LA HABANA, Cuba.- Cada vez que el presidente Díaz-Canel visita la Universidad Pedagógica Enrique José Varona indaga acerca de los programas para la enseñanza de la Historia. Es como una obsesión que no deja en paz al benjamín del poder.
La más reciente visita del mandatario a ese centro docente ocurrió en días pasados. Una ocasión aprovechada por el Presidente para insistir en que ahora, más que nunca antes, es importante que los estudiantes reciban una adecuada visión del pasado. Tal vez en su fuero interno el señor Díaz-Canel conciba que, de haber recibido una “correcta” formación histórica, los jóvenes artistas que protestaron ante el Ministerio de Cultura no habrían participado en semejante hecho.
A su llegada al Varona, Díaz-Canel fue informado por profesores de ese centro universitario sobre un programa de Historia que se transmitirá próximamente por la televisión, que contendrá lecciones de historia universal, historia de Cuba, la historia de las constituciones cubanas, así como temas relacionados con la racialidad, la religión y la mujer en las guerras de independencia.
Por supuesto que el mandatario quiso opinar acerca de ese programa televisivo. Al respecto afirmó que “debe alejarse de lo tradicional y ser una propuesta novedosa, que estimule a los jóvenes a verla y que los motive por la historia”, según el artículo La educación no tiene fronteras, publicado en el periódico Granma el 24 de febrero último.
Lo primero que resalta en dicha declaración es que la historia a la que aspira el gobernante sea novedosa y alejada de lo tradicional. ¿Será que el heredero de los Castro desea unas clases de historia en las que los estudiantes sean más activos, y no se dediquen a asimilar pasivamente los contenidos que les trasmiten los profesores? Podría ser.
Sin embargo, la personalidad del mandatario nos lleva a pensar que él se refiere más a cuestiones de contenido que de forma. Es decir, qua aboga por una visión del pasado que legitime la labor que él y su equipo de gobierno están llevando a cabo.
Por ejemplo, Díaz-Canel quisiera una historia de la etapa colonial que no hiciera tanto énfasis en la lucha de los cubanos contra los colonialistas españoles, y que se centrara en las figuras que se opusieron a la entrada de Estados Unidos en la guerra de 1895, y después a la inclusión de la Enmienda Platt en la Constitución de 1901.
Y a propósito de las constituciones mambisas, Díaz-Canel les sugeriría a los profesores que no insistieran tanto en el carácter liberal de esos textos, y así hacer que los alumnos encontraran algún parecido con las constituciones castristas. Y al final que acaben de entender eso de que la revolución cubana es una sola. Desde Céspedes a Fidel Castro…
Que termine esa indefinición acerca de la figura de José Martí. Que los profesores digan a las claras que Martí era un socialista, y que, al fundar un partido para luchar por la independencia de Cuba, fue un antecesor del actual Partido Comunista de Cuba. Claro, que no mencionen para nada las Bases del Partido Martiano. No vaya a ser que algún estudiante se confunda.
Y que no se diga que la Enmienda Platt fue abrogada en 1934 como resultado de la política del Buen Vecino del presidente Franklin Delano Roosevelt. El silencio en torno a ese tema pudiera hacer que algunos estudiantes piensen que esa Enmienda fue suspendida como parte de la política antimperialista de Fidel Castro.
Y aunque nada se habló en la tertulia del Varona acerca de los recursos humanos para llevar a cabo esa actualización de la historia por la que abogaría el mandatario, si no alcanzaran los actuales profesores, ahí están Yusuam Palacios Ortega y sus muchachos del Semanario Juvenil de Estudios Martianos para acometer la tarea.
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