LA HABANA.- Hay entrevistas que a uno le parecen soñadas. Me pasó con esta entrevista a Marisela Verena, una cantautora que me impresionó mucho y que tengo en la lista de mis preferencias desde la primera vez que la escuché hará unos veinte años —por desgracia con retraso, a Cuba todo llega con retraso, especialmente lo prohibido—.
Teniendo en cuenta que te sacaron de Cuba siendo muy niña, sorprende la auténtica cubanía que rebosa en tus canciones y tu personalidad, pero sobre todo, tu compromiso con la patria. ¿A qué se debe?
Creo que la procedencia se lleva como un sedimento. A veces está siempre, a veces surge en alguna edad. Descubrir detalles de antepasados o de tu cultura, saberse parte de una tierra, de un punto en el mapa y de un pueblo con su idiosincrasia y sus defectos y virtudes, de alguna manera ratifican tu lugar en el tiempo que te tocó vivir.
Mi compromiso con la patria es muy fácil de entender: es compromiso conmigo. No desear mejores horizontes para Cuba es negarse a una misma, ser indiferente con el propio yo.
¿Cuáles fueron tus primeros referentes musicales?
Yo recuerdo de muy pequeña música de la Aragón, de Rolando LaSerie y Olga Guillot y Paul Anka. Ya de adolescente fueron Simon y Garfunkel, Los Beatles, Billy Joel, los Carpenters, Barbra Streisand, los Bee Gees, Mamas and the Papas, Janis Ian, Neil Diamond, Chicago, Blood Sweat and Tears y tantos otros de éxitos mundiales. Pero, gracias a la suerte de entender y hablar ambos idiomas también descubrí a Serrat, a María Ostiz, a Mari Trini, a Paco Ibáñez, a la negra Sosa, entre otros.
¿Qué opinas de la Nueva Trova Cubana?
Yo no estaba en Cuba cuando surge el movimiento. Lo acogí con la buena onda de algo que venía de allá. Aprecié el sonido, la calidad de la letra… sólo que supe ver, en muchos casos, el vehículo como propaganda de un sistema injustificable. Vender la utopía con la imagen de poetas/artistas sin afeites, convenció a muchos —fuera de Cuba— porque no eran cubanos y no sufrían el espanto
Lo vi como la alternativa que tuvieron algunos de ubicarse con privilegios en la carroza, prefirieron rendirse al canto de las sirenas porque salir del país e intentar realizarse especialmente en el arte es cruzar un rubicón muy jodido. Escribí en una canción: “…en tierra de ciegos, la ley es de embudo y el ciego está preso y el tuerto es un mudo…” Esos trovadores entendieron las reglas del juego y tomaron el camino fácil, se pusieron una venda y se vendieron.
No parece quitarte el sueño el éxito comercial. ¿Has tenido alguna vez que hacer concesiones al mercado?
Sí, hay que hacer concesiones. Las he hecho hasta donde he podido estar en paz conmigo misma. Por ejemplo, me gusta escribir letra de altura, tener la licencia para armar metáforas. Eso no se da muy bien ni es común en mercados donde impera el simplismo. Y aunque se me sigue considerando fuera del mainstream, o sea “poco comercial”, creo que le he reducido unos cuantos grados “académicos” a algunas de mis obra con el propósito de lograr más alcance.
Por otra parte, es una disciplina importante. Simplificar conceptos es mucho más difícil que escribir con lenguaje muy ornamentado. Al fin y al cabo, creo que para todo comunicador, en el espectro del arte que sea, el fin es comunicar. ¿Qué objetivo tiene proponer para que te entiendan tres gatos?
¿Cuál ha sido el mejor momento de tu carrera? ¿Y el peor?
El mejor momento de la carrera siempre está por llegar. He disfrutado éxitos sublimes y siempre hay un horizonte que alcanzar. Todas las carreras implican luchas y competencias. Yo nunca siento que compito con nadie. Esta carrera específicamente, como todas las que tienen que ver con el arte, dependen de la aceptación de otros, de la subjetividad; hay que poseer la impermeabilidad al rechazo, tener una potente coraza. Además creo que el talento poco tiene que ver con el llamado ”éxito”. Hay gente con un talento gigante que son sus peores enemigos.
Para mí el éxito es hacer lo que una ama, no importa las condiciones; tener la templanza de entregarse a ese dios de la expresión. En cuanto a tu pregunta sobre cuál ha sido el peor momento… el peor quizás es cuando alguna vez dudé continuar.
De todos los discos que has grabado, ¿cuál es tu preferido, el que consideras más logrado?
En todos mis discos hay mucha honestidad de proposición. Siempre he intentado hacerlos con una coherencia en concepto. Siempre han sido sueños y logros. No tengo disco favorito, son etapas. Sí hice el primer disco que me ofrecieron siendo una mojona que le llamo “el disco olvidable”. No tenía experiencia y la producción deja mucho que desear. Ojalá que nunca te topes con ese espanto.
¿Qué tienes en común con los personajes que tan bien caracterizas en tu canción Nosotros los cubanos?
Me ha tocado vivir en países adonde el cubano es un poco rechazado —siempre ha sido así en la Historia con los inmigrantes— aunque admirado. Siempre que me preguntan: “Ah, ¿tú eres cubana?, yo siempre contesto: “Sí pero no ejerzo”. En esa canción yo pretendo disculpar(nos) —con inevitable orgullo— ante todas esas otras nacionalidades a las que les ha tocado contemporizar con nuestra prepotencia, nuestros prejuicios, nuestros extremos.
No deja de ser cierto también que tenemos una “vibra” muy cálida, que podemos ser muy nobles y solidarios, emprendedores y trabajadores y que podemos ser encantadores ante los demás. Quizás nunca lleguemos a entender por qué nos tocó vivir este pedazo de espanto. Pero si asumimos que nada pasa por gusto y escogemos ver el lado iluminado de los hechos, quién sabe si necesitamos esta experiencia para expandirnos, para crecer, para mejorar. Vivimos y hemos vivido en tantos países, compartiendo con tantas otras culturas, que nos enriquece e inevitablemente se enriquecerá el futuro del país. Lo que tengo en común con esos personajes es que somos de la misma tribu.
Si tuvieras que llevarte un libro y un disco a una isla desierta, ¿cuáles serían?
¡Uy, pregunta muy difícil…! ¿Un libro…un único libro? Muy difícil. Posiblemente Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Y un disco… ¡requetedifícil! Supongo que sería clásico, cualquier obra de Beethoven
Como cantautora, ¿qué pesa más en ti, la música o la poesía?
Siempre escribo letra primero y adapto música a la letra. Para mí ambas son importantes pero la letra es esencial.
¿Has soñado alguna vez con un concierto tuyo en Cuba?
Claro que he soñado con cantar en mi suelo. Me gustaría recorrer la isla —que no conozco— y hacer conciertos con artistas queridos y respetados por el pueblo.
¿Qué límite no franquearías nunca?
Jamás me congraciaría con el régimen de opresión…por eso no he puesto un pie en mi país, ni lo pondré hasta que no exista un mínimo de apertura y dginidad para el cubano. No concibo prostituir ni mis convicciones ni mi arte, ni allí ni acá.