LA HABANA, Cuba. – En las redes sociales se ha reclamado a ETECSA que baje los precios como si la empresa —que como todas en Cuba lleva por apellidos “Estatal” y “Socialista”—, fuese un monopolio “privado” que no admite disposiciones ni acata órdenes del gobierno.
Este tipo de demandas, no importa cuán virales hayan sido, de cierto modo terminan participando del juego mediático que favorece al régimen, en tanto contribuyen a reforzar una imagen totalmente falseada de la realidad cubana al asumir, consciente o inconscientemente, que la terquedad de ETECSA estaría en contradicción con la supuesta “benevolencia” de quien es en realidad su dueño y decisor absoluto, es decir, el propio gobierno.
En ese sentido, teniendo en cuenta la propia estructura de poder en Cuba, ETECSA es una empresa si no “privada”, al menos “privativa” del Partido Comunista, de modo que buena parte de los reclamos en las redes sociales no apuntan directamente al verdadero objetivo, ese mismo dueño de ETECSA y de los medios de comunicación —por no decir “del país”— que en la prensa oficialista ordena tildar de “mercenario” al ciudadano-cliente que se le rebela.
Un escenario propio de novelas y películas futuristas pero que en Cuba son el más duro presente.
ETECSA no bajó los precios en su momento ni accedió a la totalidad de la demanda porque ninguno de los que pudo decidirlo ordenó que se hiciera, y no tanto por evitar daños económicos sino por frenar la pérdida de terreno en la internet donde la “batalla ideológica” se ha vuelto cada día más intensa, siendo el control del acceso a la red de redes el único elemento a favor de los comunistas en la isla.
Si ETECSA bajara los precios de los paquetes de datos lo suficiente como para que el acceso a internet fuera más “universal”, en medio de una situación como la actual, las personas descontentas, los decepcionados, los críticos del sistema y quienes suben información de manera espontánea (fotos, videos, denuncias de sucesos del entorno donde viven o trabajan) pudieran ser mayoría abrumadora en las redes sociales, además de que esta “masa” usualmente desinformada y manipulada, tendría mayor oportunidad de acceso a un flujo de información, a puntos de vista sobre la realidad, que el Partido Comunista considera peligrosos por no estar alineados con la “ideología oficial”.
Ya algunos oficialistas se han encargado de revelar en sus propias publicaciones en las redes sociales que es la “hegemonía comunicacional” lo que más les interesa por sobre los demás asuntos, de modo que sería como pedirle a nuestro enemigo, en pleno combate, que deje de moverse un instante para mejor asestarle un derechazo en el rostro.
La gente está golpeando cada vez más duro, ellos lo saben, pero hasta ahora solo son golpes al aire, algún que otro susto. No están en ventaja sólo porque sean diestros en esquivar sino porque peleamos bajo sus propias reglas. Así, cuando pase la “coyuntura” y vuelvan a subir los precios, continuaremos reclamando a unos “directivos” que apenas son la cara visible, el “punching bag” de un monopolio ESTATAL.
Tienen razón quienes advierten que, al reclamar desde las redes sociales tal como lo estamos haciendo, incluso favorecemos a ETECSA en tanto consumimos los mismos datos que le compramos a esos precios que nos escandalizan, incluso indirectamente pagamos las cuentas de quienes, por decisión del gobierno, usan internet de manera “gratuita” con el fin de atacarnos en el ciberespacio. Entramos a un círculo vicioso en que nuestro enemigo nos vende carísimos guantes de pluma y seda para poder recibir nuestros golpes como caricias y mimos.
De modo que quienes realmente manejan los hilos de la telefonía y el internet lo pensarán mucho antes de tomar una decisión definitiva al respecto que nos beneficie, aún cuando el descontento “popular” en cuanto a ese tema en específico alcance niveles críticos, algo que no sucederá porque ya los cubanos temerosos, que suman millones en Cuba, han sido advertidos con ir al “saco de los mercenarios”, con todas las implicaciones que esto conlleva: castigos “legales” amparados por la nueva Constitución, anulación de servicios por violación de la política que establece el contrato con ETECSA y muchas otras más.
