Narrador José Luis Nápoles: “En el capitalismo tienes que ser bueno todos los días”

Puede blasonar de coberturas de primera línea, pero en el fondo sigue siendo el grandote sonriente que dejó Cuba en 2004 para abrirse caminos de futuro
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LA HABANA, Cuba.- A José Luis Nápoles lo conocí en los campeonatos nacionales de softbol de la prensa. Él jugaba para Villa Clara y yo, para La Habana, pero la rivalidad no impidió que trabáramos una relación donde se habló menos de periodismo que de fútbol.

Recuerdo que la primera vez que conversamos dijo que me parecía al Piojo López —delantero argentino que brillaba por entonces en el fútbol europeo—, y desde ese día me bautizó con ese sobrenombre. Pasó el tiempo, el águila cruzó el mar, Nápoles también, y las veces que nos encontramos en Facebook siempre me encasquetó el apodo.

De ahí que cuando le escribí para pedirle esta entrevista arranqué con nuestro santo y seña (“por acá el Piojo”), y le expliqué que me gustaría pasarle un cuestionario. “Honor que me haces, brother. Eres un crack que se nos quedó allá atrapado en el desastre”.

Hoy con 55 abriles, Nápoles conserva el talante cordial de cuando nos enfrentábamos en los terrenos de softbol. Más de tres décadas tras los micrófonos y delante de las cámaras no le han quitado la llaneza. Puede blasonar de coberturas de primera línea (Super Bowls, Copas América, Mundial de Sudáfrica…), pero en el fondo sigue siendo el grandote sonriente que dejó su terruño en 2004 para abrirse caminos de futuro.

—Has pasado por Noticias 23 Univisión, eres una de las voces en español de los Miami Marlins en Radio Mambí… ¿En qué supera el Nápoles de hoy al que narraba en la CMHW de Villa Clara?

—Soy mucho más libre. Para la parte creativa, para la utilización de epítetos, para decir realmente lo que creo que ocurre, para no estar limitado por las posibles afectaciones a ciertos intereses… En Cuba cuando te mueves en las aguas de la crítica te estás poniendo una camisa de fuerza. Una vez que sales de allá, amplías tus horizontes y te preparas en deportes que normalmente no conocías como el fútbol americano y el golf, o te metes de lleno en el mundo del deporte universitario, que acá es un movimiento increíble. Aquel Nápoles era una buena voz que aprendía la mecánica descriptiva haciendo dupla con Normando Hernández y se entregaba con pasión, y el de ahora es un poco más mesurado, con mejores condiciones de trabajo y pleno acceso a la bibliografía y la tecnología.

José Luis Nápoles, Cuba
José Luis Nápoles en su etapa como narrador de la CMHW. (Foto: Cortesía)

—¿Cuánto te ha hecho crecer la competencia profesional?

—Muchísimo. En Cuba, si eres parte de una dupla de trabajo nadie te va a quitar el puesto a menos que te metas en problemas políticos. Te evalúan, tienes el primer nivel, te consideran profesor y te conviertes en alguien que descuida su preparación y se estanca. Pero aquí no se puede vivir del nombre o de lo que has logrado, tienes que superarte. Esa competencia directa hace que saques lo mejor de ti y debas imponerte sobre la base de enfoque, preparación y talento. En el capitalismo tienes que ser bueno todos los días y entregar el mil por ciento en aras de conservar una plaza que otros quieren ocupar.

¿Qué elementos lastran el quehacer de la narración deportiva cubana?

—Hay que reconocer que en Cuba hay una buena escuela de narradores deportivos. Hemos tenido excelentes modelos a imitar, pero existen muchas irregularidades. Por ejemplo, siempre noté que hay una desatención marcada hacia el narrador de provincia. Conocí a varios muy buenos que tenían la capacidad de salir y lucirse en eventos internacionales, pero prácticamente nunca gozaron de esa posibilidad porque les faltaban relaciones para acceder a esos privilegios. Cuando narraba la Serie Nacional iba constantemente por todo el país y me acuerdo que en cada lugar había un sello, un estilo, un profesional de calidad. Eso, sin demeritar a los magníficos narradores que hacían su trabajo en los medios nacionales. No por gusto Cuba ha sido un referente latinoamericano en la materia.

—¿Cuáles han sido tus paradigmas profesionales?

