LA HABANA, Cuba.- Hay quienes afirman que se trata de una crisis sin precedentes, lo nunca antes visto. Que los basureros, “renacidos” –como si alguna vez hubieran muerto–, parecieran echar raíces bajo el asfalto en las esquinas de la ciudad. Llegaron para quedarse, insisten, viendo la inercia del gobierno en labores de higienización ambiental y saneamiento.
Tampoco ayuda el actuar de las personas en la evacuación de sus desechos. Las jabas lanzadas hacia la calle, los metros cúbicos de basura depositados alrededor de los contenedores y no adentro, aun cuando estos permanecen con capacidad de acopio, conforman un complejo cuadro sanitario que rompe el equilibrio salud-medioambiente.
“Miro el panorama: el mosquero y la inmundicia, los gatos, los perros y hasta personas husmeando para sobrevivir en las montañas de basura que hay en las calles, y me parece que sigo en Angola. No recuerdo que esto pasara antes, no así”, comentaba a CubaNet Ángel Martínez Fumero, veterano de la guerra civil en el país africano.
Sin embargo, ni la crisis ni su magnitud son nuevas. Baste mencionar febrero de 2002, cuando un brote masivo de dengue forzó la movilización de diferentes actores en una ofensiva de higienización contra el mosquito aedes aegypti, vector transmisor de la enfermedad, cuyos focos surgieron de la creciente acumulación de basura en la ciudad.
Los Servicios Comunales pertenecen al grupo de sectores subsidiados por el gobierno, como Educación y Salud Pública, a través de empresas presupuestadas. En mayor o menor escala, año tras año la recogida de basura figura en la agenda estatal como un problema pendiente a resolver, agudizado por el progresivo deterioro de los equipos de recogida y la tendencia al incremento de los volúmenes de desechos que se vierten a diario.
Gestiones que no se mueven, cuentas que no dan y basura que no se recoge
Hacia 2017 se estimaba que la capital generaba 20.000 metros cúbicos de basura por jornada. En seis años el indicador aumentó a casi a 24.000 metros cúbicos, según dio a conocer Yanet Hernández Pérez, Gobernadora de La Habana, en reunión de trabajo celebrada en agosto pasado.
De acuerdo con la funcionaria, por falta de baterías, neumáticos y otras piezas y partes para repuestos, en la capital funcionaban 174 equipos de los 440 disponibles para servicios comunales. Por su parte, por causas similares, la Empresa Provincial de Higiene disponía de 18 colectores, mientras 11 permanecían paralizados en los talleres.
Casi tres meses después, la recuperación es imperceptible. En un reportaje publicado este lunes por el Canal Cubano de Noticias, Onelio de Jesús Ojeda, director Provincial de Servicios Comunales, confirmó que se mantienen operativos los mismos 174 camiones de volteo junto a otros 63 camiones colectores, y quedan más de 200 equipos inactivos.
Sin precisar cuándo, informó Ojeda que la entidad recibió un crédito de 700.000 dólares para financiar la recuperación del servicio, lo cual, en un primer segmento, permitió comprar 134 baterías y 216 neumáticos. La inversión habría beneficiado el funcionamiento de 24 colectores.
Además, con el crédito se pretenden adquirir los neumáticos y las llantas para echar a andar los mini cargadores encargados de la recogida de escombros. En la actualidad, dijo, de 24 que existen solo funcionan tres en toda la ciudad, y se espera poder llegar a 15.
Como promedio, abundó el reporte, los medios disponibles alcanzan a recoger el 68 por ciento de la basura que generan la población y los actores económicos. En consecuencia, en La Habana cada día se acumulan entre cuatro y 5.000 metros cúbicos de desechos que no se pueden extraer de las calles.
La percepción popular precisa que las cifras oficiales pudieran ser menos favorables. Residentes de varios municipios de la capital aseguran que, a veces, transcurren más de dos semanas sin que se recoja la basura, situación que atestiguan los incontables micro vertederos que se apropian del espacio urbano.
“Hay lugares donde la basura abarca de esquina a esquina, y basureros que son históricos, porque nunca se recogen. Cuando pasa el camión se lleva lo que tienen los contenedores, pero lo que está en la calle nadie lo toca, y sigue creciendo”, señaló Darién Robles Pomares. “Centro Habana mismo está minado, y las moscas y los ratones entrando para las casas”.