Por otra parte, fijémonos en que las “regalías” aprobadas son circunstanciales y poco generosas, además de estar dirigidas a estimular la compra del próximo paquete promocional que comenzarán a vender esta semana.
Quienes verdaderamente manejan ETECSA confían en que las recargas desde el exterior aumentarán durante la actual situación sanitaria, teniendo en cuenta que los millones de cubanos que viven en el exterior y los cientos de miles de “amigos extranjeros” necesitan mantenerse comunicados mientras el mundo en pleno se guarda en cuarentena bajo peligro mortal y, además, cuando el saldo extra, en la isla, sirve en la vida diaria como cualquier otra moneda, más en la actual contingencia.
“Si no puedo enviar remesas porque estoy encerrado, o porque la ley me pone un límite, haré varias recargas telefónicas que mi familia en Cuba pueda usar como dinero virtual”, pensarán algunos.
ETECSA ha anunciado que, en esta que viene, ampliará el período de vencimiento del “bono” y que solo bajará precios de los minutos de conversación y de las bolsas para conectarse a internet para quienes se conecten de madrugada. Pero, para las necesidades del resto de la jornada, no saca un “plan de amigos” o “plan familiar” que facilite las comunicaciones en momentos de emergencia, tampoco ha liberado de manera gratuita la navegación por todos los sitios .cu., tan solo para un par de ellos. Pudiera hacerlo al menos mientras dure el encierro en nuestras casas pero no lo hace.
Tampoco ninguna de las empresas extranjeras establecidas en Cuba ha intervenido en el asunto para anunciar que ayudará o destinará fondos para estos particulares o para otras cosas que necesitan esos cubanos y cubanas que, teóricamente, de acuerdo con la propaganda comunista, son los “legítimos dueños” de “los medios de producción”.
Los hoteles venden en dólares la comida siguiendo, a juzgar por los precios, una estrategia de “sálvese el que pueda”. El ejército, por su parte, ha abierto sus hospitales para el tratamiento de la COVID-19 pero solo porque poseen las únicas instalaciones con las condiciones necesarias para tratar la epidemia, en medio de un panorama hospitalario desastroso. Sin embargo, los militares no han puesto —ni han brindado— sus tropas a realizar las pesquisas sanitarias, en sustitución de esos estudiantes de medicinas que se ponen en riesgo —y con ellos sus familiares— al no contar con los medios de protección adecuados.
Pongo estos pocos ejemplos, en apariencias no relacionados, para que se tenga una idea de cuan “coherente” ha sido la actitud de ETECSA con lo que realmente sucede al interior de la isla en cuanto a “humanismo” y “solidaridad”.
Tan obsesionados parecen estar los del Partido Comunista con hacer zafra en los bolsillos de la gente que hasta el momento ni siquiera se ha aumentado la cuota de “pan normado” o “pan de la libreta” —que sigue siendo uno por persona— ni se le ha rebajado el precio a los artículos de primera necesidad.
Las personas continúan saliendo de las casas a diario para hacer el “recorrido” habitual por cuanta fila existe en el barrio, incluso más allá, para adquirir medicamentos, comida, agua, gas, transportación y dinero para salvar el instante.
Ese es otro asunto que ignoran —o prefieren ignorar— quienes reclaman y volverán a reclamar muy pronto a ETECSA un paquete de datos más económico mucho menos esencial que un pan extra, una ración de comida llevada hasta la puerta de la casa del anciano, el aumento de los salarios y el asunto de los precios excesivos, entre muchas cosas más como la libertad de pensar y expresar nuestras ideas, de disentir.
A veces, tras el reclamo y la saturación de las redes sociales con tales “tiros al aire”, “disparos fallidos” creo adivinar que algunos se aprovechan de ese silencio, de esa invisibilidad en que van quedando los reclamos más urgentes, esenciales, definitorios para ese presente y futuro de cambios que en verdad necesita el país, con todos y para el bien de todos.
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