LA HABANA, Cuba. – Marlen Quesada Morera llora mientras casi recita la misma letanía que ha repetido a todo el que quiera escucharla: “Mi hijo no es un delincuente. Ya esto es demasiado. Tengo mucho dolor y, como yo, muchas madres. Si van a meterle una multa o prisión que acaben de hacerlo. Una quiere ser fuerte pero no puedo más. Esto es una tortura”.
El hijo de Marlen se llama Yasdanis Benítez Quesada, tiene 26 años y es uno de los detenidos tras las manifestaciones del pasado 11 de julio en Güira de Melena. El joven ha permanecido durante dos meses bajo investigación por los supuestos delitos de “robo con fuerza” y “sabotaje”.
“A las 7:30 de la noche lo entregué yo misma”, cuenta Marlen. “Me lo sacaron de allí (de la Policía de Güira) de madrugada para que yo no lo viera. Lo llevaron para Artemisa”.
Poco después, la entrevistada descubrió que habían trasladado a su hijo a Reloj Club, otra prisión.
“Él llegó aquí [a la casa] con un ventilador y una cafetera, y le dije que aquí no podía entrar con eso y se lo llevó para el Obelisco y lo botó”, asegura Marlen. “Después yo compré el ventilador y la cafetera con dinero que le mandó el padre de afuera y lo entregué en la Policía de Güira y me engañaron”, así alude a la falsa promesa de que esa acción conllevaría a la liberación de su hijo.
El único poder que tiene Marlen es el de la honestidad. Ella es testigo de Jehová y dice que es una de las razones que tiene para no mentir ni fingir.
“Mi hijo tiene problemas psiquiátricos. Yo no estoy fingiendo ni mi hijo tampoco. Él me ha llamado y me ha dicho que lo saque de allí, que tiene ganas de morirse, que ya no puede más. No tengo poder para sacarlo. Yo estoy destruida. No sé a quién le voy a pedir clemencia por mi hijo y por todos los que están presos”, dice ahogada en llanto.
A esos temores se suma el silencio total de la Fiscalía Militar, donde supone que están investigando el caso de Yasdanis, pues nunca le han facilitado el número de la causa ni el expediente para poder contratar a un abogado.
Al limbo legal en que parece encontrarse su hijo, se suma la incertidumbre que generan notificaciones imprecisas. La semana pasada, supuestamente, el joven sería sometido a juicio, pero, en cambio, solo lo hicieron pasar por una comisión médica, contó vía telefónica el propio Yasdanis.
La preocupación de Marlen crece aún más por la artritis reumatoidea que padece su hijo. Asegura que los dolores apenas lo dejan caminar cuando entra en crisis.
“Estoy vacía. ¿Por qué van a acabar con esa juventud? ¿Hasta cuándo van a tener encerrados a esos infelices?”, se pregunta. “Ninguno hizo [algo] como para eso”, termina.
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