LA HABANA, Cuba. — Niega una entrevista a Cubadebate, muy bien por ella, pero termina tomándose fotos con personajes que el régimen usa sistemáticamente para fingir hacia el exterior que por aquí “todo está ok”, “todo está rico”, y es en esas “actitudes” que Ana de Armas se revela como lo que realmente es: otro juguetito.
Pero no cualquier juguete, no de ese tipo mecánico o de cuerdas que ya huele y suena a viejo, sino uno de esa “next generation” que, en las actuales circunstancias (cuando, en medio de la desesperación, a la dictadura le conviene “filmar” de “inclusiva”, “abierta”), muestran mejor desempeño por esa “ambigüedad” que los hace parecer “fuera del sistema”, pero al mismo tiempo dentro de él, enviando, urbi et orbi, el mensaje que precisamente necesita el régimen: “Todo lo que se dice malo de nosotros es mentira”.
Que es un juguete de nueva adquisición se demuestra en que apenas habiendo arribado a La Habana, las más importantes páginas oficiales de turismo del régimen usaron la noticia para promover el destino Cuba, como si no albergaran ningún tipo de temor a que Ana, dotada de cierta “autonomía”, les hiciera quedar mal con declaraciones molestas e “indisciplinas” similares a las de su hermano, el fotógrafo Javier Caso, que en 2020 fue interrogado por la Seguridad del Estado a causa de sus vínculos con el fotógrafo Miguel Coyula y la actriz Lynn Cruz.
Igualmente, como hubiera sido lo normal en un régimen tan cauteloso y calculadoramente “entusiasta” con los cubanos “idos”, no demoraron los voceros más notables en celebrar la visita (con mucho de hipocresía y frases ridículas), como si tuvieran muy claro que más tarde no tendrían que morderse la lengua si a la estrella naciente le diera por estallarles en la cara reclamando libertad o solicitando visitar a un preso político.
La elogiaron en redes sociales porque, sin dudas, estaban muy seguros de que lo peor no sucedería, y solo por eso se guardaron, por ahora, las puñaladas traperas que lanzan contra todo aquel que los deje en ridículo o los ponga en su lugar.
Ana de Armas ha sido celebrada porque a su manera “discreta” igual los ha celebrado, porque de otro modo ya hubiera aparecido ese artículo en la prensa oficial donde le recordarían a la chica que es una malagradecida egresada de la enseñanza artística del sistema, que no pasó este casting o aquel, las materias que suspendió, la atención médica que recibió y hasta las guardia del CDR que hiciera, y así quién sabe hasta qué punto hubieran llegado con tales bajezas solo porque el juguete “se ha portado mal”.
Ana se ha comportado como se esperaba y su itinerario ha sido casi el mismo que el de Beyoncé (en su función de gancho para el turismo). De otro modo sus vacaciones en Cuba, para la prensa oficial, hubieran pasado tan ignoradas como las últimas, en la que se hizo acompañar por Ben Affleck.
En esas ocasiones nadie dijo nada, nadie ligado abiertamente al régimen se hizo una selfie, nadie le solicitó una entrevista, ni ella tuvo que disculparse por “estar de vacaciones”. No había sido nominada al Oscar, aún no tenía los suficientes reflectores sobre ella, pero tampoco nadie del régimen estaba totalmente seguro de si Anita terminaría convertida en otro Javier Caso a quien regañar. De modo que, ya aclaradas las dudas y necesitados de ese tipo de promoción, Ana de Arma, como estrella de Hollywood, les ha caído del cielo en un avión, más ahora que ni por error se asoman por Cuba ni la Beyoncé, ni la Madonna ni las Kardashian.
Pero es que tampoco ninguna de ellas enviaría el mensaje de “somos felices aquí” que el régimen desea ahora lanzar al mundo con sus “afectos” y “mimos” por Ana de Armas, y es que esta nueva generación de juguetes incluso supera en “virtudes útiles” a aquella otra, ahora desechada, que floreció la víspera y durante el deshielo de Obama.
Me refiero a esa hornada de artistas, periodistas independientes, medios de prensa y hasta disidentes de “nuevo tipo”, esa “oposición leal” que, habiendo negado en sus inicios la represión, habiendo mirado con asco al exilio y la “contrarrevolución” interna, terminó aplastada por esa misma fuerza del oficialismo que los creó en las sombras para fingirse, en las mesas de negociaciones con el “enemigo”, a favor de unos cambios que nunca llegaron, que jamás estuvieron dispuestos a hacer.
Hoy esos tontos útiles de apenas ayer en la tarde no solo han tenido que exiliarse en Miami o Europa, sino que se han convertido en el centro de la diana de sus propios creadores, en tanto son criaturas de las que reniegan, tan molestas como cualquier juguete viejo que ya ni como adorno de la habitación les sirve.
Ana de Arma hoy es el nuevo prototipo. Esa “mujer nueva”, ese “hombre nuevo” que el régimen necesita imponer y generalizar como modelo, en tanto tiene la capacidad de encontrar un falso “equilibro” entre emigrar o exiliarse porque no tiene oportunidades de salir adelante en su país natal y más tarde retornar habiendo olvidado las penas, sus verdaderos orígenes, e incluso perdonando a quien se las causó. Eso sí, retornar de forma breve, disciplinada y con dinero en los bolsillos, porque de otro modo no es posible.
Ana de Armas —como los “puentes de amor”, friends and partners— es ese “ejemplar” emigrado, exiliado y al mismo tiempo dócil y amnésico, capaz de darles a los comunistas el espectáculo “atemperado” a las circunstancias, es decir, piezas “rentables” que les aportan dinero y algo de credibilidad mediática en medio de la impopularidad real, palpable.
Ana de Arma y compañía, por la capacidad de armarse y desarmarse de acuerdo al contexto, pertenecen al nuevo stock de juguetes que la “continuidad” necesita para comenzar a echar a la basura ese cajón de cacharros viejos, rotos —al estilo de Virulo, por ejemplo— que ya no le son útiles porque cuesta demasiado su mantenimiento para lo poco, malo y contraproducente que pueden ofrecer.
Como un juguete tipo Lego, Ana de Armas se construye para entrar en el juego aun fingiendo que no quiere entrar, y es que los juguetes, por más caros y novedosos que sean, no tienen voluntad, incluso ni un ápice de auténtica memoria aun cuando lleven integrado el mejor de los microchips. Los juguetes todos son desechables y todos son usados para la fantasía de una representación.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.