LA HABANA, Cuba. – Para seguir exponiendo criterios sobre el futuro es necesario, primero que todo, aclarar a aquellas personas sensibles que no tiene nada que ver con una crítica a una organización o a alguien en particular, solo es un análisis del presente y lo que pudiera pasar a corto o mediano plazo. Es por todos conocido que algún que otro grupo hace proyecciones, incluso sociales; pero esto no es lo que se necesita, hace falta una hoja de ruta con unidad de criterios.
Ha sido imposible, por muchos factores, conseguir una disidencia unida. Las ideologías de los que se oponen dentro de la isla, van desde la izquierda hasta la extrema derecha. De igual forma en el exilio tampoco hay coincidencias entre las organizaciones que mantienen la esperanza de la democracia en Cuba.
Sería importante poder conversar -entre todos- para entender en diferentes escenarios posibles, cómo se podría llevar a cabo la instauración de las libertades, sin dañar aún más a la sociedad cubana. No es un problema solo de restablecer la democracia, lo más importante es cómo dosificar cada uno de sus aspectos, con aprobación de la mayoría, sin crear efectos secundarios que vayan a hacer más daño al pueblo. Debería existir un consenso entre los que disienten dentro y el exilio.
De todos es bien conocido que las organizaciones que aún trabajan en el país están infiltradas por la policía política y que algunos de sus líderes quieren hacer uso del derecho de emigrar, algo que no es ni criticable, porque cada uno es dueño de sus actos.
No obstante, haría falta un centro aglutinador que permita discutir sobre los problemas económicos, políticos y sociales que en estos momentos afectan a la isla y, lo más importante, proyectarse hacia el futuro para obtener soluciones viables.
Por ejemplo, si se produjera un cambio y todavía estuvieran vigentes las dos monedas, ¿de qué forma se procedería a la unificación sin que se afectaran aquellos cubanos que en la actualidad tienen muy bajos ingresos?
Algunos pudieran pensar, hay cosas más importantes, cierto, entre ellas se pueden enumerar que habría que redactar una nueva Constitución, para empezar a organizar el país desde todos los puntos de vista y garantizar que existan tres poderes; así como la forma en que va a estar estructurado el gobierno. Pero todo eso es lo grande, lo que de alguna manera tendrá solución; no es a lo que me refiero, la preocupación son los pequeños detalles que hagan que la sociedad tienda a empeorar con el cambio y eso es lo que no se puede permitir, hay que recuperar el respeto a la verdad.
Existen situaciones que se van a solucionar sin la intervención de alguien, por ejemplo, los niños dejarán de decir en las escuelas: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”, y también se quitarán la pañoleta, esto no necesitará indicación alguna.
Pero todo lo que debe ser resuelto con organización, debería formar parte de un plan que se haya discutido con antelación y que se mantenga actualizado, para poder ofrecer a aquellos que vayan a realizar el cambio una herramienta de trabajo que permita viabilizar situaciones.
Esto implica que no puede ser un programa ejecutado por una sola organización, pero sí por un trabajo de pensamiento conjunto, donde se aporten soluciones de tipo práctico a los problemas que haya que enfrentar durante la etapa de cambio. Incluso, hay que pensar en el restablecimiento de la ética social, perdida de forma general, como bien se conoce.
Podría alguna organización dentro de Cuba ocuparse de hacer las coordinaciones para que se efectúen los contactos entre todos, aunque sean parciales. Existen regulaciones de viaje para casi 200 personas, la mayoría disidentes; por lo que habría que buscar una solución entre los pocos que dejan viajar para coordinar con el exilio.
En fin, no se puede seguir esperando para pensar en el futuro, cuando se sabe que cada día es más difícil para la dictadura sobrevivir, incluso desde el punto de vista ideológico a pesar de todas las nuevas consignas.
En los momentos actuales, en los que se trata de echar a pelear al pueblo contra los particulares (cuentapropistas), con el fin de exaltar las bondades del socialismo, que es capaz de controlar los precios para beneficiar al pueblo; al contrario del capitalismo, que, sin compasión, les sube los precios a los trabajadores; no se han tenido en cuenta las consecuencias de ignorar la oferta y la demanda, pero ello saldrá a flote más temprano que tarde y causará serias dificultades a la dictadura. ¡Claro!, al pueblo también.
De gota en gota se hace un océano, por eso hay que estar preparado para cuando el agua del mar entre a la tierra e inunde toda la costa.
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