los que sí pueden”.
Por su parte, el M. Sc. Rafael Verdecia Gómez escribió: “Hermoso acto, lindos discursos (…) Lo mismo durante más de 60 años, y en la concreta la vida en Cuba sigue igual o cada vez peor”. Y más adelante: “Hay que aterrizar (…), en Cuba (…) el nivel de vida es horrible para la mayoría”.
Si esto se puede leer en un sitio-web que “se reserva el derecho de la publicación de los comentarios”, ¿qué podremos esperar de los que —cabe suponer— fueron vetados por la Redacción! Decididamente, Cuba se hunde, pero los gansos del “Palacio de la Revolución” siguen secos y muy orondos, como si con ellos no fuera.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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