—Al inicio, por el tiempo en que trataba de agarrar el tono y el ritmo de la narración, comencé a escuchar a Felo Ramírez con el volumen del radio bien bajito. Aquellas transmisiones suyas con Manolo Álvarez, a la par de las sugerencias de mi padre, me ayudaron a entender de qué se trataba esto. Internamente me encantaba René Navarro, de los mejores en todo lo que no era béisbol, y me gustaba mucho Héctor Rodríguez por las características de su voz. También tuve mucha influencia de Ramón ‘Piti’ Rivera, de mi compañero Normando Hernández, de Héctor Alomá… Una vez en Estados Unidos, Felo y Yiky Quintana me influyeron notablemente, y recibí clases de Luis Alberto Acosta, gran periodista cubano que murió en el exilio. En resumen, uno ha tomado muchos patrones y se ha nutrido de diferentes fuentes, pero al final creo que logró conformar su propio estilo.

béisbol, Cuba
José Luis Nápoles, Yiky Quintana y Felo Ramírez. (Foto: Cortesía)

—En Cuba te tocó narrar los partidos del glorioso Villa Clara de Pedro Jova. ¿Qué recuerdos te quedan de ese período?

—Era una nómina con estrellas en cada una de las posiciones; quizás ese haya sido el equipo más estelar defensivamente de la historia de las Series Nacionales. Entonces había un alto nivel beisbolero en el país —tal vez unos años antes había sido inclusive un poquito superior—, y pese a ello Villa Clara logró el tricampeonato gracias en buena medida a la confianza que le daba Jova a sus jugadores y al liderazgo supremo de Víctor Mesa, un veterano que empalmaba con las figuras jóvenes. Fue un equipo que enamoraba. Le pusimos miles de sobrenombres como el de la Naranja Mecánica y fue un honor poder narrar esas temporadas.

—¿Ayudó ese auge beisbolero en la provincia a tu crecimiento profesional?

—Ese Villa Clara exigió mucho de mí. Fue como un aprendizaje para el dominio de la pasión, la colocación de la voz, el perfeccionamiento de la mecánica descriptiva, la ética de trabajo… Fueron años muy bonitos porque me dieron la oportunidad de ser el narrador del equipo que admiré desde niño y de los peloteros que respetaba más como Víctor y Jova. Al principio hasta me pellizcaba porque no podía creerlo. Y luego en Estados Unidos enfrentaría un reto aún mayor al morir Felo Ramírez y empezar a narrar los juegos de los Marlins junto a Yiky Quintana. Calzar los zapatos de un Salón de la Fama como Felo es realmente duro. Sinceramente, esta es una profesión hermosa en la que cada etapa va exigiendo de ti, tanto en el nivel de Series Nacionales como en el de Grandes Ligas.

José Luis Nápoles y Felo Ramírez (Foto: Cortesía)

—Lógicamente, estás al tanto de la decadencia que vive la pelota dentro de Cuba. ¿Qué factores piensas que hayan pesado más para llegar hasta ese punto?

—Primero hay que señalar la fuga de talentos. No se puede retener al pelotero si no se le atiende y se le motiva, y si para colmo ese pelotero se sabe con la posibilidad de vivir como millonario, pues con eso Cuba no puede competir. Por otro lado, el béisbol es un deporte caro y el empobrecimiento de la sociedad cubana incluye un deterioro de la infraestructura deportiva y el trabajo en la base, que es donde los niños desarrollan sus habilidades. Además. está el tema de la representatividad territorial y la gran cantidad de equipos del campeonato nacional, lo cual atenta contra la calidad del espectáculo. Y si a todo eso le sumamos que el país prefiere transmitir fútbol europeo antes que partidos de la MLB, entonces el futuro se complica todavía más porque los jóvenes soñarán con ser Messi o Cristiano y no José Adolis García o Yordan Álvarez. A mi juicio, hasta que no haya un cambio radical de filosofía beisbolera y exista profesionalismo a nivel de clubes, con una serie de incentivos, no habrá arreglo.

—Para cerrar arriba y con polémica, dame tu Equipo Cuba Ideal.

—Como catcher tiene que estar Ariel Pestano, que es el más defensivo de los bateadores y el más bateador de los defensivos en cuanto a receptores cubanos. En primera me quedo con Tany Pérez y Rafael Palmeiro, en segunda pongo a Yulieski Gurriel, en tercera a Omar Linares y en el campo corto, a Martín Dihigo. Bert Campaneris tendría que estar también como parte de ese infield, y en los jardines estarían Orestes Miñoso, Tony Oliva, Cristóbal Torriente, José Canseco, Víctor Mesa y Luis Giraldo Casanova. En el pitcheo hay que mencionar a Luis Tiant —que por derecho de conquista tiene que entrar algún día al Salón de la Fama—, el relevista sería Aroldis Chapman y el manager, Ramón Carneado. Seguro estoy de que con el paso del tiempo aparecerán nombres como el de Yordan Álvarez, y es triste que no podamos incluir a ‘Joseíto’ Fernández debido a que la muestra fue muy corta. De todos modos, me parece que el grupo conformado es formidable.

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