LA HABANA, Cuba. – Cuando el dólar retoma su vuelo sobre los 250 pesos y Miguel Díaz-Canel se da un saltico a Nueva York, llega el Gobierno de Joe Biden, de acuerdo con un reporte de Bloomberg, a anunciar medidas encaminadas a otorgar ciertos beneficios financieros a lo que Washington supone como la “mejor esperanza de Cuba para el crecimiento económico y frenar la emigración”, es decir, las mipymes.
Suena lindo a los oídos la buena nueva y posiblemente abra mejores caminos a algunos emprendedores “selectos” en la Isla —de ahí lo que pudiera llevar de esperanzador el anuncio—, sin embargo, entre la idea de “frenar la emigración” y lo sucedido recientemente en la Asamblea Nacional, que terminó dividida entre detractores y defensores de los “nuevos actores” de la economía cubana, más el significativo número de mipymes que han cerrado o lo piensan hacer en breve como consecuencia de la bancarización del efectivo (y los límites en las transacciones), el anuncio suena poco realista, por no decir, enajenado de nuestro contexto.
Incluso, siendo suspicaces, pareciera que ambos gobiernos se han puesto de acuerdo o que uno ha dado la voz al otro, o en última instancia que el anuncio se filtró hacia la orilla de acá mucho antes que a las fuentes de Bloomberg, porque apenas unas semanas atrás el brusco timonazo del régimen con respecto a las mipymes, cuando antes había estimulado la creación exprés de miles de estas, hizo preguntarse a unos cuántos cuál sería la razón de ese “cambio de humores”. Pero ahora está bien clara la respuesta.
El río corría lleno de piedras pero solo sonaba para los oídos de unos pocos “selectos”, de modo que se les hacía necesario a los “chicos listos” del régimen deshacerse con urgencia de competidores para afianzar el monopolio de la “buena nueva” que estaba por llegar.
Porque, al menos del lado de acá donde todos somos vecinos de todos, para nadie es secreto saber quiénes están detrás de las mipymes más exitosas de la Isla, incluso sospechar de cómo se formaron a partir de “fidelidades” más que de iniciativas individuales, de modo que el alud de mipymes iniciado apenas un par de años atrás, cuyo extensísimo listado se torna labor fatigosa para quien lo revise (sin contar que apenas ofrece detalles sobre las empresas, y que algunas parecen puro invento), solo sirvió para esconder lechugas entre col y col, y ahora ha llegado el momento de cortar las últimas para que solo las primeras se beneficien de la luz.
Esa es la esencia de lo que ha sucedido, y de lo que estaría por suceder, y ahora también queda claro cómo los principales de régimen han sabido demasiado bien escurrirse por esa grieta en el embargo, de modo que muy pronto este les rendirá muchos más beneficios que si lo quitaran, en tanto algunos lo han convertido en fuente de lucro personal, y si no que les pregunten a los dueños de las empresas de envíos a Cuba, a los negocios de reventas online que tienen sus principales clientes en Miami, porque muchos de ellos son los mismos que además asisten y hasta financian festejos en la Embajada de Estados Unidos en La Habana igual que lo hacen en El Laguito o en Palacio de Convenciones de Miramar.
Así como muchos de ellos, por no decir todos, irían a la ruina si mañana en Cuba pudiéramos comprar directamente en Amazon o en AliExpress lo que hoy vende a sobreprecio este o aquel emigrado (con licencia o sin licencia de OFAC) que debe su fortuna no solo a la “santa emigración” sino al “santísimo bloqueo”, al que solo de boca para afuera quiere que eliminen porque en privado reza, con todas sus fuerzas, para que jamás termine.
Y con ellos rezan los que aquí han hecho la trampa en forma de leyes para así continuar engordando las barrigas. Los que han creado esa fórmula macabra en que, para sobrevivir, cada familia debe contar con al menos un emigrado porque este loco comunismo de CUC, MLC y USD no está diseñado para quienes ganan su salario en pesos cubanos.
Y siendo así, el freno a la emigración menos que una “utopía” es una idea tonta, desconocedora de nuestra realidad, por no decir engañosa, en tanto pretende ignorar o invisibilizar las condiciones indispensables para que un cubano pueda crear una empresa privada próspera en Cuba, y estas son: primera, ser emigrado o contar con un familiar o amigo que lo sea; segunda, que obtenga el “visto bueno” del régimen atendiendo exclusivamente a su “fidelidad” política.
Pero además desconoce, entre tantísimas otras cosas, cuál es nuestro principal componente migratorio, integrado casi en su totalidad por personas que han logrado reunir capital precisamente a partir de negocios lícitos o ilícitos, o que han sido ayudados económicamente por familiares en el exterior. Nuestra emigración jamás ha transcurrido en una línea, sino en un círculo casi imposible de romperse.
Si un cubano o cubana hace dinero en Cuba a partir de un negocio legal o ilegal, sea este en verdad una iniciativa personal o la fachada de un acuerdo solapado con el régimen, su próximo paso no es otro que salir de Cuba y establecerse, como un nuevo tipo de agente de influencias, en donde es mucho más útil para un gobierno que juega la carta de “a menor popularidad, mayor necesidad de respaldo exterior”, y eso en la política cubana es materia de preescolar.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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