LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – Se inició un nuevo curso escolar y las autoridades del sector han creado las condiciones para transformar la estructura de la matrícula en la enseñanza media: la mayoría de los egresados de noveno grado no estudiarán en los institutos preuniversitarios, sino en las escuelas politécnicas, para convertirse en obreros calificados.
Es cierto que el país necesita de este tipo de obrero, que brinde servicios tan importantes, hoy deficitarios, como la albañilería, carpintería, plomería y otros. Pero una cosa son las necesidades de la sociedad, y otra bien distinta es la aspiración de los familiares de esos estudiantes y de ellos mismos.
A primera vista, la situación pudiera no parecer negativa, porque los muchachos van a estudiar. Sin embargo, cuando mamá y papá se den cuenta (y no demoran mucho) de que el futuro de sus hijos es andar embarrados de mezcla, grasa, o quemándose al sol, saldrá a flote el desencanto, y puede ser que las deserciones escolares no se hagan esperar.
También puede ocurrir que aquellos que se gradúen decidan no aceptar las propuestas laborales que ofrece el Estado, y opten por trabajar por cuenta propia, lo que representaría otro escollo en los planes del gobierno.
Hay que recordar que hace poco el régimen sufrió otra derrota en materia educativa: el final de la beca. Durante años, los alumnos que cursaban el nivel preuniversitario debían permanecer tres años becados en el campo. Según el fábula oficial, la combinación estudio-trabajo fortalecía la moral socialista de los educandos. Muchas voces independientes se pronunciaron en múltiples ocasiones contra la medida, debido a que alejaba a los hijos de los padres y rompía la unión de la familia.
Aunque la razón que adujo el gobierno para eliminar este sistema de enseñanza fue de carácter económico, y enfoco el asunto como parte de las medidas de austeridad implementadas por Raúl Castro, el consenso general es que además era obvio que la beca no era el supuesto lugar de “formación”, de que hablaba el gobierno, sino en un sitio donde se cultivaban muchos malos hábitos.
Veremos si en este curso 2011-2012 y en los venideros, el empeño gubernamental de formar masivamente a obreros calificados toma por la senda del éxito o, por el contrario, termina nuevamente, como otras veces, sólo en las buenas intenciones.