Focos de contaminación
Nachma Suárez Rodríguez, Licenciada en Enfermería y Máster en Salud Comunitaria, explica que los micro vertederos son fuentes contaminantes de gérmenes patógenos y hábitat de vectores transmisores de disímiles enfermedades.
“Es una amenaza invisible de la que no tenemos percepción de riesgo, y eso la hace mucho más peligrosa. Toda esa infección se propaga por la comunidad, a través de las moscas, las ratas, mosquitos, cucarachas; en nuestros zapatos, que pisan las infecciones que arrastran de la basura las mismas lluvias”, argumentó Suárez.
Como especialista de Salud, responsabilizó a la crisis sanitaria de las constantes afecciones a la piel, brotes de catarros, fiebres, vómitos, diarreas y procesos virales generados por las bacterias que se cuecen en la putrefacción de los basureros. “Convivimos en la contaminación, es imposible no estar inmunodeprimidos”, espetó.
Bajo condición de anonimato, por temor a represalias, una doctora del municipio Centro Habana explicó a CubaNet que la mayoría de las enfermedades que aquejan a la población son atribuibles a contextos relacionados con problemas de saneamiento ambiental. En ese sentido, ponderó la relevancia que tiene para la salud pública el funcionamiento eficaz de los servicios comunales.
“La perspectiva intersectorial es fundamental. Si no existe una higienización adecuada aparecen los vectores, y las enfermedades que cada uno puede transmitir”, subrayó. Específicamente, citó la reaparición del dengue a niveles epidemiológicos. “La crisis sanitaria propicia la proliferación de los mosquitos. Salud silencia la epidemia, pero La Habana está infestada –de dengue–”.
Con las enfermedades a la vuelta de la esquina, Ivette Paz Villegas Estrada, en funciones de coordinadora de una de las circunscripciones del municipio Cerro, ha tocado múltiples puertas para intentar solucionar la recogida de basura en su comunidad o repeler los vectores que penetran en las viviendas. Por el momento, ninguna de sus gestiones conoce el éxito.
“Junto con el delegado hemos tratado, pero Comunales dice que no tienen cómo –recoger la basura–. Los vectores están entrando a las casas, así que hablé con la gente de Higiene y Epidemiología y me dijeron que no tenían con qué remediar la situación”, comentó Villegas, quien también denuncia que el agua potable les llega contaminada.
“Eso es por la basura, ya me explicaron que los líquidos que sueltan los desechos llegan a penetrar en el manto freático”, apuntó la mujer.
La basura de todos, que nadie quiere recoger
Higienizar es la mejor solución, pero, ¿cómo conseguirlo cuando los hábitos populares son negativos y a quienes corresponde la tarea no articulan ideas o mecanismos que impulsen la recuperación de los servicios comunales?
En su comparecencia ante el Canal Cubano de Noticias, Onelio de Jesús Ojeda explicaba que, además de los problemas técnicos de los equipos de recogida, la empresa atraviesa un déficit de recursos humanos. Con la plantilla al 68 por ciento, trabajan con un grupo importante de reclusos y sancionados en régimen domiciliar.
Según explicaba en el mismo material Odalis Acosta, directora de la Empresa Provincial de Higiene Comunal, los bajos salarios son la principal causa de que la entidad no consiga contratar los brazos que necesita para el completamiento de las plazas vacantes. Como promedio, expuso, pagan a los obreros alrededor de 3.500 pesos mensuales.
Ezequiel González Valdés, empleado que trabaja en el grupo de los piques –popularmente conocidos como barrenderos–, informó que por demás en el cumplimiento de las faenas se exponen a contraer enfermedades al no recibir los medios de protección que requiere su puesto de trabajo.
“Yo nunca he visto un jefe preocupado por si tengo guantes. De hecho, bajo lluvia hay que meterse dentro de la basura y ni botas de agua te dan. Yo llegué aquí hace años, a terminar de cumplir una sanción trabajando, luego me quedé porque no conseguía (trabajo) en otro lugar y, hasta el sol de hoy. Pero trabajar aquí no es fácil, te lo digo yo”, resaltó González.
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