LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 –El Ministerio de Finanzas y Precios promulgó una resolución por la cual más de 100 productos comercializados en las tiendas de recaudación de divisas, conocidas popularmente como “shoppings” tendrán precios únicos. Anteriormente existía una amplia diversidad de precios para la misma mercancía según la cadena de establecimientos. En ocasiones el precio más alto podía ser superior en un 50,0 % o más que el inferior en otras tiendas, algo que pudiera mantenerse para los artículos que quedan sin unificar sus precios
Esta situación permaneció durante alrededor de 15 años, y propició que gerentes y empleados modificaran al alza los precios para apropiarse de la diferencia. Esa práctica era llamada “multas” por la población, obligada a adquirir la mayoría de los productos en esas tiendas, todas propiedad del Estado, a precios de entrada por lo regular súper elevados. Aunque no ha sido el único método empleado para esquilmar a los indefensos consumidores. En indagaciones realizadas por el periodista de la BBC, Fernando Ravsberg, radicado en Cuba, halló una cocina 200 CUC más cara en un lugar que en otro, asi como variados ejemplos de lo que son las “multas”.
La pregunta que muchos ciudadanos se hacen es por qué se esperó tanto para adoptar esa medida. Quizás se deba al desprestigio de esos mercados, cuya existencia denota la discriminación a amplios sectores de la población que no pueden comprar allí por carecer de divisas o solo pueden hacerlo de forma muy reducida. Recuérdese que en Cuba la mayoría de los trabajadores y pensionados cobra en el peso moneda nacional, que no es aceptado en esos lugares. A esto se agrega que en los últimos tiempos ha existido una continua elevación de los precios de los productos ofertados en las tiendas de divisas de forma escandalosa, que ha sido de tal relevancia que hasta la totalmente controlada televisión nacional ha tenido que reconocerlo. También se une el continuado desabastecimiento que incluso ha alcanzado hasta mercancías de producción nacional, como las frazadas para limpiar el piso, aceite comestible, café, artículos de aseo personal y otros alimentos importados, que como es el caso ahora del detergente desaparecen por semanas o meses.
Es posible que la medida unificadora de precios permita un mayor control, pero las raíces de la corrupción en las tiendas de venta en divisas siguen vigentes. Aunque los gerentes y empleados son escogidos, sobre todo políticamente, sus salarios pagados fundamentalmente en moneda nacional resultan muy bajos y, como el resto de la población, carecen de artículos esenciales, los cuales manipulan diariamente en un contexto de deficiente organización laboral, sin existir el debido control en los almacenes, ni contabilidad confiable en muchos casos. Hay una intermitencia muy alta en los suministros, lo que hace que el acaparamiento de productos propicie elevados niveles de rentabilidad, cuando son escasos. Un terreno favorable para la especulación. A menudo en las puertas de las tiendas de divisas, muchas personas ofertan productos deficitarios, por supuesto a precios superiores, lo cual indica que existen fuertes vínculos con algunos empleados de las tiendas, conocedores de que habrá falta de los mismos y les transmiten la información.
No se ha publicado el listado de los productos, a los cuales se unificarán los precios. Solamente se conoce algunos, como es el caso de la pechuga de pollo que según se ha informado se venderá a 4.50 pesos convertibles (CUC) el kilogramo, equivalente a 112.50 pesos moneda nacional; exactamente la cuarta parte del salario medio mensual (455 pesos) y casi la mitad de una pensión media (255 pesos). Es posible que la leche en polvo mantenga su precio de 5,75 CUC el Kg y el litro de aceite comestible de soja a 2.40 CUC. Lo correcto sería que los precios unificados fueran ampliamente dados a conocer.
En conclusión, la medida aunque pudiera ayudar al control, no resolverá los problemas del consumidor, enfrentado a un monopolio estatal que en última instancia decide qué y cuándo ofertar, asi como los precios. Por otra parte, queda intacta la segmentación del mercado cubano entre el creciente comercio en divisas y la escuálida oferta en monda nacional, lo cual constituye uno de los factores de mayor distorsión en la economía nacional, asi como de desigualdad social. Una situación que jamás podrá resolverse en el marco del disfuncional modelo económico que ha creado este estado de cosas.