GUANTÁNAMO, Cuba. ─ Hace pocos días tuve la oportunidad de confrontar dos fuentes informativas en relación con el sistema de salud cubana, la COVID-19 y las vacunas. La primera fue un artículo publicado el pasado 24 de marzo por Talha Burki en The Lancet. Titulado Behind Cuba’s successful pandemic response, el texto asegura que la Isla ha brindado una respuesta exitosa a la pandemia, algo con lo que estoy seguro no están de acuerdo muchísimos cubanos.
Cuba es un archipiélago que tiene todas las condiciones para limitar la extensión de una pandemia como la COVID-19 si se toman todas las medidas de precaución a tiempo, pero lamentablemente no ocurrió así.
Desde finales de octubre del 2019 se conocía del surgimiento de la pandemia y su rápida propagación. En marzo del 2020, a pesar de que el virus ya estaba disperso por el mundo, la dictadura todavía mantenía abiertos los aeropuertos y la entrada de turistas. No los cerraron hasta que el virus se había dispersado por todo el país. Esa fue una negligencia lamentablemente reproducida meses después cuando parecía que la pandemia iba a ser controlada. Actualmente está fuera de control.
El artículo publicado por The Lancet encomia al sistema de salud cubano, obviando realidades que desconoce, como el hecho de que en Cuba hay una alta proporción de médicos con respecto a los pacientes porque la formación de estos profesionales está concebida como una fuente estratégica de ingresos económicos, no para mantener en el país un servicio de salud de calidad óptima, que nunca ha existido, pues tenemos que esperar meses para poder ser atendidos por un especialista en una consulta si nos atenemos a la programación de los turnos en los hospitales. Además, las instituciones de salud son insuficientes, carentes de insumos y, en muchos casos, en deplorable estado técnico e higiénico.
Reiterando todo lo que parece haber escuchado de fuentes oficialistas, el periódico asegura que todos los cubanos recibimos un chequeo médico anual y que si no acudimos a la cita el médico viene hasta nuestra casa a buscarnos, algo que es una mentira rotunda. Llevo 31 años viviendo en el Reparto Pastorita de Guantánamo y en ese lapso jamás un médico del Consultorio de la Familia ha venido con ese objetivo hasta mi casa. Desde hace más de un año debo ser operado de la vesícula y no hay posibilidad de hacerlo, al menos en Guantánamo. Otra realidad es que hay carencia de decenas de medicamentos.
Pero además de exaltar al sistema de salud obviando las deficiencias que he expuesto, The Lancet también encomia las misiones internacionalistas sin tener en cuenta que en ellas los médicos cubanos son esquilmados por el Estado, el cual se apropia de más de dos tercios de los ingresos que les correspondería recibir a los galenos, quienes van a esas misiones en condiciones humillantes, tanto que Cuba ha sido acusada por el delito de trata de personas.
Por último, The Lancet termina alabando los pasos que da la dictadura para producir las vacunas contra la COVID-19.
Citando al Dr. Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay, el periódico asegura que Cuba podrá fabricar 10 millones de dosis mensuales. Lo que no dice Talha Burki es que detrás de ese proyecto está un marcado objetivo económico-político, que no es otro que el mismo de las misiones médicas y que consiste en obtener pingües beneficios económicos y, de paso, aumentar el capital político entre los países del Tercer Mundo que van a ser beneficiados con las vacunas cubanas, lo cual garantizará una no despreciable cuota de apoyo en los foros internacionales para que la dictadura continúe violando con impunidad elementales derechos humanos, porque ya sabemos que en esas instituciones priman los intereses por encima de la decencia.
¿Y mientras llegan las vacunas cubanas, qué pasa?
Un análisis apasionado, pero sin dudas más objetivo sobre el tema y que, además, revela algo poco difundido sobre el proceder de las autoridades cubanas lo conocí gracias al talentoso youtuber cubano Ernesto Morales, quien hace alrededor de 21 días colgó un video sobre el tema en YouTube.
El video, titulado La verdadera razón por la que Cuba aún no ha vacunado a nadie, revela que a pesar de la gigantesca propaganda del régimen sobre sus cuatro candidatos vacunales, Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que todavía no ha vacunado a nadie, pues lo único que está haciendo son ensayos con esos candidatos vacunales, de los cuales sólo uno está en la fase tres de experimentación.
https://www.youtube.com/watch?v=bFcQ1bZC9Ug
El youtuber se pregunta: “¿Por qué Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que aún no ha comenzado a vacunar a su población?”. De inmediato uno empieza a pensar en que la causa se debe al embargo, pero no, porque, según expresa con claridad meridiana, la causa por la que los cubanos no estamos siendo vacunados se debe a la negativa de la dictadura cubana a recibir vacunas ofrecidas gratuitamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través del programa COVAX, que ha permitido que todos los países de América Latina y el Caribe hayan comenzado la vacunación masiva de su población.
Esa negativa explica por qué aún los cubanos estamos desprotegidos y también, suspicazmente, ilumina sobre por qué tanta crítica a las vacunas que la OMS ha puesto gratuitamente a disposición de los países del continente.
Impacta saber que, en una situación tan delicada como esta, una vez más la dictadura ha revelado su esencia antihumana, pues, como bien dice Ernesto Morales, si a los dirigentes cubanos les interesara proteger al pueblo se habrían inscripto en el programa COVAX y decenas de miles de cubanos hubiéramos sido vacunados y se habrían evitado muertes y contagios. No haberlo hecho significa mantenernos en una situación de riesgo, quizás porque ya la alta nomenclatura del país y sus familiares han sido vacunados y a ellos el pueblo les importa poco.
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