MAYABEQUE.- Acompañada por múltiples especulaciones, la designación del nuevo Presidente de los Consejos de Estado (CE) y de Ministros se hizo realidad.
Para aquellos que gustan de las elucubraciones desconociendo la naturaleza del castrismo, el nuevo designado, Mario Miguel Díaz Canel, se ha encargado de dejar bien claro en su primer discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) que en Cuba ni va a haber transición hacia la democracia ni el partido comunista —impuesto ilegalmente hace 53 años— va a dejar de ostentar el poder.
Díaz-Canel es un desconocido para la mayor parte del pueblo cubano excepto para los villaclareños por ser oriundo de esa zona y haber sido primer secretario del partido allí, y para los holguineros, donde también ocupó ese cargo.
Al evaluar su primer discurso como presidente del máximo órgano de gobierno del país es obvio que quienes no lo conocemos podemos hacernos preguntas como: ¿Será congruente con lo que dijo?, ¿realmente piensa así o se trata de un discurso con pronunciamientos tácticos? ¿Puede ser Díaz-Canel un Gorbachov? ¿Si es congruente con lo que afirma estaremos ante el nacimiento de otro dictador?
No puedo responder todas las preguntas. Carezco de información sobre quién es el nuevo presidente, quiénes son sus amigos, cómo fue su protagonismo cuando ejerció como primer secretario del partido en las provincias mencionadas y, sobre todo, cuál es su verdadero pensamiento político. Añado que en nuestro país la simulación está presenta en la inmensa mayoría de los ciudadanos, mucho más entre quienes ocupan altos puestos de dirección. Estoy seguro de que después de ser miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) Díaz-Canel tuvo que reducir sus contactos con amigos y de que hoy es uno de los hombres más vigilados por la inteligencia. Él tiene que saberlo, como también debe saber que no puede confiar en nadie y que si algún día confiesa algo a su esposa tendrá que hacerlo susurrándoselo en sus oídos. No creo que tenga amigos en el buró político del partido y si los tiene y desean hacer cambios saben que no ha llegado el momento.
No tengo la menor duda de que está maniatado por el núcleo duro del castrismo, ese que está conformado por los que quedan de la dirigencia histórica de la revolución —incluidos algunos relegados al olvido pero capaces de desempolvar sus charreteras si ven peligrar sus privilegios— y los miembros del nuevo generalato que tienen en sus manos las riquezas del país. En esas condiciones no se puede esperar otra cosa que una obediencia absoluta. Recordemos que no por gusto Raúl Castro y Machado Ventura vuelven a ser diputados y que tampoco es casual que continúe como vicepresidente del CE el comandante de la revolución Ramiro Valdés Menéndez.
En cuanto a la posibilidad de que sea un reformista al estilo de Mijaíl Gorbachov, es una pregunta que no puede responderse en el contexto actual. Sólo apunto que cuando Gorbachov llegó al poder era el máximo dirigente de la URSS. Díaz-Canel es sólo un subordinado de Raúl Castro y al primer desliz será despedido sin miramientos.
El próximo congreso del PCC será en el 2021 y sólo entonces se definirá si el máximo cargo de esa organización política será ocupado por la misma persona que detenta la presidencia del CE, o si ambas responsabilidades continuarán en poder de personas diferentes como ocurre a partir de hoy, una circunstancia inédita desde 1976, cuando se crearon los órganos del poder popular.
Si Díaz-Canel es congruente con lo que afirmó en su primer discurso ante la ANPP cabe la pregunta sobre si estamos ante la posibilidad de que se convierta en otro dictador que, como sus predecesores, se desentenderá de los anhelos y reclamos del pueblo cubano. Porque Cuba no necesita cambios cosméticos sino una voluntad política que revierta el atraso tecnológico, el hambre, la pobreza, el deterioro social y la ineficacia económica, amén de la hipocresía política de los dirigentes.
Y que no hablen más de socialismo porque ese sistema jamás ha existido. Han existido dictaduras nombradas socialistas, entre ellas la cubana, pero aquí jamás ha habido socialismo porque este no consiste en poner bajo el control del estado los principales medios de producción sino en empoderar realmente al pueblo, dotarlo de herramientas que le permitan ejercer plenamente todos los derechos civiles y políticos reconocidos internacionalmente y vivir en un ambiente democrático.
Eso en Cuba no existe porque los cubanos no podemos elegir a los jueces, fiscales ni a las personas que ocupan importantes puestos del gobierno como ocurre con los presidentes de las Asambleas Municipales y Provinciales del Poder Popular, ni a quienes conforman sus juntas de gobierno. Tampoco podemos elegir a los delegados provinciales a esas asambleas ni a los diputados que nos representan ante la ANPP porque estos son votados en distritos o circunscripciones electorales donde está registrado un pequeño grupo de votantes.
El señor Díaz-Canel ha sido elegido por los diputados a la ANPP, una cifra que representa un ínfimo por ciento de los cubanos con derecho al voto. Ni yo ni ningún otro cubano que no sea diputado lo elegimos, ¿cómo podemos afirmar que es nuestro presidente? Lo mismo ocurre con quienes conforman a partir de hoy el CE.
Díaz-Canel es el único presidente civil que ha tenido el CE desde la creación de los órganos del poder popular. Es también el único que ha llegado a ese cargo sin tener las manos manchadas de sangre. ¿Se convertirá en otro dictador o “se portará bien” hasta que pueda hacer las reformas democráticas que el pueblo anhela profundamente? Sólo la Historia responderá.