LA HABANA, Cuba.- El 5 de junio de 1955, en la Sierra del Rosario (Pinar del Río), nació Fernando Borrego Linares, un humilde campesino que en muy poco tiempo rescató la música cubana tradicional para ponerla de moda dentro y fuera de la Isla. Los cubanos y el mundo lo conocieron como Polo Montañez, el “guajiro natural”.
Desde niño tuvo una facilidad extraordinaria para captar los ritmos y melodías del son cubano. Componía canciones en los momentos más impensables: conduciendo un tractor, nadando en el río, sembrando y dicen que, incluso, mientras dormía. Polo Montañez fue criado en un ambiente muy musical. Su padre tocaba el acordeón y su madre bailaba. Él solía acompañarlos con una tumbadora durante las fiestas familiares.
Su sensibilidad y su memoria, que guardaba muchas canciones escuchadas en la radio, fueron claves para su éxito, así como su talento innato para tocar la guitarra, demostrando tener un oído excelente.
En los años noventa inició su carrera profesional como vocalista y tresero. Para entonces había compuesto aproximadamente setenta canciones que arreglaba para su banda de forma autodidacta: sus músicos simplemente seguían el tono de su voz con los instrumentos, y las armonías surgían, sencillas, bellísimas, magistrales.
Su popularidad se disparó con el lanzamiento de su disco debut, Guajiro Natural, que lo consolidó en la preferencia del público cubano y lo catapultó al primer lugar de los hit parades radiales con la canción “Un montón de estrellas”.
Dicho álbum le ganó el corazón del público latinoamericano y le abrió las puertas a escenarios en Europa. Su forma de hacer música cubana no dejó a nadie indiferente, a pesar de su corta carrera. El éxito de Guajiro Natural fue arrollador. Solo en Colombia vendió unas 40.000 copias que le merecieron discos de oro y platino, así como ser reconocido como el artista internacional más escuchado.
En Cuba sus conciertos fueron multitudinarios, un fenómeno de popularidad sobre la base del son montuno, boleros y guarachas que no se veía hacía décadas.
Polo sacó un segundo disco, titulado Guitarra Mía, y un tercero fue publicado después de su muerte, ocurrida prematuramente en un accidente automovilístico. Fue tan grande la impronta dejada por su música, que intérpretes de la talla de Gilberto Santa Rosa y Marc Anthony han realizado versiones de sus populares temas “Un montón de estrellas” y “Flor pálida”, respectivamente.