LAS TUNAS, Cuba, julio (173.203.82.38) – El sol, que inundaba la calle con la luminosidad trópico, no impedía a los curiosos amontonarse alrededor del auto patrullero, detenido ante el portal del hotel. Diez policías intentaban imponer el orden en el lugar. El comentario entre los parroquianos y algún que otro viajero, se resumía en que al terminar la tonada para recibir lo que había ganado, el viejo músico se acercó más de lo conveniente a un sueco que manoseaba a una criolla treinta años más joven, que sonreía sin afecto, pero con zalamería.
El nórdico atacó al mendigo, quien intentó defenderse de las siete libras de carne que tenía el sueco en cada bíceps. Al turista agresor se sumó uno de los camareros del hotel, que la emprendió a puntapiés contra el anciano haciéndolo rodar por la escalera.
El Hotel Cadillac está en el centro de Las Tunas, al lado este de la iglesia, a unos metros del centro comercial La casa azul, reabierto hace tres meses. Desde ese momento se convirtió en el centro de la prostitución y el proxenetismo en esta ciudad de más de 180 mil habitantes. El hotel es ocupado fundamentalmente por extranjeros. Los cubanos no pueden hospedarse allí, pero sí acceder a los servicios gastronómicos que se brindan en el portal.
A la sombra del portal con toldos, pasan la canícula hombres de todas las latitudes, pero fundamentalmente alemanes e italianos. En las mesas se sientan a beber cerveza prostitutas, siempre vigiladas por sus chulos, sentados al sol frente al parque y también pingueros (hombres prostitutos).
La actitud del turista y el servil camarero contra el viejo Rondón, conocido por interpretar música popular por unas monedas, fue repudiada por los transeúntes que, indignados, la emprendieron contra los abusadores. La policía acudió de inmediato al céntrico lugar para evitar males mayores.