LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El músico Robertico Carcassés sobrepasó la raya. Según su detractores, escogió el momento y lugar menos adecuados para pedir -además de la libertad de los cuatro espías cubanos y el fin del “bloqueo”, como dictaba el libreto del show- el libre acceso a la información, la posibilidad de elegir al presidente del país por voto directo, el fin del auto bloqueo que imponen los comunistas y la libertad para…. “María”.
Todo eso lo pidió mientras cantaba en un concierto televisado celebrado hace pocos días en la emblemática Tribuna Anti imperialista –que el pueblo llama Protestódromo-, escenario habitual de las pachangas antiyankees que organiza el gobierno. Esta vez, el objetivo del espectáculo era recordar el décimo quinto aniversario del encarcelamiento de los espías-héroes y, por supuesto, exigir una vez más a los yankees que los liberen.
Robertico se convirtió de inmediato en un apestado. Fue vetado indefinidamente de actuar en los escenarios y medios propiedad del gobierno, o sea, todos. El incidente debería ser suficiente para tapar la boca a los que hablan de un relajamiento de la censura en Cuba. Los espacios para expresarse, los temas a tratar y lo que se puede o no decir, siguen siendo dictados por la agenda oficial.
Pasarse de la raya a la hora de criticar es todavía peligroso. Los “nuevos aires de libertad” son solo simbólicos; parte de un plan de mejoramiento de imagen para crear la ilusión de apertura. Puro marketing.
Salvo algunos intelectuales, escritores, artistas y académicos, que de vez cuando se lanzan a hablar críticamente sobre los problemas del país, la mayoría apuesta por atrincherarse en el silencio.
Desafortunadamente, las críticas de los pocos que se atreven nunca llegan a la televisión, la radio o los periódicos de tirada nacional, quedan solamente en libros y revistas especializadas que muy poca gente lee. No trascienden.
La otra vía para divulgar estos efímeros escarceos es la blogosfera, en un país donde menos del 5% de la población puede acceder a internet. Entre la apatía reinante y los impedimentos citados, las escasas críticas pasan sin pena ni gloria, sin ningún impacto social de envergadura.
Por lo anterior, y otras causas, no es casual que los reclamos, además de pocos, sean tímidos, ambiguos, vayan generalmente acompañados de una petición contra el “bloqueo” y no mencionen el origen de nuestros problemas, ni los culpables, a pesar de que todos los conocemos. Juegan con la cadena, pero no con el mono.
Robertico Carcassés comenzó su vía crucis. Algunos de los integrantes de Interactivo, el grupo que dirige con gran acierto, se desmarcaron inmediatamente de lo que él dijo en la Tribuna Anti imperialista.
En una carta abierta ha reafirmado lo dicho en el concierto. Un gesto sin dudas valiente y que pone a sus victimarios en una posición incómoda.
Con la excepción de su petición de libertad para los cinco (cuatro) espías, hago público mi apoyo al músico, que ya admiraba por su swing al tocar el piano, y ahora admiro aún más por pedir en televisión esos derechos inalienables para todos los cubanos.
“Postdata”
Después de haber escrito este texto, me enteré de que este martes, tras una reunión con funcionarios del Ministerio de Cultura, quedó suspendida la sanción a Carcassés.
Parece que uno de los artífices para lograr el perdón fue el influyente Silvio Rodríguez, uno de los artistas más comprometidos con el régimen, que a menudo cuelga en su blog puntos de vista contrarios a la línea oficial.
La intervención en el asunto de Violeta, la hija del famoso trovador, debido al regaño oficial recibido por su esposo Oliver Valdés, baterista de Interactivo, por mencionar en un programa la sanción contra Carcassés, quizás haya sido el catalizador para el imprevisto desenlace.
¿Se habrás retractado en privado Carcassés? ¿Se comprometido a no repetir el error? Quién sabe.
Ahora seguramente vendrán las prebendas como disuasivo. Es casi seguro que obtendrá sin más dilaciones la autorización para comprar el automóvil que hace tiempo viene gestionando sin resultados. Quizás hasta logren el acostumbrado “donde dije digo, digo Diego”.
Al margen de las especulaciones alrededor del incidente y sus motivaciones, es preciso destacar el valor simbólico del hecho en sí, la importancia de las directas exigencias del joven, hechas por primera vez en televisión nacional, frente a la crema de la jerarquía comunista y, para colmo, en su más sagrado escenario.