LA HABANA, Cuba.- La noticia de que miles de latinoamericanos no pudieran encender un arbolito de Navidad, cenar, ni recibir la visita de Santa Claus por estar divididas sus familias a causa de la inmigración, hecho generador de que unos esperaran la festividad a la intemperie en una frontera, otros, hacinados en campamentos de refugiados levantados por Trump, y los demás encarcelados, hambrientos y torturados en una prisión estadounidense, causó risa o indignación a no pocos cubanos de a pie.
Porque lo más tendencioso de la información trasmitida este jueves al mediodía por el noticiero nacional de la televisión fue omitir el número de compatriotas que por similares causas se encuentran en esa situación fuera del país, aunque muchos dentro de la Isla tampoco pudieron cenar, pues si había carne de cerdo no tenían dinero para comprarla, los arbolitos, si aparecían, valían el salario de un año o la remesa de un mes, y Santa Claus hace décadas perdió la dirección.
Además, si estos correveidiles de ordene y mande conocieran lo que sucede en su propio país, y no cerraran los ojos y las bocas ante la realidad de los cubanos, con un saltico al reparto Miraflores Viejo, en el municipio Boyeros de esta capital, hubieran visto como 90 núcleos familiares viven hacinados en seis albergues que nada tienen que envidiarle, o están peores, a los “levantados” por Trump.
Y aunque no son torturados físicamente por las autoridades, sí lo son de forma psicológica al decirles “no se desesperen”, “el año que viene te vas a ir de aquí”. Mientras tanto niños, mujeres y ancianos llevan más de diez años esperando por el milagro de que les den una casa, no Santa Claus ni Los tres Reyes Magos, sino Fidel, Raúl o Díaz-Canel.
Según Rolando Pérez Alfonso, a quien se le derrumbó la vivienda en Centro Habana y lleva 10 años albergado en Miraflores Viejo, la única visita que ha recibido es la de dos individuos vestidos de civil, con pinta de agentes de la policía o de la Seguridad del Estado, para preguntarle por qué había dicho “yo no pago para que me vigilen” , en referencia al llamado a integrar el Comité de Defensa de la Revolución (CDR), y a confirmarle que si algún día se repartían casas, él sería el último en recibir.
Pérez Alfonso también agregó que el día 19 del presente mes llegó al campamento un grupo de dirigentes en visita relámpago, no para anunciar la entrega de una vivienda a un núcleo familiar, ni para decir que los techos y paredes agrietados de los albergues serían reparados, o que el derrame de aguas albañales que cubre los caminos y la falta de alumbrado público en la comunidad se solucionarían esta Navidad, sino para informar a todos esos cubanos que ahora no se puede, y que no pierdan las esperanzas y confíen en una revolución que nunca los abandonará, aunque muchos llevan década oyendo esa canción.
De ahí que no me sorprendiera que el príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles, Carlos y Camila Parker, no quisieran dirigir hacia Miraflores el auto Clásico MG negro de 1959 en que viajaron por La Habana. La realeza no se iba a retratar con la hierba al pecho, las aguas albañales cubriéndoles los tobillos junto a seis felices albergados, imagen que se hubiera convertido en la postal de Navidad oficial del año en su país.
Mucho menos me sorprende que la caravana presidencial de Miguel Díaz-Canel no enrumbara hacia el campamento para detenerse en un semáforo –pues no hay– y dar botella a una mujer embarazada camino al hospital o a un niño en dirección a la escuela, no por falta de voluntad, sino por desconocer la existencia de esa comunidad de albergados cubanos, estar fuera de la ruta oficial trazada por el partido, o tal vez, por falta de combustible para llegar a Miraflores Viejo S.A.
Pero, como mal pensado que soy, supongo que él se dirá: si “Somos continuidad” debo dejar el estancamiento social como una señal de la resistencia del pueblo y gobierno cubanos al bloqueo imperial; si “Vamos por más” debemos aumentar el nivel de miseria y culpar a la Ley Helms-Burton; y si hay que “Pensar como país” los albergados, disidentes y otras rémoras no entran en el plan.
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