LA HABANA, Cuba. – Todos esperaban mi llegada. Apenas me acerco a la entrada del edificio me preguntan: “¿Usted es Vladimir?” Contesto que sí y alguien grita: “Bajen, que llegó el periodista”.
Al menos una veintena de personas hacinadas en el edificio –una antigua escuela convertida en albergue– empezaron a correr por las escaleras. Todos querían contar sus historias, cómo habían llegado allí, cuáles eran sus motivos para quejarse.
La desesperación afloraba en cada uno de los rostros. Unos habían llegado al edificio hacía solo unos meses, otros llevaban más de un año, pero todos coincidían en que el gobierno los había engañado para llevarlos hasta el antiguo inmueble, en el Consejo Popular Las Guásimas, a las afueras del municipio Arroyo Naranjo.
“Al derrumbarse una parte del edificio donde vivíamos antes, fueron a buscarnos con la policía y nos dijeron que íbamos para una villa con todo, que cogiéramos muy pocas pertenencias ya que solo estaríamos tres días aquí, hasta que nos dieran nuestras casas. Pero resulta que ya cumplimos un año en este lugar”, se queja uno de albergados en el edificio de Las Guásimas.
“Esto está lejísimo de todo, no hay médico, las condiciones son pésimas, hay tupiciones. Hemos cogido todo tipo de enfermedades: sarna, dengue, y nadie se preocupa por nosotros”, alegó Yohana Reinoso Arenas, otra de las albergadas.
A pesar de que ha transcurrido un año desde que llegó a ese “lugar espantoso”, Yohana asegura que las autoridades de su municipio, Centro Habana, no conocían que ella se encontraba albergada en este inmueble.
“Yo no entiendo cómo es posible que esto suceda, si a nosotros quien nos trajo para acá fue el Gobierno. Ahora resulta que es como si estuviera muerta porque nadie sabe nada”, puntualizó.
Por su parte, Yusimí Castañeda Vargas, otra de las albergadas, declaró que el Gobierno también la llevó a ella y a su familia al local que ahora ocupan, luego de ser desalojados a la fuerza de otro edificio que ocuparon ilegalmente en Marianao.
“La situación de nosotros es dura, somos del municipio de Arroyo Naranjo, pero esa gente [las autoridades] nunca ha venido aquí para vernos, no nos han dado colchones ni nada. Somos un núcleo de 14 personas y tenemos que dormir en cartones en el piso. También tenemos dos jimaguas en la familia que tienen meses de nacidos y tienen que dormir en el coche. Aquí ningún dirigente te da la cara”, aseguró Yusimí.
“La comida es otra de las cosas que nos afecta. La que nos traen está malísima. Lo mismo te encuentras vidrios que caracoles dentro de las cajitas”, advirtió la entrevistada.
Reynaldo Arteaga Chávez, quien labora como Agente de Seguridad y Protección en el Consejo de Estado, también declaró que fueron engañados por el Gobierno para salir de sus casas.
“Nos sacaron de nuestras casas por supuesto peligro de derrumbe, y todavía no se ha caído ni un ladrillo. Nos dijeron que cogiéramos lo necesario, que sería por pocos días, que la policía cuidaría las pertenencias que quedaban. Ahora podemos decir que nos robaron todo: refrigeradores, ventiladores, nos han dejado sin nada. Encima de eso, fui a hacer la denuncia y me dejaron preso, solo por haber entrado en mi propia casa”, aseguró Reynaldo.
Iraí Regla Mesa García, residente en el municipio Diez de Octubre, todavía se pregunta cómo puede ser posible que el Gobierno no habilite de manera adecuada este tipo de locales, donde tienen que residir (temporalmente, en teoría) las personas que pierden sus hogares.
“Si nos traen para lo que supuestamente es una comunidad de tránsito, ¿cómo es posible que no haya agua potable y que las condiciones higiénicas sean pésimas? ¿De qué manera se explica que te tiren ahí en un cuartico, que no llega a ser ni un cuatro por cuatro? No te dan nada, pero tampoco te dejan traer tus cosas”, se quejó.
Según destaca María Magaly Ordaz, una anciana de 71 años, las autoridades la trasladaron a ella y a su esposo al albergue en mayo de 2018, bajo la promesa de que en septiembre del mismo año podrían ir a una nueva casa.
“A nosotros nos trajeron el 31 de mayo de 2018 y nos dijeron que antes de septiembre ya tendríamos nuestras casitas, y resulta que nos hemos quedado sin casa y sin pertenencias, porque nos robaron todo lo poco que teníamos. Mira tú cuántos abusos han cometido con nosotros”, termina.